martes, 30 de octubre de 2012

OCTUBRE ENTRE NUBES


¿Te imaginas si saliéramos hoy a pasear? Me gustaría caminar contigo, al lado, contándote cómo se me van los días y las ideas, como pierdo mis mañanas y tu mañana, como juego a imaginar y lo dejo enseguida sobre la mesa... Me levanté esta mañana con las nubes en el cielo sin imaginar que hoy sería un día nublado, porque no hubo nada ayer ni hoy que me hiciera preocuparme de las nubes. Porque últimamente intento que no me preocupe nada y no sólo por no remarcarme el rostro con las arrugas que rasgan las inquietudes. Me gustó el otoño de hoy, el que huele a caldos recién hechos que me devuelven a la infancia de aquél pueblecito pequeño de eras y chimeneas y que me invita a enfundarme el batín sabiendo que en breve será una piel que mudar porque de poco nos valdrá. Se nos vino en este octubre improductivo el invierno encima y nos condenó a perder los insomnios y rehacer los días.

Me gustó encontrarme con el frío sostenido y ni me dieron pereza las gotas que rajaron de arriba a abajo el pequeño poyo que me separa de la calle. Ni siquiera la lluvia. Me sorprendí comiendo unos fideos calientes, con mis padres alrededor de la mesa y mi mente pensando en un café de tarde, en una reunión de claroscuros, en un acto que me recordaron y no recordaba o en una invitación al teatro. Y al final, ahora, que es el principio en realidad, siguiendo el horóscopo de la revista que me regalaron el domingo, pienso que tengo que salir a encontrarme con esa socialización que nunca perdí y dejar que vayan pasando cosas...

Calculo entre horas, y no sin cierta resignación, a saber cuál será la próxima señal, el próximo mensaje, la próxima brisa calculada entre nubes grises... Como si cualquier cosa que viniera desde fuera nos dejara el camino libre de nubes, aunque no me importe que esté todo tan nublado... Me siento en casa, al borde de la silla, como un abismo de serenidad y me entretengo entre las teclas y las palabras, los sueños y las esperanzas, pensando más a menudo de lo que siento y de lo que crees en ese camino largo, acompañado, bajo el manto de grises nubes que contagiaron este martes con olor a otoño.

¿Te imaginas si saliéramos hoy a caminar al borde de la mar misma donde se baten las olas y la arena, donde se esconden mi misterio y tus anhelos? Sueña con esas huellas marcadas contra la oscura arena que deshacen las olas, siente como yo ahora, la chaqueta abrochada y la bufanda enroscada, dejando sólo los ojos que se batan a fuerza contra el frío que zozobra y caminemos... Bajo el cielo nublado, como un paraíso lejano, hasta de mí mismo, donde se envuelven las esperanzas que ya no espero y las desesperas que hace tiempo no me desesperan. Es como si el reloj se hubiera detenido: de repente. Dejaron de sonar las saetas en su paso fatigado, condenado, como un paso de procesión que rítmicamente se balancea contra la sobriedad de la noche. Así, yo, de igual manera, me mezo aquí y allá sin sentir más que el bamboleo. Sin esperar más, ni tan siquiera que resuenen en la madrugada los quejidos de una trompeta que se rompe de dolor...

Paseemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ha salido el sol...¿pero ha salido el tuyo? No esperes la brisa cuando esté nublado, tendrá que estar todo despejado para que te llegue todo claro, tanto los pensamientos como la brisa.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...