El diablo dijo sí. Un sí por la fuerza siempre. Con la testa hacia el infierno, para sopesar si es positivo continuar con lo planeado o es algo que te separa de la felicidad y se acerca más a la desdicha...
jueves, 25 de diciembre de 2014
EL DIABLO DIJO SÍ
El diablo dijo sí. Un sí por la fuerza siempre. Con la testa hacia el infierno, para sopesar si es positivo continuar con lo planeado o es algo que te separa de la felicidad y se acerca más a la desdicha...
DECIDIDO
Entrada 133. Probablemente la penúltima del año. Y probablemente la última de un ciclo. Un ciclo que desde ayer se me antoja caduco y que me deja por delante una puerta abierta quién sabe hacia adónde. En cualquier caso, la realidad es que en apenas cinco horas, seis, partiré. A un lejano paraíso donde reescribir los renglones de mi vida. Volaré, como siempre, apoyado en esta imaginación que no deja de sacudirme y que ausenta de la realidad de mis días. Cargados, obvia decirlo, por tanta comida y cena familiar. Hoy de remate una megabolsa de gominolas para endulzarme la vida... Acabo de raparme el pelo y ducharme. Me queda la maleta. Cruzar al otro lado esa línea que confunde espera y desespero...
Acabo de hacer lo que tenía que hacer. Lo que quería hacer. Para entrar nuevo en el año que llega. Y a él le miro, de frente, y como a un espejo, gritando en silencio, le digo que para el año nuevo yo quiero: mil esperanzas sin desespero. Que nadie me cuente un cuento. No volver a cortarme ni un pelo más. Ser yo y reivindicar mi me, mi yo... Que me lo debo. Quiero reescribir en verso los propósitos del año pasado que se quedaron sin cumplir. Y celebrar los que los cumplí. Decirte adiós, a ti que estuviste demasiado pendiente de ti. Ser feliz y hacerte a ti, que sigues caminando conmigo. Dejar de suspirar por la falta de oxígeno. Dejar de callar por la falta de voz... Dejar de llorar con la ausencia de llantos... Para el año nuevo quiero volar lejos y regresar. Cerrar un ciclo de siete años y abrir una ventana por el que aterrizan quince más. Que caduquen los rencores. Que se disparen los silencios. Para el año nuevo quiero... Y eso, ya es bastante.
SUERTES
Feliz Navidad. Hace siete años (2007) empecé estas hojas perdidas... Escritas en mi vida y compartidas con todos los que quisieran palabras y no ruido. Hace siete años viajé a Egipto, la ilusión de mi vida. Ayer, cuando llegué a casa, por un accidente casero, la moleskine donde estaban escritos los días y las noches de aquel viaje en un momento iniciático de mi vida, se han desdibujado y pegado unas contra otras. También es cierto que por la mañana, en un día caótico de bolsas y paseos, sin esperarlo, un amigo me regaló una moleskine nueva para otro viaje que emprenderé... Y me dí cuenta de algo al llegar a casa y comprobar con pena cómo estaban las hojas perdidas de Egipto y la India. Comprendí, que siete años después, como en las crisis, cierro una puerta y abro otra... Como con las moleskines... Feliz año nuevo a todos. Suerte.
martes, 16 de diciembre de 2014
DE VEZ EN CUANDO
De vez en cuando encuentro el tiempo de hacer que se pierda un whatsapp. De vez en cuando quemo unas croquetas y me repito en daños del estómago. Ayer, después de la cena del sector, Amparo me dejó en casa y me acosté con dolores fatales. No sé si son daños de invierno o de otoño tardío. Paso la mañana en el despacho y tomando café. Como en casa, sin cocinar ni ganas. Un arroz caldoso con caldo de tetra brik. Que no es nada. Papá y yo hablamos con el señor del seguro y el vecino. Las goteras no son cosa mía. ¡Quién lo iba a decir! Me voy a Valencia, a reunirme en el partido. Y oigo una conversación que me gusta. Encuentro confidencias después de un café entre gritos al ir al coche de una compañera acompañándola. Camino por Guillem de Castro y tomo café en Starbucks con Raúl y Voro, organizando cosas. Si se entera Voro que le he escrito el nombre con Uve, me dice algo. Seguro. Camino bajo el frío hasta el metro y bajo en Mislata. Estación que me llega antes de lo que creía... Sería así siempre. Hoy el frío se clava más. O el sueño. O el dolor de vida... Mañana, miércoles. A ver de qué tengo tiempo...
lunes, 15 de diciembre de 2014
YA NO ME BATIRÉ
Está claro que los fines de semana están tan cargados que aunque quiera es imposible. Y eso que andaba no lo negaré, por batirme a mí mismo, intentando que este 2014 no fuera el año de menos hojas caídas... Pero ya no podré evitarlo. Es más, creo que no era necesario.
