viernes, 18 de noviembre de 2011

BATIR LAS ALAS



He entablado una amistad casi perfecta con la madrugada: sólo me retira del ánimo el no aprovechar las horas de sol. Llego ahora de una cena en la Federación de I+G, en el casal de Serranos. Me ha traído Manolo a casa con Sandra y Carol. Antes llegué de una inauguración fotográfica en El Mercat y de la sede (vísperas de elecciones nacionales), de una cortísima comisión de cultura, de la peluquería y de comer unas patatas asadas. Mi día de ayer no fue bueno: creo que me empeñé finalmente para que no lo fuera y me doliera a conciencia todo el día. El día entero. Hoy me propuse que hacia arriba, y en la cena más concretamente, con una pista que me ha dejado Ramón... Y creo que con toda la razón del mundo.

Me huelen a sueño las 1:16 de la mañana: todo un record afortunadamente. Debo empezar a recortar horarios o acabaré por dormir tan poco como dormía antes o tan fuera de lugar, y no toca. Cosas que tocan: pasear la calle (¡qué sensación tan bonita pasar hoy en coche por la calle de la Paz y cuánto tiempo sin hacerlo!), respirar, correr (volar aquí no cuenta), sonreír como cada día... Me apunto en mi moleskine mental todas estas cosas.

En la peluquería he leído mi horóscopo con aquella intención de saber que habrán escrito para todos los que nacieron en mi mes: muchos cambios a la vista y muy pronto. Los cambios me hacen falta y presiento que estoy predispuesto para muchos, sin calibrar su alcance eso sí... A veces, cuando pienso directamente en las consecuencias de las cosas, me planteo si batir las alas... Pero suele ser pocas veces, la mayor parte del tiempo sueño despierto sin moverme mucho.

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