martes, 5 de junio de 2012

Y EN ZARAGOZA UN CAÑÓN...


Las últimas horas fueron de aúpa. Suena ahora "Qué no daría yo" de Rocío Jurado en el ordenador porque mi Inma Guerrero me la ha dejado en el muro del face a modo de regalo, que se agradece, porque no he oído una bulería que rasgue tanto ni más... ¿Qué no daría yo por empezar de nuevo para contar estrellas desde mi ventana? Qué fantástico... Lo dicho. Calor y mucha actividad en las últimas horas, tanto que como un jet lag cateto y provinciano me olvidé del dos de junio, que estuve en Zaragoza y escribiendo en el blog, me recordó ayer mi hermana por teléfono, que me salté una madrugada en el recuento de días de la última entrada. Vamos que hoy es cinco de junio. Fetén. El fin de semana fueron amigos y risas, la boda de Ignacio, la previa, la cita y la resaca. Y no hablo de resacas de alcohol, hablo de resacas de risa, de fiesta, de mandíbulas doloridas, de cuerpos que piden descanso... Dormimos unas siete horas en todo el fin de semana.

El viernes me pasé por la presentación de los bocetos de Conde Salvatierra, rápida visita a Belda, Elenita y Boro. Me fui andando veloz a Cyrano porque me recogían Tato, Gemma y Jose para irnos a Sarrión. Iba whatsappeando a la vez con mogollón de gente y entrecruzando la ciudad. Qué ciudad tan bonita, por la calle Colón y la Gran Vía, surcando Reino y a Pintor Salvador Abril... Hoy lo pensaba, hace nada, en un concierto de la asociación de Castilla La Mancha que si no hubiera nacido en Valencia, creo que lo hubiera deseado siempre... Llegué a Cyrano y esperé. Me recogieron y nos hicimos camino a Sarrión. Compré hielo en Aravogue y cenamos llegada la medianoche. Y echamos unas cuantas horas más en la fiesta retro de la casa de Jarque (Retro Jarque's Party!) hasta las seis de la mañana, a risas y carcajadas. A mitad noche me levanté y escribí en el facebook que hacía mucho que no me reía tanto con mis amigos. De verdad, fue algo espontáneo, divertido, alocado... recordando los amores de juventud y las desdichas de una adolescencia apenas enterrada. Fue divertídisimo. Y me colmó de felicidad. Hacía tiempo que no gozaba así. Que no lo hacía de una manera tan distraída y tan relajado. Hacía bien que no me sentía tan feliz sin estar pendiente de nada más. Y fue especial, una noche que de verdad me gustaría poder repetir, y con otras personas también.

El sábado nos despertamos al nada de acostarnos. Nos acercamos a González a tomar un cortado (¡Dios nadie hace el café como mi amigo Manolo!) y desayunamos sin prisa pero sin pausa. Regresamos a casa de Gemma, recogimos con urgencia e iniciamos camino a Zaragoza. Espectacular apartamento en Ramón Pignatelli, apenas a diez minutos de la Basílica andando. Comimos bajo una calor sofocante (muy sofocante) y nos hicimos una siesta empapado en sudor. Nos levantamos para llegar a San Cayetano, la iglesia donde Gacho y Mónica se dieron el "sí" quiero, mientras la lluvia fuera caía a plomo y nos tomábamos un vino blanco enfrente de la iglesia (en el bajo de una calle donde el poeta Martí vivió en Zaragoza, lo que son las cosas...). Nos cogimos bajo el agua el autobús y llegamos a la hacienda Las Flores. Espectacular llegada, espectacular picoteo, espectacular cena (de comida, el espectáculo lo aportamos nosotros, como no) y genial discomóvil bajo el techado miesntras afuera era todo lluvia. Boda lluviosa, boda dichosa...

Nos fuimos a casa rondando las seis de la mañana y caí empujado por el calor y los ronquidos de Jose. Nos levantamos. Ducha y comida después de visitar la Pilarica, la Seo, el puente de Piedra y los alrededores de Zaragoza Centro. Comimos, recogimos los trastos y para casa. Llegamos hasta Sarrión, recogimos a Akira y llegamos a casa. El cansancio era brutal y, pese a todo, no me acosté pronto. Alargué la madrugada...

Ayer al final salí a correr, no me apetecía nada, imaginad, pero me empujé y me vino bien. Eché el día entre la casa, la siesta, el sol, la reunión del grupo y la comisión de Cultura donde me tocó cumplir como portavoz. Quise escribir, pero se me echó encima el tiempo y el insomnio compartido con Pablo vía face y con DM, que es ave de noche.

Me fui a dormir. Hoy todo es calor. He arreglado algo la casa, poco o nada. He salido esta mañana al despacho y he cocinado un espectacular salmón con ensalada. La tarde: calor, sudor, siesta y reunión en el partido, acto de Castilla la Mancha y apuro ahora letras para preparar una ensalada y largarme ya a la falla. Tenemos ensayo de teatro. Me llaman de Radio 9, esta semana no puedo ir, les digo, voy a tope. Y la verdad es que no paro nada... Y menos que voy a parar, tengo la sensación.


No hay comentarios:

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...