Tengo que pedir perdón. No recordaba tanto tiempo apartado de mis hojas perdidas y de mis silencios. Han pasado muchas cosas, y sobre todo, muchos días, desde que escribí la última vez, algo más de un mes, de silencio y vida sin pausas, donde me han pasado un sinfín de cosas. Paradójicamente, el último título, la última entrada previa a esta de hoy, de regresos y vueltas, tuvo un valor más adivinatorio de lo que pudiera esperar: "Hoy vengo a decirte hasta luego". Y ese hasta luego, hubo días que pensé que podría ser un adiós definitivo, como calculo que más de uno de vosotros...
Dejé la radio al día siguiente, o a las horas, tras meses poniendo en pie "Valencia Abierta", esa suerte corrida y aumentada de medio año que empezó casi como una broma y que al final se coronó como una vuelta a la radio y una despedida pactada casi al mismo tiempo que empezaban las palabras a cruzar el micrófono. Se dijeron muchas cosas de aquel adiós, que puede ser un hasta luego fiado a largo plazo, y la realidad, como siempre, era mucho más sencilla que todas aquellas habladurías...
Me centré en la vida política, en mi responsabilidad al frente del partido y de la portavocía desde el 1 de Octubre del partido. Todo con cien mil horas de reloj, que crecen de manera positiva cuando ves que los proyectos, no solo crecen, sino que vienen acompañados por muchas personas cuya confianza pasa en tu tiempo también. Nunca me ha gustado escribir en estos renglones, las letras que emanan de mi dedicación pública, entendéreis entonces que frene la marcha y resuelva con un sencillo: continuamos (y continuaremos).
En este tiempo callé una de las noticias más esperadas: la maternidad de mi amiga del alma, aurora de mis esperanzas y abrigo de mis recuerdos. A ella, mi felicitación más especial que tuve que callar entre carreras y descuidos. Dediqué mucho tiempo al teatro y a ensayar "Ay Carmela", con que debutamos el martes pasado en el concurso de teatro, otra vez más, de la mano de Ángeles Hernández, esa voz desaparecida de las tertulias de las noches pardas...
Y estuve, caminé y pasé a la espera de que me naciera esta voluntad de regresar a los caminos de siempre. Hoy, víspera de boda de Borja y Lorena, con vino blanco en El Camerino y reunión de falla. Mientras agito una limpieza de hogar y suda la espalda los treinta grados imposibles de un 18 de octubre con nubes de verano. ¡Increíble, pero cierto! Como que regresé a la maldición del cajón sin su ropa... así, según María Jiménez.
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