martes, 11 de agosto de 2009
PEQUEÑO GRAN HOMBRE
No sé cómo me hice amigo de Jose (sin acento, sin Manuel, sin Acosta). Debió ser cosa de la vida y del destino, que son muy listos, y decidieron, vía tele, unir nuestras vidas. Jose es un gran tipo. Un buen amigo. Uno de esos que no sé cómo han llegado a serlo pero que se demuestran imprescindibles a cada momento. Le gustan las fallas, las Baleares y los restaurantes japoneses, razón más que suficiente para que nos pasemos la vida juntos. Le acompaña Ana, que es el mejor regalo a un hombre bueno. Se lo merece, todo lo bueno. Es, de mis amigos, al que más le brilla la mirada y eso es porque se regala a raudales y de la manera más honesta que se pueda entregar una persona. Es buena gente, trabajador, ingenioso, locuaz, simpático... Es el resumen de la buena gente, en definitiva.
Yo soy de Jose y de sus abrazos, de sus conversaciones, de sus risas. De su admiración continua, porque Jose admira y se le admira. Es sensato, inteligente y de pausas. Relajado. Tiene el rostro ajado del que ha vivido, las canas le pueblan por inquieto y su sonrisa se repite como un eco continuado y amable.
Me siento feliz de ser su amigo. Mucho. Me gusta compartir un Foster con él (y te debo uno, al menos). Me gusta sentarme frente a frente y escucharle. Me gusta debatir con él y saber que lo hace de una manera calmada y sin machetes. Jose es un gran hombre, en un cuerpo pequeño, como se enfrascan los venenos y los perfumes caros. Un gran tipo. Y un mejor amigo.
Hoy cumples años. Con gracia. Con humildad. Con pasión. Con ganas de seguir cumpliendo, como yo las tengo. Jose es un tipo apasionado, rápido, contundente. Las propiedades que me gustan de la gente, y otras muchas que no destaco. Jose es una invitación a sentarse en una mesa, un anfitrión de primera, un amigo de listas interminables de teléfono móvil. Jose es un buen regalo el día de su cumpleaños para todos los demas y yo, me siento, tremendamente afortunado de contar con él en mi vida. Espero que por muchos años. Tantos como ir sumando los que llevamos y multiplicarlos por infinito. Seguro que será así. Tengo la intuición de que mi móvil seguirá sonando esperando un grito al otro lado donde su voz infantil se dibuja con una sonrisa de oreja a oreja (orejas acariciadas). Gracias por estar ahí. Gracias por haber aparecido un día (o una noche). Gracias a la vida por cruzar nuestros caminos, que ahora ya andamos juntos. Un abrazo (de los tuyos).
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