jueves, 27 de agosto de 2009

RUMOR DE OLAS



Los ojos cerrados, la cabeza apoyada sobre la arena, caliente arena. El paseo perdido de unos amantes que se cogen de la mano bajo el sol y el rumor de olas. El cielo azul intenso, despoblado, huérfano de sombras en la quietud de la tierra y al fondo, la isla blanca, entre sueños y olas, allende el horizonte. Aire fresco de brisa mañanera, calor a raudales, unos niños jugando al borde del mar y el descanso prometido. Los ojos cerrados, mirando al cielo en oscuro. El calor colándose en cada poro, el sudor de la tarde y el devenir de la gente. Rumor de olas. La compañía perfecta para el día, para la noche. El calor que todo lo sacia. El calor mismo. Allí, tumbado sobre la toalla, con la cabeza dejada caer sobre los montes de arena, soñaba con volar. Y volé. Rumor de olas al fondo. Cielo azul intenso, sin nubes. Calor de final de verano, calor de Santa Mónica. Una gaviota baila grácil entre la nada, suspendida sobre el mar. Rumor de olas. El paseo perdido de unos amantes que se cogen de la mano bajo el sol. Y el rumor de olas...

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