miércoles, 25 de marzo de 2015

ALIVIOS



No soporto los nervios del estómago, los que se conectan directamente con el corazón. Me duelen porque me entran siempre vía vena ajena, por cosas que no me son propias, mías, pero que me afectan. Me duelen cuando hay que levantar el telón, porque se enganchan con una fiereza que convierte al gatito en león. Pero no rujo, porque me duele tanto el estómago, que es lo más cerca tenemos de las entrañas, que callo. Y en silencio busco ausencias, sueño, dormir, desaparecer... Entro en época de pocos descansos, más aún tras las fallas. Con alguna buena noticia: nació Júlia, la hija de mi amigo Miguel Ángel, hoy al felicitarlo lo descubrí. Y regreso a las calles sin lluvias, de asfaltos perdidos. Me duelen los nervios, los que me provocan la gente a la que quiero yo que quiero a raudales. Así son los ríos de mi sentir, que van a dar a la mar. En quince minutos alzamos de nuevo el telón. Se apagaron las últimas cenizas de Noscarmientas y toca volver a la tele. Pasé mi día tomando un café aquí y otro allá. Me acerqué a casa de mis padres a comer, conejo al horno. Me regresé a la sede. Me encontré con Semi. Luego Pepa, Gloria con Paula, Alejandro, buscando en peregrinaje un bar donde tomar un café. Pasé por casa para recoger la ropa que sacar en la tele. Taxi y café con Piera. Ordenador, preparando la función de la noche, mientras los nervios de mi mala fe siguen agarrados a la tripa. Enseguida arriba el telón, rematado por mucha gente a la que sentar en plató. Luego calculo que ceno con amigos, quiero volar, salir, olvidar este dolor,... Pero creo que no habrá alivio hasta la ausencia, el sueño, dormir o desaparecer... La vida, que me sacude así.

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