lunes, 13 de enero de 2014

PARA QUE ME VEAN LOS LADRONES


Es como si se hubiera acabado el tiempo, como si se hubiera parado. Álvaro pasó ayer por casa, en la merendola de Reyes (retrasada por necesidades del calendario) y decidió bajar la persiana "para que no me vean los ladrones". La imaginación de los niños sólo tiene comparación muchas veces con la propia realidad que los mayores dejamos de ver. Yo siempre he tenido un punto alto de peterpanismo, de no querer abandonar la infancia, pero reconozco que me pueden los bribones cuando por comodidad son capaces de hacer o de decir cosas que, los mayores, y lo digo sí los mayores, no somos capaces ni de intuir.

Pues eso, que Álvaro dejó la persiana abajo y hoy todo el comedor es negro, con una humedad que se cuela por el tejado a base de invierno y de lunes. Vinieron Álvaro con la recién nacida Cris y Jose con María, Vicente y Amparo con su pequeña Mar y Aure con Ricardo y la cada vez mayor Vega. Los reyes que habían venido llenaron enseguida el comedor de papeles y ruido, mientras merendábamos. Reconozco que es una tarde genial y que me devuelve la alegría de aquellos días de reyes cuando era pequeño. Además de una excusa para juntarnos todos y ponernos al día. Estuvo guay, muy guay.

Acabo de escribirle a Ana porque no pudieron venir. El nene está malito, en el hospital y por este año se lo perdieron. Espero que se recupere pronto, mientras pasa el lunes a toda pastilla. Se van los días, no es nada nuevo y las noches, en las que consigo dormir menos y activarme antes. Reconozco que mis propósitos de año nuevo se han relajado y en algunas cuestiones me obligo a tirar hacia delante o hacia arriba esperando que caiga, aunque sea maná.


Por la mañana, tuvo su encanto la escapada en bus a Valencia buscando unas bravas. Quedé con Laura y con Alberto, que no vinieron el sábado al final al Cyrano, y nos hicimos un aperitivo de domingo al sol totalmente. Nos pusimos al día, nos echamos unas risas y dejamos que el domingo pasara ante nosotros sin mejor plan, que no es nada malo, que una mesa.

No estuvo nada mal, como el mercado con Elena del otro día: quizá entre los propósitos del año y sin saberlo, ocupa su espacio esta dedicación al tiempo con voces y amigos, nada que ver con teclados y encierros de 2013. Aire, fresco. Para respirar, para compartir. Aire, que nos hace falta para no llenarnos de moho... Aunque haya quien se lo pase genial viviendo entre alcanfores y rancios paisajes... En fin. Voy a seguir con la limpieza del hogar, después de la tormenta de ayer, viene la lluvia y voy a subir la persiana, aunque llueve y está nublado para que me vean los ladrones... Así, de paso, disfrutaré de cómo cae el agua con esta sensación de frío que se agarra...

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