miércoles, 26 de diciembre de 2012

EN LA CIUDAD GRIS


Escribí este proyecto de poema (llamarlo más me avergüenza) el 20 de enero de 2012, previendo el año, debe de ser. Previendo mi alma y la ciudad gris, previendo. Prever, qué difícil se hace a veces: tanto casi como revisar. Como mirar atrás. 

Hoy, de limpieza en casa, me encuentro en el ordenador perdido unos versos que pretendieron ser algo...

____________



EN LA CIUDAD GRIS 

Invierno de soles caídos,
de nubes que todo lo cubren...
Frío en la noche.

Más allá del pretil de mi terraza,
Resucita el añil entre alfileres,
Mientras las voces recortan del alma
Con mentiras, mudos quereres,
Que se pierden entre anhelos y silencios...

Mis sueños son sólo sueños,
Y la vida, allí, al otro lado del cristal helado,
Se compra con billetes sin dueños
Mientras las calles hablan de política con enfado,
De crisis, de raquíticas y perdidas ilusiones,
Papeles mojados,
De malas suertes y de farios,
De armas negras
y de manos blancas,
De vencidas pasiones,
De toros y relicarios.
De casinos donde se pierden las penas
Y de eutanasias que no se ganan,
De doctores y piratas,
de brujas y fantasmas,
de los hombres sin horas
que apresurados se afanan
en completar su horario
sabiendo que se desangran...

El cielo se tiñe de negro,
La noche se funde en hielo,...
Surgen miradas que no anuncian nada,
Recuerdos que sólo son recuerdos,
Como borrosas fotografías que guardan
los cajones del desconcierto...

Allí, abajo, en la calle,
Por donde regresan de la escuela
con los hijos de sus hijos
las abuelas
Con sus mochilas cargadas,
De alijos,
Y mermeladas...
Donde compran voluntades
los que negocian la pasta,
donde se venden a raudales
las drogas a precio de ganga
que se ponen por los portales
los yonkis en papel de plata...


Donde dan sombra las palmeras
Y cobijos los soportales,
Allí, abajo, en la calle,
Pasean la condena y el pasado,
El despropósito y la esperanzada,
Entre hilos de sedas bordando
Azules en el cielo que huye cada mañana...

Los caminos son diáfanos ríos de vida
Que van muriendo al sonar un claxon.
La tristeza rebosa por las aceras,
Se cuela por las alcantarillas,
Donde galopan caballos de arena
Que golpean con rabia la oscuridad.
Donde navegan cáscaras de nuez
Sobre aguas turbulentas,
Que fluyen con crueldad
Los bajos de esta ciudad
Y ahogan a los que una noche huyen
Buscando otra ciudad...

La ciudad gris,
Metida entre cementos,
De edificios altos y muertos,
Donde se ahorcan las antenas
Y las ventanas, entreabiertas,
Anuncian que se escapa el aliento
Del último sofoco enamorado...

La ciudad gris,
Con su ausencia de besos...
La ciudad gris,
Con su olvido en abundancia...
Y yo, que ya no pido las fragancias
Que me recuerdan tu voz...
Yo, que imagino el olor de tu cuello,
Enmarañando con mi destino el pelo
En una pelea atroz donde peleo
Contra mis nulos recuerdos
que nunca me han vuelto a hablar de ti...

Imagino si acaso la cama revuelta,
En soledad, la almohada blanca,
el techo blanco, al que le ronda la sombra de una persiana,
a la que el primer sol le dispara
haciendo caminos de vuelta
en mitad de la propia mañana.

Así, por el este, curtido el albor
Que hierve en la ducha con el agua que hierve,
Que niega la escarcha,
Que nos hace ciegos cuando todo acaba,
Entran los primeros rayos que todo lo encienden...
Me quedo tumbado mirando la nada
Con mi infinito rubor,
Pensando si acaso mañana,
Cambie el cielo de color,
Y sea un cálido naranja
El que contamine mi ciudad gris
Por donde pasea mi alma....

Y emerge, tras de mí, y de ti,
Si te giras a comprobar su belleza raquítica,
La ciudad gris,
donde muda la noche
Se quiebra de nuevo al día...
Y vuelve el tráfico a gritar con furia,
Y la vecina calienta su cafetera con otra tertulia
En la radio que dispara a matar...
Repasas la resaca de la última noche sin besos
Mientras la calle regresa al paseo,
A las carreras de niños, los carteros con sus correos,
que anuncian despedidas, amores sin excesos,
facturas retenidas y lágrimas que redimieron,
vanas pasiones,
mentiras arriesgadas,
y los muy oscuros objetos del deseo...

La ciudad regresa a batirse
entre el suelo condenado
Y el cielo que niegan las nubes,
dando su espalda
Al mismo cielo...

La vida intenta cubrirse
Con un manto almidonado,
Pero vuelven los coches, los buses,
Las motos, el tráfico desolado,
Y el mismo cielo...

Las farolas retornan haciéndole cosquillas al viento,
que sin reír nos abandona en azotes
Que todo lo refunden para irse más lejos...
Camino del cielo, invierno.

Frío y soledad absoluta.
  
La puerta se entreabre, abajo,
en la panadería.
Donde las señoras disputan
Porque la bolsa ya no se llena
Más que de penas y de lisonjas...

¿Y qué nos queda de la ciudad gris?
El paseo de la mano,
el banco compartido con el anciano.
Un banco que aún guarda el calor.
El árbol, que no es tan verde como antaño.
El suelo cubierto de hojas perdidas
Del otoño pasado...
Y una fuente, a lo lejos,
que habla de juventud y de esperas...

Por la tierra seca que hay bajo mi ventana
caminan las hormigas con sus cáscaras de pipa,
a los lomos, buscando el calor y una rendija
por la que morir tierra adentro.

Y buscan, maullando, los gatos saciar el hambre
que injusta se les clava junto al pecho.

Y ladran los perros sueltos,
con bozales que les ahogan
y les niegan un penúltimo ladrido...

Abajo,
en la calle,
entre el infierno y la botica del entresuelo,
rezuman los llantos de las viudas
y la desmemoria de los resentidos,
que alzan el vuelo
buscando alguna ventana por la que colarse.

Invierno de verdades descubiertas,
de nubes negras que todo lo niegan...
Frío en la noche.

Y en la tarde,
En las últimas horas de otro día sin suerte,
Un reloj condena a muerte las saetas
Que pasan rápidas a ratos,
Lentas por momentos,
Colgando del destino
La desesperanza y el hastío.

En la gris tarde,
Que apura las horas de otro día sin suerte,
Los desenamorados se engañan por la espalda
Por donde se clavan los puñales
Que no hacen derramarse la sangre...

La ciudad gris es un todo de nadas,
Un plano hueco
Donde las almas
Pierden sus sueños
En cada esquinas
de cada calle...

La ciudad gris
Es un planeta sin lunas,
Donde alcanzan en silencio
Las penas
Una edad madura
Que me hacen más viejo...

Invierno de soles caídos,
de nubes que todo lo cubren...
Frío en la noche
      De una ciudad gris...

_______________

No hay comentarios:

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...