jueves, 25 de diciembre de 2014

DECIDIDO


Entrada 133. Probablemente la penúltima del año. Y probablemente la última de un ciclo. Un ciclo que desde ayer se me antoja caduco y que me deja por delante una puerta abierta quién sabe hacia adónde. En cualquier caso, la realidad es que en apenas cinco horas, seis, partiré. A un lejano paraíso donde reescribir los renglones de mi vida. Volaré, como siempre, apoyado en esta imaginación que no deja de sacudirme y que ausenta de la realidad de mis días. Cargados, obvia decirlo, por tanta comida y cena familiar. Hoy de remate una megabolsa de gominolas para endulzarme la vida... Acabo de raparme el pelo y ducharme. Me queda la maleta. Cruzar al otro lado esa línea que confunde espera y desespero...

Acabo de hacer lo que tenía que hacer. Lo que quería hacer. Para entrar nuevo en el año que llega. Y a él le miro, de frente, y como a un espejo, gritando en silencio, le digo que para el año nuevo yo quiero: mil esperanzas sin desespero. Que nadie me cuente un cuento. No volver a cortarme ni un pelo más. Ser yo y reivindicar mi me, mi yo... Que me lo debo. Quiero reescribir en verso los propósitos del año pasado que se quedaron sin cumplir. Y celebrar los que los cumplí. Decirte adiós, a ti que estuviste demasiado pendiente de ti. Ser feliz y hacerte a ti, que sigues caminando conmigo. Dejar de suspirar por la falta de oxígeno. Dejar de callar por la falta de voz... Dejar de llorar con la ausencia de llantos... Para el año nuevo quiero volar lejos y regresar. Cerrar un ciclo de siete años y abrir una ventana por el que aterrizan quince más. Que caduquen los rencores. Que se disparen los silencios. Para el año nuevo quiero... Y eso, ya es bastante.

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