jueves, 12 de septiembre de 2013

ASÍ



Hay días que escribo sin control, que hablo sin dolor de garganta ni de alma. Hay días que el silencio solo se calla con silencio nuevo y que la vida pasa por mi lado dejándome dormir, como un niño, recostando mi rostro sobre los anhelos que cautivaré mañana. Soy feliz. Discreto, callado, reservado... Más tímido de lo que piensas y más valiente de lo que creí. Nunca me engañé, bueno, algunas veces... Pero con mi engaño busqué las excusas que me hicieron olvidarlo y disolverlo en un charquito de agua de llovia, de tormentas que se fueron, por mucho que de vez en cuando, los ecos de las montañas lejanas, de los paraísos perdidos, de los mundos olvidados, de la vida futura, me devuelven envueltos en telas blancas por las que se transparenta la bondad...

Nunca hice más ruido que nadie, ni callé menos de lo que me correspondía. Nunca dije algo que no pensara, ni dejé de pensar qué decir. Me maldije cada vez que la vida me dio una oportunidad que no supe aprovechar, por mis propios dolores, por mis pesares, por mis desconciertos, por mis dudas, por mis miedos, tan humanos como injustos...

Nunca dejé de cantar al alba la alegría de una luz nueva, de un día que llegaba para enseñarme a rozar la calle, flotando a veces, caminando sosegado, cansado, distraído otras... Siempre salí a la vida con las manos abiertas y el corazón latiendo, buscando un cariño y un apoyo, que intenté corresponder siempre con la complicidad del amigo que, desde la lejanía, me decía que siguieram que allí estaba, que hacia adelante siempre sin dejar de ser yo...

Nunca dejé que los fantasmas me hiriesen con sus falsos testimonios. Nunca quise hundirme en la mitad del oceáno oscuro, con las tristezas que dispararon arqueros a los que no les ví la cara. Nunca quise dejarme la mirada atrás, con nostalgia ni rencor, mirando siempre hacia adelante, porque la vida aún la tenemos que llegar...

Por eso, me siento vivo. Me siento crecer, me siento fuerte. Por mi verdad y mi luz, a medias las dos, como un tango arrastrado y romántico que suena entre callejas oscuras por las que hierve el cemento humano que nos condena a todos. Vivo. Así, cantando a días y otros caminando en silencio, con ganas de batallar siempre, de luchar, de ser feliz con las cosas más pequeñas del mundo...

Y sí, me arrepentí de algunas cosas, y me arrepentiré de otras. De besos furtivos y de versos no escritos, de palabras perdidas y balas disparadas, de soles y sales, juramentos que no prometían nada más... Así, sin echarme de menos y caminando adelante, con la cabeza alta y el corazón latiendo cada día más fuerte... Así, sin que me faltara el viento.

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