martes, 29 de noviembre de 2011

LA NOCHE EN QUE DESCUBRÍ A CATERINA

Me voy a ir a dormir ya mismo, porque empiezo a notar el frío en los pies, aunque reconozco que me he pasado cenando, cosa que no debería y el estómago me pide guerra y nada de paz. Me doy cuenta de repente que hace ahora bastante que no me engancho por banda un libro, debería de hacer algo. Los días pasan a una velocidad intransigente, me atrevería a decir. El fin de semana que empezó el jueves después del pleno se ha hecho largo y estuvo repletito de todo, hoy lunes. Pero lunes absoluto: lo pasé en casa diseñando en el ordenador y he bajado directo esta tarde a la reunión del partido.

Leo un muro ajeno en el facebook y me doy cuenta de algo: me molesta la gente imbécil. Creo que lo he pensado siempre, pero nunca lo había expresado de una manera tan diáfana. De aquí a unos años leeré esto y pensaré: ¿que leí hoy? Si lo recuerdo me reiré, porque no es para tanto, y si no, que es lo más probable, lamentaré no haber dejado una pista fina y fresca como una lámina de sushi sobre el arroz. Blanco. Muy blanco.

Descubro a Caterina Valente en el final de la noche, en las primeras horas del martes: muy recomendable.



Me voy a dormir... Y a pensar. Echo de menos algunas palabras... Debería de despedir al silencio...

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