miércoles, 28 de agosto de 2013

LAS BONDADES DEL ALMA

Todos tenemos algo. Y no hablo de propiedades. Nos han enseñado a poseer, y así repasamos desde niños los posesivos que da horror. Mi casa, tu obligación, su palabra, nuestras cosas, vuestras quejas y sus piros (de España). Sin embargo, no nos han educado para comprender que aquello que realmente sí que tenemos, es lo que llevamos con nosotros, dentro. Lo que no nos pueden arrebatar, nuestra capacidad de pensar, de imaginar, nuestros anhelos por volar, nuestros deseos, nuestras ganas de soñar... Hemos pasado la vida, la que llevamos hasta ahora, colmándonos de obligaciones. Desde que se enciende el despertador y le pedimos cinco minutos más, hasta que nos cobija la luna y le pedimos dormirnos antes. Nacemos y nos vamos haciendo, nos vamos asando en este horno social, de verdades y mentiras, de penas y alegrías, tristezas y caminos... Y mientras paseamos por la senda de la vida, cada vez, nos preocupa más lo que tenemos y menos con lo que viajamos, lo cual, hay que saberlo ya, es un auténtico disparate.


Hace tiempo que decidí caminar pegado a las bondades del alma. Se vive más tranquilo, se respira mejor, a ciencia cierta. Y se acaba por complementar más a los demás, que son ese espejo equilibrado y sensible con el que acaban coincidiendo los latidos de nuestro corazón. Hacer más y mejor por los demás, nos conduce, irremediablemente, a reconciliarnos con el entorno y sobre todo, con nosotros mismos. Hacer más fácil la vida de los demás, nos lleva directos a mejorar la calidad de la nuestra y a caminar, por este paseo de la vida, teniendo algo que realmente sí es importante.

Han puesto de moda el yo frente al nosotros, han marcado sendas para el egoísmo que podrían recorrer la solidaridad y el apoyo. Nos han dejado en mitad de una isla, como robinsones sin mañana, cerrándonos los ojos para que en nuestra soledad, tampoco seamos capaces de buscar otras islas ni a quienes las habitan. Y nos han dejado ciegos, ante el sol del futuro.

Todos tenemos algo, estoy convencido. Algo más que nos invita a compartir y a ayudar, a levantar, a decir una palabra bonita, de vez en cuando, a actuar en positivo... El mundo está cargado de irradiaciones negativas que llena de nubes negras cada mañana. Y contra esa postura necia, podemos con nuestras voluntades, cambiar el cielo que nos cubre. Pero hay que querer. Nos han enseñado a poseer y así nos vamos dando el yo al mí, y el tú a ti. Nos hemos separado de las bondades, virtudes y placeres, para acabar sin conseguir nada más. Nos hemos venido arriba, para quedarnos solos. Y desde el atalaya de nuestra soledad, seguimos repasando posesiones, sin pensar que realmente, lo único que sí que tenemos, somos nosotros mismos. Aunque estemos muchas veces, a punto de perdernos.


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