El viernes empezamos con la cena del Partido Popular por la noche. Seguimos de fiesta en Cyrano y luego a Jerusalén. Fernando, Laura y yo acabamos la noche bailando. Y luego con unas bravas y una cocacola. Ellos café. Yo es que soy más de dieta mediterránea. El sábado me desperté con el tiempo justo de sueño. Pero me despierto siempre. Imposible. Por la tarde tenía que entregar un premio a Sergio Peris Mencheta en la falla Alameda y salimos volando a la presentación de Clero y su noche de Falleros de Honor. Donde estuvimos Lucía de San Valero, Richard, Amparo, Noe y Javi, con el resto de los de Clero... Una noche genial que rematé volviendo a Ruzafa en autobús, saludando en Cyrano a Adrián con sus colegas y Manolín. Estaba muerto. Y fui a acabar de morir sobre la cama.
El domingo me recogieron Amparo y Richard. Nos fuimos a la presentación de Tomasos y rematamos comiendo en la Llar Román, en Castellar. La lluvia empezó a sacudirlo todo cuando llegué a casa. Y no paró durante la noche. Frío tenor. Y esta mañana seguía lloviendo...
viernes, 12 de diciembre de 2014
jueves, 11 de diciembre de 2014
EL CIELO
Me cuesta ver sufrir a un amigo. Me ha pasado siempre, porque siempre he dicho que el dolor ajeno duele más que el propio. Cuando me duele la espalda, como estos días, sé cuánto me duele. Sin embargo nunca sé cuánto es el dolor que viven los demás... Cuando el dolor además no es físico, sino que te clava el alma o te despega el corazón, el dolor ya es imposible de sentir sino se tiene clavado a las entrañas. Por eso, cuando un amigo sufre, sufro.
Vengo de un entierro. Vengo de un entierro donde siempre, a la gente que había visto con una sonrisa, les he visto con los ojos en llanto. Al final de la ceremonia, el sacerdote dijo unas palabras que rezaban en la dedicatoria que Winston Churchill tenía en su Biblia: "Cuando nacemos lloramos, mientras el resto del mundo sonríe. Procura morir con una sonrisa, mientras todo el mundo te llora.". Qué breve. Qué gran verdad.
Cuando uno sufre, de nada sirve que le hablen de mañana ni del cielo. Cuando uno está al quiebro de las lágrimas, se pasa el día mirando al suelo con un extraño dolor clavado entre los ojos y una pena honda que nos arrastra con pies de plomos. Por eso, cuando un amigo sufre, intento decirle que mire al cielo. Porque muchas veces no lo hará. Pero si un segundo, tomando un sorbo de aire o cogiendo aliento para seguir la vida sin llorar, se le escapa la mirada al cielo y ve lo que allá arriba le aguarda, será suficiente... El cielo sigue teniendo en otoño unos colores preciosos. Aunque nos condenemos a mirar al suelo...
LAS MANZANAS Y EL RÁCIMO
Cae más frío del despacho que en la calle. Mis ojos se mueven en diez mil direcciones, un poco inconscientemente. Y tengo la sensación de tener una resaca navideña antes de que llegue. Merche me manda un mensaje y me dice que es su cumple. Cuarenta años, que no son nada. Le digo que se espere y le felicitaré. ¡Qué ansias! Ahora escribo rápido, antes de salir a casa y de casa. Sin tiempo para mucho ni ganas de nada. Me duele la espalda. Anoche tuve tele y Foster's con Mabel, Diego, Kike, Laura, Lucía Ramón y Dolo. Mantengo el relajo que me traje del viaje de Madrid del que aún no os conté nada. Y mientras escucho un tema en youtube de Snow Patrol, rebusco entre las fotos de 2011 para traer una imagen a este blog.
