martes, 15 de abril de 2014

6300


El reloj da su hora. Las 23:30. Se cierra un día sin facebook, con mi corazón de perfil y los latidos del alma bombeando al cerrarse la noche. Colgué ahora el teléfono después de cincuenta minutos de decir con Gloria, esto y aquello. Cogí mi gabán y anduve por el hall de la estación. La luz atravesaba los ventanales como puñales certeros que se clavaran en el corazón de una Inmaculada. Como hormigas vestidas de luto, la gente se mueve a mi alrededor. Sentí lo que son los nervios agarrarse al estómago, y eso que perdí el final de la tarde en un paseo con sabor a respiro. Busqué una matrícula: la 6300, que confirmara mis deseos, al tiempo que intentaba apartarlos de mi cabeza. Mi paseo construye una jaula con versos de 14 sílabas, que se unen a mi ayer obsesionado. Y mi hoy, que camina con tal paso. Por eso, me dicta la razón y el corazón apunta, que mejor mirar al cielo, ahora que los días se alargan. Encontré el 6310 y el 6399: muescas de esperanza para un revolver que dispara a viejo.

Me levanté después de despertarme. La primera vez a las 3:45, pensé que llevaba más noche hecha. La segunda, a las 8:30, me dejé llevar por el inicio del día, remoloneando bajo el edredón que perdió su funda. Me gustaría acabar de limpiar la casa. Me subí a la báscula: 86,700. Ni en esto encuentro los números que busco. Salí a la calle y entré al despacho. Hicimos cuentas Pepa y yo, las del barquero, en excel. Salí y compré algo de carne y cociné carne con cominos, que me repitieron toda la tarde... Algo de ordenador, jugando a olvidar todo esto que tengo tan pendiente. El corazón sufre, siempre. Y lo alimentamos con esperanzas. Me fui a la calle Quart, a una charla de redes sociales y decidí regresar a casa por el camino de San Fernando. Cuando la noche se hizo oscura, cené y vi la tele hasta que sonó el teléfono. Recién cuelgo, ahora que me voy a los sueños... Anoche soñé con que Aurora se casaba (se lo hice saber por whatsapp, en estado de buenaesperanza, como se halla). Y hoy, no sé con qué soñaré... Si acaso, dormir ya es bastante, porque ni los latidos escucho...

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