lunes, 25 de junio de 2012
¡MUCHO GUACAMOLE!
Como un yunque, la calor me aprieta contra el suelo. Según la tele, el resto de España anda pasándolo peor que nosotros. En casa se mueve ahora algo el aire y refresca, pero mi cuerpo es un surtidor de sudor que repreta a 35,7 grados. Me voy a la ducha y de reuniones, la tarde del lunes, resaca de San Juan en Alicante, se la dedicaremos al partido.
El fin de semana fue una fiesta, mejor aún de lo que se esperaba, yo creo. Nos recogieron en casa de Angelita, Noe y Javi. Yo venía de comer en el Zen, despedida antes de verano y apuramos los sushis antes de emprender el tú a boston y yo a California, aunque con distintos destinos. El camino a Alicante fue una risa en el coche, entre Pedroabad y Nusico. Llegamos a Alicante y Gerard, el anfitrión por excelencia, nos recogió en la rotonda y nos condujo al hotel Goya. Esperaba que en cualquier momento los Alcántara salieran de alguna habitación: tuvimos juerga a costa del hotelito de marras, barato y diversión (¿qué más puede uno pedir en tiempos de economía de guerra?) y nos organizamos para adentrarnos en el mundo fogueril. Lo hicimos primero con un vinito en Los Luceros y un jamón que quitaba el sentido (y el recuerdo de las crisis, las primas de riesgo, la Merkel y el sum sum corda). Luego nos cambiamos en el hotel, nos preparamos para la noche y nos fuimos a cenar a El Antojito un sinfín de tapas y un sin parar de vinos blancos alicantinos, que fresquitos son la delicia. Echamos primero el resto y las risas en la orquesta de la misma puerta. Se nos habían unido Laura Caballero con su hermana María y Paula Díaz. Luego, caminamos hasta la verbena del puerto, que actuaba Sandra Polop con La tribu. Y nos encontramos allí con Valencia, con la mora y con la cristiana, hasta que se hizo de madrugada. Nos encontramos con media noche y nos halló el sentido común cuando decidimos ya abandonar La Marina, agotados por el cansancio y con ganas de reencontrarnos con la cama, que ya tocaba.
El sábado hicimos poco más de lo mismo. Comimos en casa de Merche y Gerard, llegamos a la comida tras compartir unas megatostadas con la mascletà de Hogueras. Y pasamos la tarde en la piscina, entre chapoteos y solanas. Empezaba España a ganar la Eurocopa con nosotros volviendo en el metro. Nos cambiamos en el hotel. Llegaron Sandra, Laura, Sergi y Nieves, seguidos de Laura y Paula. Repasamos la noche anterior y tras la victoria contra Francia, nos fuimos a la Cantina, a cenar mejicaneo puro y duro. La noche fue una risa, una fiesta, entre jarras de sorbete, canciones de la antigor y guacamole. ¡Mucho guacamole! Luego fuimos a Hernán Cortés, pensando que habría más fiesta. Hasta Santa María, pensando que habría. Y nos reencontramos, al final, con la hoguera del puerto y la barraca de la noche anterior, donde echamos ya el resto del fin de semana. Volvimos a esperar que madrugara, de nuevo en Santa María, echándonos las últimas risas que nos quedaban...
El domingo consagramos el día a no hacer nada: piscina y sol. Comimos en un restaurante un arroz a banda espectacular. Nos fuimos a casa de Gerard y Merche, una vez más, y me dejé una siesta debajo de las palmeras. De noche ya, partimos, antes de que el fuego se lo llevara todo... Ahora noto algo de brisa, pero el calor es aplastante. Y viene así toda la semana. Por cierto, hemos rebasado los cincuenta mil, en breve os cuento las cosas que me habéis enviado para celebrarlo...
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