No sé por qué elegí la fruta: las manzanas y las uvas. Quizá porque me traen más otoño del que hemos tenido este año. Quizá porque la estampa me recuerda lo que hace tiempo que no hice. O muy probablemente porque habrá en las manzanas y en el rácimo alguna simbología que pase inadvertida a mi jueves rutinario y simplemente, por algo tan banal como la belleza, la elegí.
No sé tampoco si entre las muchas hojas que hemos ido perdiendo alguna vez hablé de la belleza, que me conmueve y me solivianta a partes iguales. El otro día explicaron una manera de valorar la humana, que es llevando un dedo desde la barbilla a la nariz. Y se es guapo cuando se tocan los labios. ¿Ya lo has comprobado? Sigamos, tanto si te abunda la belleza como si te dejó de lado...
Lo dicho. Que un día debería de centrarme en hablar de la belleza. Bueno, creo que un día debería centrarme. Hoy lo he dedicado a problemas de los demás. Me sorpredió escuchar llorar a una amiga que nunca se rompe. Y a otra bordear el drama de sus necesidades varias. Tomé tres cortados, por el día que no tome ninguno. Y aún me cierran esta tarde la agenda, un entierro y una cena comarcal.
Tomé café con Pepa en el Panaria. Y luego regresé al despacho... Y ahora, ando entretenido mientras os hablo de otras cosas, de saber cuál es el sentido que tiene la belleza...
Igual, a lo mejor, solo por eso, por una cuestión ética elegí esta foto. O vete tú a saber. Me iré a hacer camino. Que ya es hora. Y a felicitar a Merche. Que también toca (como arreglar la casa). ¡Dios! Prefiero cuando me conmueve lo que observo y no me atropella la agenda ni el reloj...
miércoles, 10 de diciembre de 2014
COSAS QUE APRENDÍ, SUMÉ Y OLVIDÉ
Dan pereza los sueños y las desesperanzas. Me aniquilan el odio sin sentido y la opinión infundada. Me dan grima los perezosos de bondades y quienes se pierden entre cortinas negras. Soy así. Se está acabando el año y echo la mirada atrás para recordar hace nada las lluvias de Bali, aquellas que nos sonaban a tsunamis. Parece al lado. Y la comida en el restaurante de la orilla del mar. Y el paseo bajo la lluvia. Y la negativa a comprar un chubasquero... Como si la vida se esfumara, igual, me paro a mirar atrás. A recordar tantos momentos vividos, aquella necesidad de saber cómo sería mi 2014 y ahora preparando la pala y la arena para enterrarlos pronto...
No sé qué aprendí. No sé que sume. No sé que perdí. Si no pienso, bloqueado no encuentro respuestas a cosas que necesitaría saber. Porque cada año que pasa debe de ser un balance en positivo para ir creciendo...
¿Qué aprendí? Aprendí a no soñar despierto, pero sin dejar de esperar. Antes la mentira piadosa, la imaginación volando, el querer cumplir un sueño que la desesperanza,... Aprendí que de los que esperas, te pueden desesperar, y que sumando siempre se es más... Algo que ya sabía. Aprendí a caminar con la espalda más recta y a ir caminando. A que a veces no tenemos razón y hay que ponerse en el lugar del otro: empatía. También aprendí a que si en el lugar del otro ves que te sobran los motivos, pues como cantaba aquél... Aprendí a querer más mi cueva. A que siempre hay tiempo para organizarse. A que me quieren. Vamos, eso sí que lo aprendí. Y a querer más, puede ser. A ser menos yo y ser más compartido: yo que siempre me he compartido. Aprendí a que hay que seguir adelante. Y ahora, cuando casi acaba el año, he aprendido que si quiero, he de ir... Pero hay que querer. Y entonces, ir.
¿Sumé? Momentos, amigos, recuerdos, esperanzas, anhelos, desengaños, penas, traiciones, olvidos,... Sumé lo que nos suma la vida siempre. Y calculo que si con una silla frente al mar, en el borde de un precipicio, me pusiera a contar, sumaría ciento y pico de cosas que sumé este año sin darme a penas cuenta.... Como sé lo que perdí: la oportunidad de dedicarme más tiempo, de escucharme más, de mirarme más, de conocerme más... Y así decidir. Sí, decidir. Porque todo no está decidido. Lamentablemente. No todo está decidido... Y veces me embruja una bola de espejos y a veces me pierdo con un camino lejano...
