Necesito escribir. No sé si lo necesito o quiero. Pero necesitaba cerrar este día, lunes, con unas líneas. Las cuentas del blog no salen. En doce días de mes no hemos llegado ni a 300 visitas. Y eso es el mejor indicador de que yo no estoy cumpliendo... Y tengo que cumplir. Tengo que cumplir, ahora más que nunca.
Acabo de ver la final de "Tu cara me suena". Ha ganado Roko porque a veces en las pelis no ganan los malos y ganan los que tienen que ganar. Es fantástico. Hoy es doce de febrero, pero me desperté siendo lunes y 11. El 11 de febrero, por alguna extraña razón, tiene fuerza en mi calendario vital. Papá y mamá creo que abrieron la tienda tal día como un once. La Lina partió de viaje a los cielos un 11 de febrero... Y, hoy, lunes, no han parado de pasar cosas para recordarme que es un día señalado.
Hace frío. Anoche me acosté con la sensación de que ésta era la noche más fría del invierno. Ahora, el pie apoyado sobre el suelo está helado y me quiebra aún más la sensación de que este blog se deshiela. No por querer, por falta de atención. Necesito enfocar. Enfocar de nuevo la vida. O parte de ella.
Me desperté y pasé la mañana en casa, haciendo poco o nada de lo que tocaba. Fregué con Pepa al teléfono y nada más. Con Mabel hablé algo, poco. Me dice Mabel que hable lo que tenga que hablar y le digo que la única manera de no preocuparme en estos momentos es el silencio. Y abogo por él. Porque tengo otras razones que llevar adelante, que tampoco sé a ciencia cierta cuáles son porque no las enfoco. Como debo. Como corresponde. ¿Como me apetece? Pues eso es lo más básico. Lo que me apetece y lo que no. Y sigo renunciando...
El silencio continuo cae como copos sobre la nevada tejada. Y apartado del viento siento que me apetece la palabra y el verso loco. Pero me encierro en mí e imagino de nuevo, y pienso, recorto y pego. Y cuando lo pienso, realmente, sé que no es mi mañana. Pero cae la nieve. Y tengo la sensación de que tan sólo necesitaría pasear por encima del tejado nevado. Blanco, como mi ayer. Como el recuerdo que mantiene vivas ilusiones y desesperanzas...
Me pasó aquello de pensar en alguien y no escribirle y que a la noche me escribiera. Cuando realmente no lo esperaba. Y pensé que era el 11 de febrero, que me marca siempre perplejo ante el espejo. Mientras escribía unos versos contrarreloj para la falla del Mercat, encargo de madrugada. Y ahora que ya los envié, quise escribir. Escribir por dejar constancia de mi último 11 de febrero, que ya fue ayer.
Comí entre aromas y promesas de mañana. No me dejé llevar por el sueño, que me embriagaba frente al televisor y acudí a la sede porque a las seis teníamos reunión de Ejecutiva. Nos reunimos.
Han venido hoy a mí recuerdos del pasado con sabor a libertad: la que los necios no tienen. La que les negaron a los atormentados, las que ahogará a quienes hacen del mal su espada para ir derrotando a los demás.Y ha venido por la noche, de evitar soles y lunes, de evitar secretos, de evitar esperas, un mensaje que me sorprendió y que me hizo pensar las puertas que se abren.
Hoy me voy ya. Con mi 11 de febrero enterrado. Con una entrada que sabe a versos. A versos en la boca. Pero que me apetecía escribir... No sé si siguen vuestros ojos lectores al otro lado del cristal mirando cómo se caen las hojas en este invierno. Probablemente este febrero no tendré tantas visitas como otros, o como otros meses. Pero me están empezando a pasar cosas que harán que algunas cosas empiecen... Aunque ya no serán este 11 de febrero.
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Posdata para la Historia: el Papa Benedicto XVI renunció hoy 11 de febrero a su cargo.
Posdata para la Histeria: las guerras, no las batallas...
Posdata para la :Fortuna: aparece. De repente. Cuando no se espera. Y entonces enamora más... ¡Oh, fortuna!
martes, 12 de febrero de 2013
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