Sueños en blanco y negro, con aquella canción... La big band sonaba en la sala. La noche caía sobre nosotros y la madrugada nos hizo bailar... Bailar sin parar ni un solo momento. La fantástica orquesta tocaba "Begin the Beguine" y yo, como Fred Astaire, bailaba sin parar. Tú, al borde del mar, apoyada en la baranda, que el rocío enfrío, sujetabas en tu mano la última copa de aquella noche. Miré como la luna teñía de plata el mar. Aquello parecía que detendría el mundo toda la vida... Por un segundo, te miré, cogí tu copa y la lancé al mar... Te amarraste a mi cuello y yo a tu cintura... Bailamos. La orquesta sonaba cada vez más lejos... ¡Qué pasada de amor! Caminito de Cuba fui buscando tu remedio, mi pasión... La caída de la luna nos pilló mirando al cielo. No quedaba ninguna estrella... Y allí, amarrados junto a la baranda del barco, me dijiste "Siempre"... La música sonaba a lo lejos.
martes, 3 de febrero de 2009
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