martes, 30 de junio de 2015

ESTA PAZ QUE INQUIETA


Me viene continuamente a la cabeza el refrán aquel de "Dios me libre de las aguas mansas que de las revueltas ya me libro yo". Y no me gusta. En esta sacudida vital que trae el poniente, el exceso de quietud deja la cabeza libre. No ando rebuscando nada, ni mi cabeza se revuelve a menudo contra nada ni contra nadie. Simplemente, ahora, con las piernas condenadas contra el suelo en dolor de calor, de ese que agarrota los músculos, empiezo a descifrar un entramado cercano que ni es real ni tiene porque serlo, pero que tiene visos de negror, de tormenta que no llega.

Por lo demás ando más o menos como siempre. Ayer comencé a escribir cuando Sunday y Martina se cruzaron en mi vida. Esta tarde participo como jurado de Masterchef Italia. Y ando a la espera de que los papás me confirmen si el jueves nos juntamos o no, mientras whatsappeo con Carol y Sergi a la espera de darle fuego a la traca. Me llegan mensajes sobre gente que hace su camino a costa del mío. Y no me río, pero reconozco que me da igual. Si hace años esto hubiera pasado, habrían saltado los resortes de mi propio yo rebelándose contra el mundo. Y no he perdido nada de revolucionario, nada. Pero reconozco que esta madurez precoz me ha llevado a relativizar las cosas y a tomar más cafés al día.

¿Por qué una caracola? Pues pueda ser que porque tiene aspecto de escuchar al tiempo que lleva por dentro su sonido. O porque está en el mar, que es donde me imagino ahora. Por primera vez he visualizado las ganas de Ibiza, mi tesoro escondido del que todo el mundo conoce. Voy ultimando una cena con los compañeros del "Tot és Festa" para mañana como cierre de la temporada. Y pensando en otras cosas...

Sea como sea, mi vida vuelve a estar sacudida con una calma inusual. Y me siento a ratos culpables de querer ronronear más fuerte porque esta paz, inquieta. Quizá si acaso como el mar, yendo y viniendo, me podría dejar un poco más de margen para no echar en falta lo que tuve ni querer remediar lo que no hay... dejarse llevar, también es verdad, nunca fue lo mío. Ni cuando decidi dejarme empujar...

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