En la vida, hay veces, que
uno debe de tomar decisiones. A lo largo de la mía, y no me quiero
poner trascendental, he tomado unas cuantas. Y en las próximas horas
seguiré tomando porque esta travesía es algo más que un cruce
entre aguas de mar. Así lo siento. No voy a condicionarme, ni a
dejar de soñar, aunque a veces mis anhelos sean hielo. Escribo
seguido con un regusto a cocktail de sandía que ahora mismo hice con
Pablo en esta bahía de San Antonio donde flotan mis pensamientos...
Hoy, como siempre, vuelvo a los desvelos de mi isla blanca. Me pierdo
en proa, en mis momentos románticos, que diría Ali, mientras en
tierra las voces de la animadora va repartiendo premios en alemán.
Son las 21:19, acabó de caerse el sol rematando sobre Conillera,
mientras en un dulce vaivén, los mástiles de los veleros fondean
aquí y allí.
Anoche. Me costó horrores hacer la
maleta. Me rapé el pelo a última hora en un destete emocional: como
me dijo mi Teresón por teléfono, te pones las vacaciones por
montera. Pero éstas, vive Dios, hacían falta. Ha sido un año
repleto y completo. Si miro a estas aguas hoy cargadas de medusas y
hace un año de recuerdos, me pierdo entre el tiempo de trabajo, el
inicio de la aventura en la radio, el adiós que se acerca,
inevitablemente, el hastío, el congreso del partido y un sinfín de
sensaciones y de sentimientos que se cayeron en el abismo de los
días... Me costó barbaridad, decía, hacer mi maleta. Y sé que
traje mil cosas que no usaré y echaré en falta ciento una. En
cualquier caso, el jueves de calor, cerré la vida en una cremallera
larga y salí a la calle. Dos vecinos se abofeteaban al final de la
calle a oscuras cuando llegaron Leo, Lena y Raúl a recogerme.
Hicimos el camino hasta el naútico y nos encontramos con los pies en
la alfombrilla de llegada. Fuimos haciendo y deshaciendo (aunque con
menos vehemencia que otros años). Dejé que se colara un anzuelo en
mis intenciones antes de cerrar el día, que se quedó flotando sobre
el mar. Cenamos de todo lo que preparó la madre de Leo, a tiempo
para con la madrugada acercarnos al Cyrano a recoger la bebida.
Estaba Luis, Manu y sus colegas. Hablé primero con los segundos y
luego con el primero, escayolado aún después del accidente. Me
encantaría que estuviera aquí, ahora con nosotros, porque habría
preparado esta pócima mucho mejor... Pero la vida es como es. O como
queremos que sea... (este pensamiento me lo traigo de vacaciones). Ya
dije que no me quiero poner trascendental pero quiero un principio y
final de muchas cosas... Me vine a escondidas casi, entre mis
silencios y mis desvelos. Vacaciones, muy merecidas, de verdad y
punto y final para un Jaime y punto iniciático (inevitablemente, de
otro).
Acabamos en Caribbean's, el pub de
Nawfel, amigo de Leo. En la vip, al lado del DJ, dejando que la brisa
marina otease la noche. Nos fuimos cuando acabó la fiesta y decidió
Leo en el regreso que había llegado la hora de partir, como metáfora
de mi propia vida. Caí rendido a los pies de Morfeo, amor nocturno.
Se rompió con el motor que empezaba la travesía.A las nueve el sol
me despertó, oriné y comprobé que el nuevo día se abría ante mi,
en la inmensidad del Mediterráneo, con un mensaje en la botella que
flotaba hacia mí: reflexiona. Esa es la idea. Reflexiones y
decisiones, sin presión y en vacaciones, pero es que vuelvo a estar
en el paraíso. Ahora que el cielo es gris y los ocres finales me
recuerdan que se acaba el día, vuelvo a pensar en ello, con el
aliento refrescado por el hielo de una sandía con ron miel y un ron
cola que tomé mientras hablaba con Teresa al teléfono.
Llegamos a las once y poco más de la
mañana, hasta Platges del Comte, las medusas nos empujaron a Es
Codolar, pero no mejoró el mar. Aún así me regué primero con una
manguera y luego me dí un chapuzón en la pausa del ataque masivo.
Así me purifiqué ya del todo. Comimos banderillas, boquerones y
sardinas anchoadas, al rato lomo a la sal y gazpacho. Y me vine a la
siesta de proa echando en falta las mil palabras de Laurita. El sol
me mató. Dormí si acaso diez minutos que me sentaron como mil y me
tapé por miedo a que mi cuerpo ardiese, sin pecado concebido. Me
trajé el guión de la obra de teatro que memorizaba más rápido
hasta que Raúl reventó la tarde con la música. Hablé emproado con
Raquelilla y emprendimos marcha a la Bahía, donde la noche cae ya
con una fiereza que asusta. Las luces vigilan ya la costa mientras
Nolan se mece bajo mi cuerpo.
Mientras escribo, el resto preparan la
barbacoa de la noche... En ella arderá el carbón y mis pensamientos
negativos. Decidí depurarme ya del todo. Y así toca. Hoy, como
siempre, Ibiza vuelve a salvarme...
Nota del día. Apuntes para una
(R)evolución personal.
Engrandece tu vida con quienes te
sienten grande. Dáles lo bueno que hay en ti, ya que hace tiempo lo
abandonaste y abandona a quienes te quieren hacer sentir pequeño. El
desgaste personal, el de la emoción, viene siempre escrito en letras
de primera persona. Yo decido por mí. Mi vida, irremediablemente
evoluciona desde hoy: y me gusta. Sólo que creo que hay que saber
escribir en renglones rectos (y alguno torcido) cómo queremos que
nos huyan los días. Estoy orgulloso de mi camino hasta aquí, no
reconozco grandes errores, no al menos que me pesen. Suficiente.
Tenerlos sería un lastre. Hay que empezar a andar, aunque las
piernas duelan, no hace falta que sea a una marcha forzada. Pero
caminar sí, es obligatorio. Y yo voy a andar... Mucho. Empiezo. Os
iré contando. Posdata: relee de vez en cuando, te vendría bien.
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