Sigo sin pensar. Creo que debería hacer un alto en el camino. Y elegir. Nada de lo que no me proponga lo conseguiré nunca. ¿Pero podría alcanzar lo que anhelo? A eso me refiero. A que a lo mejor es hora de frenar en seco y decidir... Porque este fin de semana pasado en Madrid me dí cuenta de muchas cosas, que desde ayer son una voluntad, pero que tengo miedo a que la monotonía erosione de manera injusta...
En fin. El año se acaba. ¡Qué no sea a sí con las oportunidades!
No sé qué aprendí. No sé que sume. No sé que perdí. Si no pienso, bloqueado no encuentro respuestas a cosas que necesitaría saber. Porque cada año que pasa debe de ser un balance en positivo para ir creciendo...
¿Qué aprendí? Aprendí a no soñar despierto, pero sin dejar de esperar. Antes la mentira piadosa, la imaginación volando, el querer cumplir un sueño que la desesperanza,... Aprendí que de los que esperas, te pueden desesperar, y que sumando siempre se es más... Algo que ya sabía. Aprendí a caminar con la espalda más recta y a ir caminando. A que a veces no tenemos razón y hay que ponerse en el lugar del otro: empatía. También aprendí a que si en el lugar del otro ves que te sobran los motivos, pues como cantaba aquél... Aprendí a querer más mi cueva. A que siempre hay tiempo para organizarse. A que me quieren. Vamos, eso sí que lo aprendí. Y a querer más, puede ser. A ser menos yo y ser más compartido: yo que siempre me he compartido. Aprendí a que hay que seguir adelante. Y ahora, cuando casi acaba el año, he aprendido que si quiero, he de ir... Pero hay que querer. Y entonces, ir.
¿Sumé? Momentos, amigos, recuerdos, esperanzas, anhelos, desengaños, penas, traiciones, olvidos,... Sumé lo que nos suma la vida siempre. Y calculo que si con una silla frente al mar, en el borde de un precipicio, me pusiera a contar, sumaría ciento y pico de cosas que sumé este año sin darme a penas cuenta.... Como sé lo que perdí: la oportunidad de dedicarme más tiempo, de escucharme más, de mirarme más, de conocerme más... Y así decidir. Sí, decidir. Porque todo no está decidido. Lamentablemente. No todo está decidido... Y veces me embruja una bola de espejos y a veces me pierdo con un camino lejano...
Sigo sin pensar. Creo que debería hacer un alto en el camino. Y elegir. Nada de lo que no me proponga lo conseguiré nunca. ¿Pero podría alcanzar lo que anhelo? A eso me refiero. A que a lo mejor es hora de frenar en seco y decidir... Porque este fin de semana pasado en Madrid me dí cuenta de muchas cosas, que desde ayer son una voluntad, pero que tengo miedo a que la monotonía erosione de manera injusta...
En fin. El año se acaba. ¡Qué no sea a sí con las oportunidades!
MI DESYO
Maldito dolor de espalda. Regresé de Madrid y el frío se había colado por la ventana. El incienso cubre la casa ahora que el sol se va antes. Pero mis manos, que han dejado por unos segundos las tareas domésticas, están calientes. Mi cabeza cada vez, para sorpresa mía, más fría. Cada vez me acostumbro de manera más rápida a gestionar las crisis, la crisis o cualquier cosa de las que nos abordan en la vida. Sin desesperos. Algo insólito. Impensable hace tan solo unos años cuando me derretía en excesos... Afortunadamente el corazón sigue latiendo. Como un reloj, acompasado.
Ayer estuve en el entierro de Jesús López, un señor de los conocidos del pueblo. De los que mantenía conversaciones con historia, con sabor a pasos. En la despedida crucé mi mirada con una persona que no me miraba. Así que más que mirarnos, le atravesé con los ojos. Y casi adiviné qué había al otro lado de su presencia. Me dio por pensar cómo la vida nos retuerce y se ríe. Como hace un tiempo aquella presencia sola, me desataba un agrio ácido corrosivo que me envenenaba. Y sin embargo, ayer, cuando me dí cuenta de que le estaba mirando, me sorprendí gratamente al ver que nada me despertaba ya. Ni siquiera el celo animal que nos empuja a la supervivencia.
