miércoles, 11 de septiembre de 2013

CUANDO QUIERO...


 

Cuando me sacude la nostalgia, cuando necesito volar, cuando quiero ser feliz, cuando quiero seguir caminando conmigo al lado (y contigo, si quieres)... Entonces me pongo música. Y vuelo... Cuando salgo a la calle, a caminar bajo el cielo azul, me pongo una sonrisa que casi me da tres vueltas a la cara y meto mis manos en mis bolsillos, y sólo las saco cuando llueve, para sentir como martillean mis manos las gotas de agua bendita... Cuando quiero romper el silencio, batallo con mi risa contra el viento inmóvil, y hago que la nada absoluta se revuelva en el espacio, y me envuelva como un áurea, transparente y agitada, que me da mayor energía... Cuando me envuelven los fantasmas de túnicas oscuras, subo mis manos al cielo y abro las nubes para que el sol se cuele, entre ellas, por pequeños surcos que se hacen mayores, batiendo con mis manos el cielo, y haciendo que sus rayos convierta en cenizas que se llevará el viento, cada una de las arrugas de esas telas con que cubren su presencia...

Cuando quiero decirte las cosas que nunca te digo, escribo. Y dejo que mis dedos, como un teclado de piano, repiquen sinfonías que suenan a alegría y esperanza. Y como dos mangas de una camisa, las dejo extendidas para cubrir con ellas mis brazos, y entro por ellas, con la intención de que me protejan, la alegría de día y la esperanza, de noche.

Cuando quiero llenar mi vida de colores, abro el grifo de la ilusión. Y me siento en la vieja silla de anea, frente al balcón abierto, esperando que como una bandada de aves del confín del mundo, batan sus exóticas alas de mil y un color ante mi mirada infantil, impaciente... Cuando quiero que las voces hablen, abro los brazos y el corazón se hinche, estirando la piel, sobre la que escribir los versos que a menudo dejo en el olvido...

Y cuando quiero ser feliz, vivo. Así, con la ilusión al borde, con la esperanza, dejando en otros puertos, la tristeza y la desesperación, la pena o el lamento. Camino con la intención de ser y hacer feliz en mi paseo, que es la mejor manera de vivir, como hay que vivir. Y como me gusta vivir. Creo siempre en la verdad, en el camino, en la luz, en la poesía y en el viento. Y con ellos camino por la vida haciendo que sea ese el más justo de mis fines... Cuando acaba el día, la luna me espera para mecerme, como a un niño inquieto, y me asustan los insomnios más que las tormentas y me gustan más las calmas que los placeres... Pero con unos y otros, tejo los sueños de mi vida. Y con unos y otros, respiro, cuando el día comienza y la nostalgia me invita a ponerme de pie... 

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