lunes, 21 de abril de 2014

NO PUEDO JURARME NADA...

En España tenemos lunes que no son lunes, o que lo son de tapadillo. Hoy era lunes de Pascua, pero hubiera perjurado que era domingo. Mañana será martes, pero tira a lunes de espaldas: las cosas como son. Me apetece mañana calzarme las zapatillas y volver a correr o retomar la piscina. Apetece, la verdad. Pero reconozco que me emociona más el pensarlo que hacerlo. Algo me dice que la tranquilidad por la que he atravesado mi Semana Santa (insólita) no es suficiente. Ni mucho menos.

Ha habido dos nubes y tres truenos. No se puede ni llamar tormenta. Me he quedado tumbado en el sofá, entre limpieza y limpieza de hogar, viendo una versión de una novela de Jaime Bayly. Me he dado cuenta de la cantidad de actores que aparecen y desaparecen del panorama como si tal cosa: Lucía Jiménez y Carlos Fuentes, por ejemplo. Estamos condenados a crecer y desaparecer. Quizá por eso, como cometas, importa la estela que dejemos tras de nosotros.


Ayer dejé mi domingo de Resurrección en Benifaió, comiendo en casa de Paloma. Fue mi salida tras obviar Moncofar con Vicente y Amparo, con los demás de la paella; y no ir a Cullera, con Javi y Vero de anfitriones, Amparo, Richard y demás. Nos plantamos en Benifaió, nos comimos todo, paella incluída con albóndigas (qué exquisita y curiosa es la gastronomía valenciana), unos helados de fetén y unas copas regadas con conversación de política y economía con Alberto, Laura, Paloma, Kike y Edu. Nos echamos la tarde decidiendo qué hacer: decidimos seguir por la noche cenando en un japonés de Conde Altea. Recogimos a Manu en la esquina de la falla y rematamos con un Cyrano cuando empezaba a chispear. Dijeron que hoy las temperaturas bajarían exageradamente. Yo esperaba algo más: algo de frío, que hubiera venido muy bien.


Tuve una conversación whatsappera llegando a Cyrano sobre mi "radicalidad" al hacer las cosas. Creo que a veces no sé explicarme. Y si lo hago, me quedo solo cuando de lo que hablo me parece básico. Me quedé con ganas de contestar algunas cosas. Pero llegamos al pub y la conversación se había cortado ya un par de veces. En cualquier caso, creo que lo resumió perfectamente: "Si es que, el que es así, es así". Soy así. Siempre pensé que para bien. Pero ya debería de empezar a dudarlo.


Han sido unos días intensos para limpiar, descansar, desconectar. Pensar. Escribir. He mirado poco, tan solo a través de un monitor. Y eso no es mirar. Sí que he visto: cine en casa (mi home cinema, como decía en Instagram). Me he decidido a abrirme cuenta privada, me apetece tener una red social para mí. Sé que es ilógico: pero todos tenemos derecho a hacer cosas que venzan lo irracional. Y mis caprichos, son sencillos y están pagados. Suficiente.

Mañana será martes, con olor a lunes. He leído un estado de whatsapp que me ha encantado: "Los domingos suelo jurarme que cambiaré de vida". Lástima que estemos a lunes, porque no puedo jurarme nada...

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