lunes, 30 de marzo de 2015

QUE ME LO NOTO...


Es un lunes malo. De los de fin de semana después de cambio de horarios, de los de dormir menos de lo que querría, de los de arrepentirme cuando miro el reloj. Con un sobre esfuerzo de horas y días a los lomos y mezclando risas y proyectos, alegrías y mañanas, como única vitamina. El viernes comenzó todo a primera hora de la mañana y se alargó como si se acabara el día. El final del mismo, en torno a una mesa y una urna: elección de presidente en la falla y por sexto año consecutivo con ganas de empezar el proyecto. La noche siguió luego en Cyrano y el sábado con dos actos, Rambleta y Torrent. Comí en casa, pero no sé qué. Tomé un vino con Noe y Javi, porque teníamos cena en Cuba Denia por la noche de presidentes y Falleras Mayores. Se acabó tarde. Pasé con mi fatiga por Cyrano y en taxi a casa. El domingo, altar y comida en casa de Eva y el resto de la familia fallera. Fui feliz saltando en la colchoneta... y hasta ahí el fin de semana. Derrotado, Cansado. Mayor. Que me lo noto...

Esta mañana el lunes se hizo infierno. No apetecía nada poner los pies en el suelo: enganche de espalda, nervios, cansancio y fatiga. Fatigas. Me dan fatiga muchas cosas: ni el trabajo ni el moverme. Me fatiga el hoy y los egoísmos. Cada vez los consiento menos. Porque también como cada vez me empeño en decirme que voy a ser más egoísta pero nunca lo consigo, acaban jodiendo los egoísmos ajenos (esto tiene nombre de película de Almodóvar).

Hay quien se cree con el derecho a tensar las cuerdas siempre que le apetezca. Me da pena. Sobre todo, porque yo creía que hay gente que ya me conoce lo suficiente como para no arriesgar. ¡Pues mira no! Siempre hay alguien que se levanta con pies de abril, con ganas de romper el juego, o de poner una piedra más en mi camino lleno de piedras... Aprendí hace años a saltar vallas. Que nadie se agache a poner una piedra más en el camino: porque la saltaré. Me cueste lo que me cueste. Me fastidia esos egoísmos chorras de la gente que intenta reivindicarse haciéndote daño. No es mi juego, nunca lo ha sido. Allá cada uno, cada una, con sus pataletas adolescentes. Mi tren en estos momentos tiene la carga suficiente que busco a quien la aligere, no a quien intente cargarlo más. Yo creo que está claro. Meridianamente claro, que es una frase que no comprendo... Las cosas, que son así.

Y en mitad de la mañana Leo cuelga una foto de Rául, suya y mía en las cataratas de Sri Lanka. Y le escribo para decirle que hace días que anhelo aquel paraíso. Y sueño, recuerdo, el agua caer, la lluvia improvisada, la comida de especias y arroces, el cielo quebrado y la lluvia incesante. Y me iría allí de nuevo... Allí, donde los días se perdieron.

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