martes, 17 de febrero de 2015

RESEAT

Los tiempos de nubes, marcan tormentas. O espera. Espera de tormenta. Yo sigo caminando con cierta inercia que nunca he aceptado, pero que hoy tomo como propia. Por eso creo que me sorprendo más a mí mismo. Siempre he decidido aceptar las cuestiones cuando las verbalizo. Siempre es demasiado tiempo, así que calculo que soy consciente desde hace solo unos años. Ayer Galiana salió al rescate con un mensaje de apoyo. Y se agradece. Parece que lo que trasmito es tristeza, cuando lo que estoy creo que es espectante. Moderado. No sé si relajado. Al fin y al cabo, no son días para estarlo y yo nunca lo he estado. Ni lo he sido. Para que vamos a engañar... Así que, en estos días, gris cielo el de hoy, me alargo como sílabas sueltas sin saber qué me lleva a nada y dejándome llevar. Y reconozco como un mérito el que me acostumbre a ello.

Calculo que hacerse mayor trae estas cosas: y otras. Pero la de ir relajando cosas que antes nos hacían alzarnos en pie de guerra, es maravillosa. Repito a menudo mi edad últimamente, calculo que será una manera inconsciente de hacerse a la idea. A la genial idea de vivir.

Hoy el cielo está nublado. Y el despacho frío. La casa por hacer. La comida por decidir. Y el camino por andar. Así que, en términos generales: es un buen día. Otro buen día.

Me quedan por hacer mil cosas. Escribir lo que me pidió Aurora, contar horas para que sigan pasando cosas y preparar el mañana como si fuera lo último que nos queda por hacer. Y así vivo. Plácido. Convencido. Directo... Descansado. No me quejo.

Posdata: sigo mirando y remirando, sigue apareciendo cada día en la memoria, sigo sin olvidar ni apartar, sin mirar y viendo... Y sigo. Y eso también es la vida. El peregrinaje para el que nunca nos enseñaron lo suficiente... Cada día que paso, aprendo. Pero nunca es suficiente. Que me pongan un "delete" en el teclado de mi convulsa cabeza sería algo maravilloso. Aún más si fuera un "reseat".

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