Nos hicimos un desayuno continental, no por el contenido que sí por el continente. Nos sentamos en familia, ellos que lo son y yo que me adapto, y nos preparamos los vasos de leche y las tostadas y preparamos la salida. Leo y Vitín organizaron la ruta. A mí el cuerpo me pedía Portinatx porque desde que la descubrí me parece la cala de aguas más bellas que conocí. El alma me pide recuerdos y viene aquel viaje a Vicente y la amistad perdida. Recuerdo las escapadas por aquí al año siguiente con la gente de Sarrión y las escapadas con Mabel y Manolo. Con Laura y Sergio, con David y Carol, con Angelita siempre… Con Jose y con Moncho. Con Leo y el Nolan repitiendo, compartiendo los dos esta sensación de cómo podemos complementarnos por distintos. Yo creo que es Raphael… Mientras tecleó Leo lo imita cada vez de una manera más raphaeliana… Volveré a lo que decía: el alma me pide recuerdos. Si viniera a mí los cambios que quiero y fuera capaz de reclamarme algún pequeño espacio más, seguramente empezar mirando atrás a comprobar quiénes vinieron de Ibiza y con quiénes me fui y me vine, si viese por un pequeño rasguño de las heridas de mi tiempo, la tristeza que provocan los que están lejos o ni siquiera están, pensaría que cambiar es más fácil. Pero al final, ahora que el sol cayó sobre Benirràs, sobre el surco del horizonte donde el azul petróleo se convierte en negro, y suena “Love is in the air”, miro al final del cielo y me deseo la felicidad que siempre buscamos. Vivimos empeñados en encontrar siempre la felicidad, en ser felices… Yo no puedo tener queja. Soy feliz. Aunque me falten algunos que viajaron conmigo por esas sendas de la felicidad que se oscurecen hoy, azul petróleo y luego más negro o negro absoluto…
Tripulé bajo la capitanía de Leo el Nolan hasta Sant Miquel: eso fue un regalo de confianza que el patrón dejó sobre mí. Uno más. Quiere leer antes que se escriban estas líneas, le debo esa confianza. El barco llegó y fondeamos en mitad del paraíso borneando sobre el verde esmeralda del mar. Qué bello es el mar. Qué bella la felicidad… Hoy, ahora que escribo, al tercer día, soy feliz. Vimos caer el sol sobre el mar desde el mismo mar. Ali, Paloma, Leo y yo nos comimos unas pipas e hice cuantas fotos me sobrarán para siempre. Regresamos al barco, la tarde la habíamos pasado tomando “refresquets” con Paloma, María y Pablo sobre el techado de un inestable espacio donde guardan los pescadores sus barcas y luego bajo él, dejando caer la tarde entre hielos, nudistas, mar, risas y ganas de volar. Nos fuimos al atardecer. Y cuando cayó, callamos con él. Se demoró el fuego y comimos pollo a la brasa y patatas al horno con berenjenas y tomate. Unas cebollas asadas y algo de vino. Se fueron a dormir y nos quedamos en el límite de la noche bajo las estrellas y sin luz. Leo roncó al breve, cuando el frío empezó a comerse la noche. Yo entendí entonces que desde hoy iba a ser feliz…
Llegamos a Benirràs. Fondeamos sobre la posidonia y nos arrastramos por la arena. Intentamos pescar y me encantó la experiencia: el segundo día que Leo me enseñó algo, de tres que llevamos en el camino. Preparan ahora las brasas para las chuletas de esta noche. El fuego se confunde con el azul petróleo. Recién regresamos de abrir una botella de vino blanco sobre la zodiac con que surcamos el mar y nos hicimos al atardecer. Miramos los mensajes del móvil. Los del Club Nolan con quienes nos encontraremos pronto… Con Laura otros tantos. Le debo una conversación. Y otra a la noche. La noche que lo ocupa ya casi todo y convierte el mar azul petróleo en una maraña oscura de tímidas líneas negras sobre las que bailan los reflejos de alguna luz perdida y tiritan las chispas del fuego que vuela a lo lejos, hacia el horizonte…
1 comentario:
Bueno hermano, me alegro mucho de ver que aunque estás de vacaciones, no te olvidas de contarnos como lo estás pasando. Qué fotos más bonitas, me gustan los paisajes. Espero que sigas disfrutando de tu isla y de tu compañía. Yo aquí disfrutando de la oficina.... Bueno un beso muy grande y recuerdos para Leo.
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