lunes, 12 de mayo de 2008

EL SUEÑO DE IBIZA



Soy incapaz de explicar qué me atrapó de Ibiza, porque más allá de una pasión pasajera o la ilusión por encontrarme con un rincón nuevo, el primer viaje a Ibiza se convirtió en un enganche para toda la vida. Sé que no fue por las cosas que hice, más fácil que fuera por las que no hice. No hubo excesos, sólo una paz interior, una sensación de recargar pilas, de coger energía... De vivir.

Desde entonces he vuelto cada año. Con sus aglomeraciones estivales y todo, Ibiza me apetece. Es un lugar sagrado, un paraíso en forma de isla blanca con un aire especial y un silencio de todo en calma. Me gusta perderme en las calas, buscar el sabor pagés de su comida, sentirme libre en el agua, el mismo de mi Mediterráneo, gozar hasta altas horas de la madrugada y sentirme en libertad. Eso es, la libertad. Ibiza me gusta porque es libre y libera, porque es distinta, porque es muy especial.

Allí he ido con muchos amigos, en ocasiones distintas... Siempre me ha valido de algo, siempre he vivido con intensidad cada viaje. A muchos de los que fueron, les enseñé la isla como quien enseña su casa, porque en Ibiza me siento como en la mía propia, porque me siento de allí...

Cuando llegan estas fechas, Ibiza resucita en mí, como pidiendo salir de tanto silencio y olvido. Entonces, poco a poco, voy mirando, organizando, buscando, encontrando... Encontrándome a mí también. Y vuelo o navego, y llego a Ibiza. Llego a mi sueño...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es la isla que conecta con el alma de todos y cada uno de los que la visita. Su verdes, su azul, su Sol, sus puestas de Sol...

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