miércoles, 23 de septiembre de 2009

NOCHE BAJO LAS FLORES

- No puedo desvelar sus nombres... Había una veintena, alguno menos, pueda ser. Y la luz no acompañaba lo suficiente como para descubrir quiénes eran los allí reunidos...
- Reconocería usted por lo menos sus voces...
- Una me pareció familiar, pero no. No sabría decirle quiénes eran...



Bajo una lluvia torrencial de flores comenzó anoche nuestra velada. Sé que no es lógico, que os puede parecer irreal o extraño. A nosotros nos pareció normal. A los postres, un torrente de pétalos cayó de un lado a otro de la mesa, nuestros puños se llenaron en rojo y naranja, algunos blancos y otros amarillos. Como un manto floral, como una batalla de finales de julio, a flor limpia. Fuera, en la calle, otra lluvia, también torrencial. Y un manto de murta extendido en el suelo y sirviéndonos de alfombra. Y, a partir de ahí, de nuestra batalla de flores, una noche de mucha risa. De amistad absoluta.



Los pétalos cayeron sobre las copas de champagne. Y en nuestros pies, junto a nosotros, por dentro de nuestras camisas. Fue una cena más y una fiesta muy diferente en la que se hablaron de muchas cosas y muy interesantes. Una vez más... Pero la amistad y sobre todo la compañía fueron las grandes bazas de una noche en la que no nos faltó de nada ni nos sobró nadie... Nosotros somos así. Gentiles caballeros de la noche, oscura entre las oscuridades, señores de la risa y la palabra... Y el buen hacer.



- ¿Qué mal cometieron?
- Ninguno... Pero urge saber quiénes son esos oscuros caballeros del poder que campan a sus anchas en las noches de lluvia...
- Yo, ya le digo, no reconocí a ninguno...
- Puede irse...
- ¡Espere! Su voz... ¿Tan sólo una pregunta?... Usted, usted... ¿Usted fue uno de ellos?

Fuera llovía aún más, más que nunca...

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