martes, 1 de febrero de 2011

EUFORIA


Esta foto me ha gustado desde el día que la vi... Me huele a euforia. A trabajo, desde luego, escondido tras un disimulo de afición, a currito, a colegueo, a ganas de hacer, de hacer algo, de hacer algo más... Ayer, hablando por teléfono con Angelita, y sin venir a cuento (ni a cuentas) me atracó la idea de los adioses en los últimos tiempos. Adioses mudos, porque yo sordo no estoy a los finales: adioses que no oí. Que se fueron sin hacer ruido o intentando hacerlo, aunque nadie se para a escuchar afortunadamente. Recordé ayer los adioses dolorosos, los sorprendentes, los ilógicos (bueno ilógicos todos, la verdad, así los siento...). Los adioses me duelen en mayor o menor escala: y he aprendido a despedirme, incluso cuando me dan con la puerta en la nariz... En las narices.
Me mandó un mensaje mi amiga: los que te odian querrían ser como tú. Y me dice que me lo aprenda... Pero como mi mundo es otro, me cuesta entenderlo. No lo que me dice ella: si no que haya gente cuyos mecanismos sean tan confusos... Hay gente que necesita manual de instrucciones. Yo, pese a mi complejidad de recovecos fuertemente estructurados, creo que son bien sencillo. Sólo me enfado cuando tengo hambre, sueño o aburrimiento: Ángeles dice que no se puede ser más elemental... probablemente. Pero en este mundo de idas y venidas, me encanta ser así. Aunque se presuponga que uno es mucho más complejo, mi resumen es sencillo: si quieres, bienvenido; si no, hasta luego. Y si pretendes irte haciendo ruido: que te den. Hace mucho que aprendí a disfrutar la vida. Hace tiempo que cogí el paraguas del hedonismo y dejo que me salpiquen las gotas de placer, alejándome del dolor, cada vez que llueve... No he tenido una vida difícil, ni mucho menos, hasta el momento. Pero sí que he tenido una vida mucho más cargada de experiencias que otra gente... Vivo a tope. Por eso, cuando se desatan alrededor tormentas que podrían acabar por arrancarme el paraguas, intento agarrarlo con fuerza, y dejar que escampe... No tengo ganas de batallar por causas perdidas. No me apetece. Y, probablemente, sea un egoísmo bárbaro, pero no pienso perder ni un solo segundo con gente que me ha demostrado que no se merecen ni un segundo de sus propios tiempos...

Ángeles, una vez más, es mi filosofía de sobre de azúcar... Abriendo ojos, de nuevo.

Pd: La foto me gusta mucho, desde que la hicieron. Soy yo a tope, actuando vale, pero a tope... A tope de muchas cosas. Me gusta cuando me siento pletórico (que es más a menudo que la media, afortunadamente. ¿Por qué no probáis?).


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