jueves, 17 de septiembre de 2009

ME SIGUIERON LAS NUBES



Es una constante, en mis entradas, hablar del cielo (lo miro a menudo), mis nubes, la falta de sol, el agua, la lluvia... Llevamos una semana manto gris al cielo cubierto. Me siento bien. Ando ocupado en cien mil cosas, atendiendo a todas, y con la sensación de estar respondiendo en todas a un nivel que es el mío... Me encuentro bien. A tope. Con las pilas cargadas y sin descansar. Sin parar un momento. Enérgico. Fuerte. Es bueno, maravilloso...

Ayer me siguieron las nubes por la tarde, en mi paseo, camino de la avenida grande por donde cruzan los coches sin cesar... Me acompañaron acompasadas, lentas en su peregrinaje y en el mío. Miré una vez más al cielo y disfruté. Disfruté tanto...

En la montaña de nuestras vidas estoy subiendo la cima, subiendo desde hace años, sintiéndome mejor a cada momento y afortunado. A veces, el gris nos confunde. Pero cuando somos capaces de ordenarnos en lógica nuestras vidas, el cielo, azul o gris, se funde con nuestros deseos y nos eleva por la ladera... Ayer me siguieron las nubes, las que hoy campan libres a sus anchas en el cielo de mi vida, que es la vuestra... Y de vez en cuando, en los caminos que se hacen difíciles, además noto vuestra mano caminando a mi lado, y dándome más fuerza, más apoyo, más camino... Ayer me siguieron las nubes. Y yo, de camino con ellas, y contigo.

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