jueves, 1 de diciembre de 2011

A VER QUÉ ME PASA


Fue la primera vez que subí al Miguelete y casi como una promesa. Ya han pasado unos años, cuatro calculo, y volví a subir tiempo después para hacer una entrevista en la tele. Pero aquella primera vez, que viene repescada porque rebusco en la memoria fotográfica del ordenador, dejó la puerta abierta a muchas cosas... Debería de saber, si en el punto de mira, donde se encuentran los dos hierros, se forja también el horizonte de mi destino y debería de apostar por llegar hasta él o por buscar otros puntos de mira que no reviertan más que un cambio de planes, algo de valentía y poco más. Aquel día, sin saberlo, al subir al Miguelete empezó el camino más largo de algunas otras cosas que, ahora que escribo atropelladamente porque me voy a la radio, reviven de una manera mágica y misteriosa recordándome que hay pasado, que tengo presente y que debe de haber futuro, sin forma condicional...

Anoche acabamos de facturar otro programa en la tele y me fui a cenar a Vips con María y Carla. Como el mundo es un pañuelo María se encontró de espaldas con su ex novio, que es una forma fantástica de no encontrarse. Me veo a mí mismo encontrándome de espaldas con algunas personas, en ese momento en que se hace tan incómodo cruzarse por un ascensor, en mitad de una escalera o al entrar al metro. El último caso es sólo un ejemplo y nada más. Pero aquello más cierto es que no deja de ser misterioso como los seres humanos intentamos borrar de nuestra memoria selectiva y residual aquello que queremos borrar, aunque en ocasiones nos cueste tanto. Yo reconozco que algunas cosas y sobre todo a algunas personas me cuesta o me ha costado, no sé más si por un instinto vengativo o por la cantidad de dolor acumulado, pero sea como fuere, ayer pensé antes de ir a dormir que diciembre tenía que ser de otra manera, empezar de otros modos y, sobre todo, que en diciembre tenía que valorar que las cosas siempre no son como creemos que las percibimos. A veces, son de otra forma, y entonces calculas la manera tan estúpida con la que has estado perdiendo la digna estabilidad y la tranquilidad emocional. Somos animales de bellota, nuestros sentimientos los empujamos a base de voluntades personales y nos dejamos colgados en el perchero la empatía y la voluntad. Yo, hoy, como hace más fresquito, me he agarrado los dos abrigos y con mi empatía y mi buena voluntad me voy a la calle... A ver qué me pasa...

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