lunes, 13 de febrero de 2012

CASUALIDADES


Esta mañana ha vuelto mi vuelo de Sevilla. Me fui como os escribí el pasado viernes y hoy, con un frío de escándalo, he regresado a esta Valencia pre-fallera que huele a todo menos a días de pólvora. El fin de semana ha sido genial. Llegué a primera hora de la mañana y salí del avión con una niebla de película que lo cubría todo y que sólo era superada por un frío espectacular. Salí del aeropuerto y Ricardo me esperaba con el coche. Fuimos a desayunar cerca de casa y aún nos encontramos con Katy, la americana, antes de echarme una siesta borreguera. Cogí el 34, de los Bermejales a Prado y anduve por la calle de San Fernando a buscar la Giralda. Me senté como los gatos en la fuente que cobija el Giraldillo y esperé, cara el sol, a que Ricardo acabara de trabajar y viniera a llevarme para procesionar por un sinfín de locales de tapeítos y vinos blancos. La fresquita, un rincón lleno de estampas, el Rinconcillo (una espectacular taberna de 1640) y el Bestiario, una discoteca con aires de baño de sangre a lo Blade donde cierran las cortinas antes de que llegue la noche. Hablé por teléfono con Sonia y quedamos en vernos al día siguiente, por whatsapp con Hugo, al que hace que no veo, y va siendo hora... Alargamos el ron hasta la noche y por la Torre del Oro llegamos a casa, dejamos el coche y con un taxi regresamos a la taberna de Antonio Romero donde nos hicimos cuatro tapas más y unos Barbadillos... Regresamos a Bestiario por Alcopone, haciendo parada a los sones de Raphael: encontrar un local que pincha al Maestro es un placer. Y salimos del agujero negro a encontrarnos, casualidades, por la calle con Gloria Sevillano, David Alcalde y su primo Eloy. Y la noche se alargó en el bar de Pepe el Muerto, en una taberna de cristos y vírgenes (parece una canción de Sabina) y en el Santuario donde nos dieron las seis y los picos. Cogimos un taxi y regresamos durmiendo a casa bajo el camino helado...

Me desperté pasadas las tres de la tarde, tan raro en mí, y con una ducha a cuestas nos volvimos al centro de Sevilla aún echados por el cansancio. Tapas y vinos en la plaza de la Alfalfa y alrededores con postre de una visita a la Iglesia del Divino Salvador. En las escaleras nos encontramos con Sonia que acudió al encuentro, como una procesión semanasantera... Vino con la sorpresa de su concepción a cuestas, un embarazo predicho in extremis cuando me llamó al móvil para decirme que venía con una sorpresa... En mayo nacerá su niña, a la que le deseo lo mejor. Falta no le hará, su madre es un bombón...

Paseamos por Sevilla y recorrimos el barrio de Santa Cruz que sabe a sombra y albero, que huele a saeta y cirio. ¡Qué maravilla! Y nos despedimos de Sonia que se fue parque adelante mientras con las manos en los bolsillos seguimos batallando los rincones y nos hicimos a la noche. Tapeamos (por enésima vez) en Mateos Gago hasta que hablamos con David Alcalde que estaba en la misma calle y seguimos tapeando con él. Y luego a La Carbonería, en la calle Levies, atajando por los recovecos de la ciudad perdida... Bajo el frío salimos al encuentro del Santuario cuando la noche más helaba. Una copa, taxi y a casa.

El domingo (por ayer) nos levantamos turistas y fuimos a ver el Parque de María Luisa y la extradimensional Plaza de España. Hacía sol de domingo de invierno frío. A la puerta del parque nos recogió Sonia y pateamos el Arenal para acabar comiendo en el Café Europa (¡espectacular cocina!), junto al Jesús de la Pasión. Subimos a lo más alto del EME, a una terraza descomunal y chill, al borde de la Giralda que traía soles de atardecer ibicenco. Nos hicimos un mojito y Sonia un agua. Luego, paseamos, al dejar a Sonia en la esquina de su paseo entre jardines, a buscar un Starbucks, chocolate y muffin. Y nos topamos una vez más con David, Gloria y Eloy que se iban de cañas. Nos fuimos a la calefacción de casa y aún bajamos a tomar unas gambas en el Bar Bermejales y una cena, design total, en la Taberna del Pintor... ¡Colosal! Volvimos a casa y a dormir...

A las cuatro de la mañana me desvelé, por completo. Y ya me he quedado romanceando en la cama hasta que dieron las seis y veinte con su alarma. Recogimos a David y Eloy en la plaza de Cuba, cruzando el puente de Triana, y camino del aeropuerto bajo un frío constante y absoluto. En el avión, ya sentado, veo aparecer por el pasillo a Alejandro. Y me sorprende, mucho. Otra casualidad. Parece que la semana empieza con sorpresas. Ésta me gusta. Hablamos en el aeropuerto de Manises ya despidiéndonos y regreso a casa con un amigo de David que me deja en la avenida del Cid. Es como si hiciera meses que no pasaba por aquí... Grecia ardía anoche. Valencia se mece entre fríos...

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