Poco después, una persona ni giró la cabeza para saludarme. Me dio la mano, como quien la entrega en un besamanos ajeno, y la deshizo enseguida sin dedicarme un suspiro. Primero me dolió, pero enseguida, ese celo descelado, me echó atrás y me hizo pensar: ¿qué le has hecho? Nada, me respondí. Y pensé enseguida que sus celos son los que le hacen hacer este tipo de estupideces que le envejecen más. La fecha de caducidad está puesta. Así que, para que matarnos en batallas inútiles. Mi yo nuevo. Sorprendente. Porque ya digo que hace unos años, andaría con el machete entre los dientes, saltando por encima de mis pesadillas propias... No merece la pena.
Acabé la noche con la Gala de la Caridad - recordando cuando la presentaba con la inigual Vero March - y en la falla, de Junta Directiva. El frío hizo todo lo demás. Cuando Rosa me traía a casa, nadie por la calle. Y mi yo, desyo, yéndose a dormir sorprendido de sí mismo... Y de mí.
Ayer estuve en el entierro de Jesús López, un señor de los conocidos del pueblo. De los que mantenía conversaciones con historia, con sabor a pasos. En la despedida crucé mi mirada con una persona que no me miraba. Así que más que mirarnos, le atravesé con los ojos. Y casi adiviné qué había al otro lado de su presencia. Me dio por pensar cómo la vida nos retuerce y se ríe. Como hace un tiempo aquella presencia sola, me desataba un agrio ácido corrosivo que me envenenaba. Y sin embargo, ayer, cuando me dí cuenta de que le estaba mirando, me sorprendí gratamente al ver que nada me despertaba ya. Ni siquiera el celo animal que nos empuja a la supervivencia.
Poco después, una persona ni giró la cabeza para saludarme. Me dio la mano, como quien la entrega en un besamanos ajeno, y la deshizo enseguida sin dedicarme un suspiro. Primero me dolió, pero enseguida, ese celo descelado, me echó atrás y me hizo pensar: ¿qué le has hecho? Nada, me respondí. Y pensé enseguida que sus celos son los que le hacen hacer este tipo de estupideces que le envejecen más. La fecha de caducidad está puesta. Así que, para que matarnos en batallas inútiles. Mi yo nuevo. Sorprendente. Porque ya digo que hace unos años, andaría con el machete entre los dientes, saltando por encima de mis pesadillas propias... No merece la pena.
Acabé la noche con la Gala de la Caridad - recordando cuando la presentaba con la inigual Vero March - y en la falla, de Junta Directiva. El frío hizo todo lo demás. Cuando Rosa me traía a casa, nadie por la calle. Y mi yo, desyo, yéndose a dormir sorprendido de sí mismo... Y de mí.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
YO QUE NUNCA DESAYUNO
Lo divertido del día fue empezar con una confusión. Lo noté al despertar, que me apoyaba el frío contra la almohada. Primer día con sensación de fríos. Anoche me trajo Manolín a casa, que estrenaba de nuevo carnet. Y me fui a dormir cansado, después de una jornada completa, que cerramos en La Rambleta disfrutando de Moni y Ángeles. El teatro es muy distinto cuando se vive desde fuera. Es verdad. Pero fue una bonita experiencia que seguro volveremos a repetir. No sé cuándo. Pero volveremos.
Lo dicho. Que me levanto de la cama y de esas cosas que solo me pasan a mí, decido hacerme un tazón de leche en casa. ¡Yo que nunca desayuno! Y me armo de paciencia doméstica, capturo mi taza policial y vierto mi leche en ella. Mi leche roja. ¡Roja! Miro la caja y muero de risa al leer gazpacho. ¿Por qué dejé el gazpacho en el sitio que nunca sé seguro si dejo la leche desnatada? En fin... Que cargado de humor, me eché unas risas, y por el método embudo, devolví al tetrabrick el tomate andaluz. Que no está la cosa para ir tirando la comida y, desde luego, tampoco para ir desayunando gazpachos. Yo que nunca desayuno...
Me fui a Valencia en taxi después de atender un sinfín de llamadas. Lo que se esperaba. Más, yo creo. Y llegué a mi reunión de trabajo pensando en el gazpacho y con ganas de hablar con Aurora. Nos pusimos unos whatsapps, me mandó una foto de su nuevo amor (Ángel) y nos echamos unas risas recordando cosas como mi aftershave o la pajita del McDonalds de Picadilly Square. Hace tarde de Londres. Lo pienso ahora, derrotado sobre la silla de la sede.
