jueves, 5 de septiembre de 2013

FUEGO


Igual que tienes la sensación que a veces te pierdes, a veces igual mismo yo no encuentro el hilo por el que empieza a desconsolarse mi madeja. E intento volcarme sobre las letras, que aquí uno, para enlazar, trozo a trozo, y dejarlas bailando sobre las líneas de tu esperanza, como una estrofa de partitura que espera que alguien comience a interpretarla... Y así, me van pasando las horas, a días, como hoy, con una velocidad que da un vértigo terrible. Y otras, cayendo con una cadencia bárbara que arrastra los pies contra el suelo como encementados antes de caer al mar... Los días van pasando, muchos de ellos bajo un techado de nubes que corren más veloces que el tiempo, y nosotros pasamos por ellos algunas veces porque otras son ellos los que pasan por nosotros. Cuando somos nosotros los que pasamos los días, nos mantenemos ágiles, fuertes, enigmáticos, potentes, desbordados... Cuando los días son los que pasan por nosotros, nos quedamos quietos, sin fuerza, débiles de voz y de alma, raquíticos de latidos... En sombra, como escondidos. Apabullados de tanto arrastre. Y entonces envejecemos, súbitos, y perdemos el calor de la vida, que nos calienta a todos por igual...

Por eso, cuando el calor de la vida, desaparece, hay que esforzarse por avivarlo con leña nueva. Como un buen fuego, con troncos grandes, de vida eterna, pero también con pequeñas ramas que mantengan viva la llama... Esas más pequeñas, mantienen vivo el rescoldo de lo que somos y aunque desaparecen entre llamas antes que ninguna, nos valen para alimentar la llama que nos mantiene vivos. A base de ilusión y de certezas, de emociones y de experiencias, de vivencias y de caminos... Y así, poco a poco, el fuego más lleno, arde cargado de buenas intenciones con las que vamos alimentando las cosas que nos pasan... Y que son, como el fuego mismo, de una belleza hetérea...

Con la misma fragilidad de un cristal, el fuego se rompe hacia el cielo, y con él los pequeños detalles que nos hacen ser como somos y que avivan, más el fuego puro que vuela hasta el infinito cargado de luz. Hay que vivir. Pero hay que vivir por encima del tiempo y de los tiempos. Segundo a segundo. Paso a paso. Con la felicidad repleta, cargadas las pilas, los ánimos y las esperanzas. Con el brillo en la mirada y el pulso en el alma. Con la vida a cuestas, caminando sin lastres ninguno y con las ganas de conquistar un mañana que no llegará mañana, pero que está por llegar...

Vivir, así, tan maravilloso. Tan delicioso cuando se vive en los detalles más minúsculos, más pequeños... Así, vivir, como caminando al ras del vuelo. Buscando un mañana que llegará muy pronto, por el que hay que batallar con fuerza hasta cuando el viento sopla en contra...

Igual que tienes la sensación de que a veces te pierdes, yo hay veces, que siento que te encuentro...

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