viernes, 25 de febrero de 2011

INTUICIÓN

 
Una inspiración, una voz. Una sensación. Algo. Soy intuitivo. Dejé de serlo hace unos diez años por miedo y últimamente he vuelto a la zaga tras una época donde mis pensamientos y mis realidades no se correspondían en su proporción de videncia, ni de evidencia... Pero últimamente he tenido mis respingos de sensación, que descubro ahora al escribir, había perdido. O dormido. Intuición...

Hoy he recibido tres noticias de amigos, de las que no puedo hablar: dos buenas y una no tanto. La primera fue en las primeras horas de la mañana. Y yo que intento ser un tipo feliz, que me alegro de las alegrías de mis amigos y que he atado cuerdas fuertemente con algunos que aparecieron de repente, me he desayunado (metáfora) con una feliz noticia de la que ya hablaré y comentaré cuando sea menester por no destripar nada...

Al rato, por intuición, pura y dura: la segunda buena noticia. Con un amigo al frente diciéndome algo que le adiviné yo. Y muchas más cosas. Y me dijo que soy grande como amigo. Y le dije que él más. Para algo somos amigos, ¿no? No te pude decir la felicidad que me produjo constatar lo que te adiviné... Me alegró mucho porque tus cosas bonitas son las mías también.

Por la tarde una llamada y noté que tu voz no era la tuya ni tu gesto el de siempre. Y yo que te hacía feliz sentí por dentro una pena por no haber estado cuando debí y en el lugar que me tocaba. Pero al oírte sonreír otra vez, me dí cuenta de que lo importante es salir a flote. Mirar hacia adelante, en positivo siempre. Y tú lo harás. Porque te toca y porque te lo voy a pedir, y como sé que harías muchas cosas por mí - no digo que cualquiera - lo harás: porque me lo debes. Te quiero fuerte y con seguridad. Batallando. Porque me tendrás de la mano también en la batalla... ¿Vale? Después, cuando pase el tiempo, y sigamos hablando por teléfono nos daremos cuenta de cómo saliste del bache y que era menos profundo de lo que tú creíste...

Te pido una cosa: recuerda una comida junto al mar y un paseo en la tarde. Antes ya caminaba a tu lado y desde entonces, aunque no hayas sentido mi mano, te guía en el camino porque nuestro camino es el mismo. Por eso, por aquella tarde de mar, de brisas y sueños, de sal en los labios y en el alma, porque estuvimos y estaremos, te digo que adelante. Y que aquí estoy. Para algo somos amigos... ¿No?

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