El fardatxo se ha agarrado al hierro del balcón y yo creo que se ha quedado fundido por exceso de calor: la Virgen. Hoy se rebentó el termometro, el aire acondicionado ha quedado estrenado y la casa bajó de los 36,9º a los 26,9ª con los que me engaño ahora... miedo la salida a la calle.
Hablé por teléfono con Aurora que ya me rondaba días y me contó cómo se va habituando a la vida maternal. Me levanté cansado, aunque antes de que sonara el despertador: anoche nos acostamos medio tarde, viniendo de casa de Raúl, ultimando los detalles de las vacaciones que no ansio, tan solo espero. Y ganadas, vaya que sí.
El miércoles tuve tele y luego cenamos en el Foster's Boro, que venía cenado, Edu y Kike, Elena (que nos faltaba desde hace semanas) y Laura. Lo pasamos genial como siempre. Calor adivinado ya en la vuelta a casa del taxi.
Me queda por delante otro fin de semana sin parar, como si paráramos en algún momento. Eso sí, me he clavado ya un capítulo nuevo de B&B aprovechando el aire acondicionado. Voy a la ducha y a seguir con la marcha. Tengo inauguración de feria del comercio y después, como dicen los mallorquines, Déu provirà.
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