Me pican las ganas de irme a Madrid. Por fin. Porque en esta letanía de horas y deshoras, de alcances y despistes, da al final la sensación de que nada apetece. Y a mí me apetece un paseo con abrigo por la plaza de la Reina. Un chocolate si se tercia. Echarme unas risas. Y no dejar de mirar al cielo...
Pero esta noche tengo programa. Así que deshilacho mis horas pensando en lo que me queda por delante, que no será poco. Lo que sea, os lo contaré. Mientras pienso si no debería a lo mejor de incluir el gazpacho entre mis no desayunos a los que acostumbro... ¡Ay, señor!
martes, 2 de diciembre de 2014
HASTA CUANDO LA VIDA AHOGA
Esta noche Moni y Ángeles dejarán de ser cuñadas durante dos horas para convertirse en hermanas por el mismo tiempo. Ana y Laura. La experiencia ha sido genial. La de dirigirlas, las de traerlas hasta aquí, porque teniendo la vida como la tengo, dedicar unas horas a marcar el destino de estas dos mujeres ha sido una suerte que agradezco. Y mucho. Espero que esta noche cuando se levante el telón veamos lo que espero encontrar: una historia de la que muerden por dentro. Y solo será así si Moni y Ángeles, Ana y Laura, nos conmueven como lo han hecho a lo largo de estos días en los ensayos. La una, contando una historia, sin maquillaje. La otra, viviendo una que no le pertenece tras una máscara que solo engaña a ella misma.
Me gustaría que les aplaudan a rabiar. Me gustaría que encontraran en Moni lo que yo he visto desde el principio, las ganas de batirse. Y en Ángeles, lo que espero de ella: su consagración. El mejor papel que le hayamos visto nunca. La quiero mayor, perdida, dolida... Y a Moni, pobre, desaparecida, sin fortuna ni fortunas... Si salen al escenario a hacer lo que saben nos vamos a ir a dormir con dolor en las manos. Y en el corazón. Probablemente.
Pero Moni tiene que batirse con ella misma y Ángeles llegar a arrancar dentro lo que tiene y no quiere sacar. Como lo hagan, que se prepare el teatro. Es espectacular lo que les he visto hacer. Cómo he visto crecer a Moni, que no tiene derecho a pincharse como un bizcocho. Y a Ángeles que siendo maestra de todo sigue escuchando cada indicación con un respeto absoluto hacia la palabra "director". Esta historia yo la vi así. Me gustaría que ellas le den la vida que yo no podré. Están tremendas. Estarán, quería decir.
Me gustaría que mañana la crítica fuera unánime: que Moni estuvo a la altura que ella no creía y que venció sus miedos y nuestros retos. Que Ángeles demostró que es imprescindible encima de un escenario. Y que ahora, tiene enfrente a alguien a quien ponerse al lado. Quiero que se escriba que la obra fue emotiva y emocionante. Que la gente sintió con ella. Que el director ha conseguido que dos mujeres se enfrenten en escena en un combate actoral sin vencidas. Me gustaría que se dijera que la obra nos hizo vivir y causó dolor. Que nos olvidamos de quiénes eran las actrices, porque allí, encima del escenario, estábamos cada uno de nosotros. Que deshicimos nuestras casas...
Desde aqui, mi aplauso ya. A Moni por lanzarse. A Ángeles por dejarse llevar. Esta noche quiero que cuenten. No quiero ver actuar. Quiero respirar vida. Hasta cuando la vida ahoga. Y eso, lo tengo claro, solo pueden hacerlo Moni y Ángeles... Moni abandonando sus sombras. Ángeles entregándose a la oscuridad que lleva en las entrañas. Porque esta historia solo puede vivirse desde las entrañas.
Gracias por dejarme ser vuestro compañero en este viaje. El escenario es vuestro. Devoradlo. Hacednos sentir todo... y será maravilloso.
Besos. Y mi agradecimiento horas antes...
Siempre vuestro,
el director.
lunes, 1 de diciembre de 2014
REENCUENTROS
Se abre el escenario. La luz tenue. Comienza la música. Así volvemos mañana noche al escenario. Pero hoy se siente ya ese ligero hormigueo que convierte el teatro en algo mágico... Creo que estamos delante de una obra que huele a vida. Que respira realidad. Y que a la vez tiene el ahogo de cuando la vida nos deja sin oxígeno. Mañana Ana y Laura se verán las caras por última vez. Yo les acompañaré en su reencuentro.
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