viernes, 2 de agosto de 2013

LA CUARTA TRAVESÍA: MEDUSAS, SANDÍAS Y ENMIENDAS



En la vida, hay veces, que uno debe de tomar decisiones. A lo largo de la mía, y no me quiero poner trascendental, he tomado unas cuantas. Y en las próximas horas seguiré tomando porque esta travesía es algo más que un cruce entre aguas de mar. Así lo siento. No voy a condicionarme, ni a dejar de soñar, aunque a veces mis anhelos sean hielo. Escribo seguido con un regusto a cocktail de sandía que ahora mismo hice con Pablo en esta bahía de San Antonio donde flotan mis pensamientos... Hoy, como siempre, vuelvo a los desvelos de mi isla blanca. Me pierdo en proa, en mis momentos románticos, que diría Ali, mientras en tierra las voces de la animadora va repartiendo premios en alemán. Son las 21:19, acabó de caerse el sol rematando sobre Conillera, mientras en un dulce vaivén, los mástiles de los veleros fondean aquí y allí.

Anoche. Me costó horrores hacer la maleta. Me rapé el pelo a última hora en un destete emocional: como me dijo mi Teresón por teléfono, te pones las vacaciones por montera. Pero éstas, vive Dios, hacían falta. Ha sido un año repleto y completo. Si miro a estas aguas hoy cargadas de medusas y hace un año de recuerdos, me pierdo entre el tiempo de trabajo, el inicio de la aventura en la radio, el adiós que se acerca, inevitablemente, el hastío, el congreso del partido y un sinfín de sensaciones y de sentimientos que se cayeron en el abismo de los días... Me costó barbaridad, decía, hacer mi maleta. Y sé que traje mil cosas que no usaré y echaré en falta ciento una. En cualquier caso, el jueves de calor, cerré la vida en una cremallera larga y salí a la calle. Dos vecinos se abofeteaban al final de la calle a oscuras cuando llegaron Leo, Lena y Raúl a recogerme. Hicimos el camino hasta el naútico y nos encontramos con los pies en la alfombrilla de llegada. Fuimos haciendo y deshaciendo (aunque con menos vehemencia que otros años). Dejé que se colara un anzuelo en mis intenciones antes de cerrar el día, que se quedó flotando sobre el mar. Cenamos de todo lo que preparó la madre de Leo, a tiempo para con la madrugada acercarnos al Cyrano a recoger la bebida. Estaba Luis, Manu y sus colegas. Hablé primero con los segundos y luego con el primero, escayolado aún después del accidente. Me encantaría que estuviera aquí, ahora con nosotros, porque habría preparado esta pócima mucho mejor... Pero la vida es como es. O como queremos que sea... (este pensamiento me lo traigo de vacaciones). Ya dije que no me quiero poner trascendental pero quiero un principio y final de muchas cosas... Me vine a escondidas casi, entre mis silencios y mis desvelos. Vacaciones, muy merecidas, de verdad y punto y final para un Jaime y punto iniciático (inevitablemente, de otro).
Acabamos en Caribbean's, el pub de Nawfel, amigo de Leo. En la vip, al lado del DJ, dejando que la brisa marina otease la noche. Nos fuimos cuando acabó la fiesta y decidió Leo en el regreso que había llegado la hora de partir, como metáfora de mi propia vida. Caí rendido a los pies de Morfeo, amor nocturno. Se rompió con el motor que empezaba la travesía.A las nueve el sol me despertó, oriné y comprobé que el nuevo día se abría ante mi, en la inmensidad del Mediterráneo, con un mensaje en la botella que flotaba hacia mí: reflexiona. Esa es la idea. Reflexiones y decisiones, sin presión y en vacaciones, pero es que vuelvo a estar en el paraíso. Ahora que el cielo es gris y los ocres finales me recuerdan que se acaba el día, vuelvo a pensar en ello, con el aliento refrescado por el hielo de una sandía con ron miel y un ron cola que tomé mientras hablaba con Teresa al teléfono.
Llegamos a las once y poco más de la mañana, hasta Platges del Comte, las medusas nos empujaron a Es Codolar, pero no mejoró el mar. Aún así me regué primero con una manguera y luego me dí un chapuzón en la pausa del ataque masivo. Así me purifiqué ya del todo. Comimos banderillas, boquerones y sardinas anchoadas, al rato lomo a la sal y gazpacho. Y me vine a la siesta de proa echando en falta las mil palabras de Laurita. El sol me mató. Dormí si acaso diez minutos que me sentaron como mil y me tapé por miedo a que mi cuerpo ardiese, sin pecado concebido. Me trajé el guión de la obra de teatro que memorizaba más rápido hasta que Raúl reventó la tarde con la música. Hablé emproado con Raquelilla y emprendimos marcha a la Bahía, donde la noche cae ya con una fiereza que asusta. Las luces vigilan ya la costa mientras Nolan se mece bajo mi cuerpo.
Mientras escribo, el resto preparan la barbacoa de la noche... En ella arderá el carbón y mis pensamientos negativos. Decidí depurarme ya del todo. Y así toca. Hoy, como siempre, Ibiza vuelve a salvarme...

Nota del día. Apuntes para una (R)evolución personal.
Engrandece tu vida con quienes te sienten grande. Dáles lo bueno que hay en ti, ya que hace tiempo lo abandonaste y abandona a quienes te quieren hacer sentir pequeño. El desgaste personal, el de la emoción, viene siempre escrito en letras de primera persona. Yo decido por mí. Mi vida, irremediablemente evoluciona desde hoy: y me gusta. Sólo que creo que hay que saber escribir en renglones rectos (y alguno torcido) cómo queremos que nos huyan los días. Estoy orgulloso de mi camino hasta aquí, no reconozco grandes errores, no al menos que me pesen. Suficiente. Tenerlos sería un lastre. Hay que empezar a andar, aunque las piernas duelan, no hace falta que sea a una marcha forzada. Pero caminar sí, es obligatorio. Y yo voy a andar... Mucho. Empiezo. Os iré contando. Posdata: relee de vez en cuando, te vendría bien.

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