viernes, 6 de febrero de 2015
SUERTES QUE TENGO
Hoy al despertar, el calentador se había estropeado. Bajo el albornoz, con el frío más disparado del año me puse a arreglar la caldera. Y pensé aquello de "¡Qué suerte tengo, el día que más aprieta!". La imagen, de Almodóvar. Bajo el cierzo, solo con un albornoz de rizo, y el destornillador. Encaramado al aparato dichoso. Mientras me duchaba - ya con agua caliente - recordé no sé por qué el olor a té de la sauna perdida entre Galle y algún otro confín de Sri Lanka. La antigua Ceylán. Y al salir del agua, a ratos fría, a ratos caliente, me dijeron que mi salud está perfecta. Ayer me sacaron sangre y hoy me darán los resultados. Pero el adelanto, como los del CIS, parece que lo dejan todo muy bien. Me alegra. Salgo a la calle. Me voy al Quint a almorzar con esta sensación de viernes, que lo es. Con este frío. Y salgo a la ventana y encuentro el calor del sol frotándome de frente. Y me siento afortunado. Calmado. Y a la expectativa de ver cuánto sucede. Por lo pronto van pasando los días, van cayendo las hojas, y miro hacia adelante relajado. Creo que no podría pedir más.
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