jueves, 20 de septiembre de 2012
ALGO DE AIRE
Anoche volvieron las lluvias. Después del programa, mientras celebrábamos el principio de cumpleaños de la Guti en un Wok, a orillas de Campanar, el cielo se rompió tímidamente en gotas que lo salpicaron todo. Salimos de madrugada ya, Diegopa, Laura C., Guti y servidor. Boro había hecho una visita relámpago entre el sushi y la tarta de manzana. Olía la tierra a humedad y empezaba a girarse el viento como hacía tanto que no sucedía. En casa, con la tele puesta, llegando al final del estreno de "La Voz", comprobé de qué manera se rompió el cielo e intuí la fiereza del agua combatiendo contra las ventanas que oía perfectamente desde la cama y un tintineo, sobre la talla del techo, desde que mis vecinos emprendieron sus obras.
Esta mañana el despertador sonó sin recordar hacia adónde me enviaba. Jueves. Recordé enseguida que a Valencia, a Marina, con Manolo y Lola. Almorzamos en El Corner, frente a la tienda, nos pusimos al día, nos echamos unas risas y todo controlados por un cielo sucio, como vino turbio, sobre nuestras testas. Cruzamos la calle y comprobamos todo lo que necesitamos. Apuntamos y salimos. Nos despedimos en la puerta de la tienda y cada uno hace camino. A mí, Manolo, me trae a casa. En dos horas tenía comisión de Hacienda.
Paso el jueves nublado, como el tiempo. Me acercaré ahora a Zara a devolver unas cosas y luego a la falla a pintar una pancarta. A la noche, directiva. Y así otro día más en la calle Femenía. Quedan seis meses para fallas, y tengo la sensación de actividad frenética. No voy a negarlo: me encanta tener así la agenda.
Anoche volvió a llover y ni recuerdo desde cuándo no lo hacía. Hoy no miré la agenda. Pero debería de poner algunas otras cuantas cuestiones en ella, para ir moviendo ficha. Mañana, cumpleaños de mi padre. Comeré en su casa. Lo hablo hoy con mamá, que me cuenta lo bien que está, tumbada en la cama, con el aire fresco... Por fin, algo de aire.
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