domingo, 31 de mayo de 2015

CAMINOS NUEVOS



Escucho de mí cosas que nunca dije y que trae el viento en voces de otros. Oigo que se hacen cábalas y se pierden horas, que se escriben palabras que dictan juicio en mis días sin él. Aprendo a cada paso de la vida, a quedarme en el chasis de mis emociones, y proyecto, debe de ser, imágenes que nada tienen que ver con lo que circula por mi cabeza. Sobre todo, porque ahora no circula nada. Me doy unos días para relajar el exceso de actividad, sin haber tomado decisiones de mañana ni haber pensado nada sobre ayer. Ni derrotado ni abatido. Pensativo, sí. Contemplativo, siempre. Decidiendo, que es vida. Y sí, sentir sí. ¡Como siempre! En esta vorágine de excesos en que se mecen mis días, he tenido de todo. Nada tan salvaje como se puedan creer ni tan excesivo como me corresponde en una vida que bien parecen siete. Decidí darle al cuerpo ajado, que no a la cabeza, una desaceleración de actividad que me devolviera a la vida. Sin frenar, pero casi, porque con el freno en seco la inercia te sega entero. Y así la cabeza sigue en su sitio. Porque al final de la batalla, las cosas que van pasando siempre serán las que son. Ni más ni menos. Y contra eso no se pelea. Porque es de necios hacerlo.

Me sorprende que quienes no me conocen - incluso los que yo presumía que me conocen - se han dibujado un via crucis de mis emociones cargándome con cruces que no siento. Ni presiento. Estoy bien. Relativamente descansado y con la mirada puesta en un futuro más cierto de lo que muchos creerían. La zozobra adolescente se quiebra cuando planeas, horizonte en mano, hacia adónde dirigir los nuevos pasos. Y hoy, a punto de salir. Iniciando otro camino de mi vida, una nueva ruta, como he hecho siempre. A mí las cosas siempre me han pasado por algo: y con lógica o sin ella, las he aceptado siempre sin caer ni en la complacencia ni en la resignación. Dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Es verdad. En mi vida se están abriendo hoy puertas a una velocidad vertiginosa que me emocionan y me hacen sentir optimista. Mis días y mis noches se van hacia otro lugar, el que haremos crecer como siempre. Donde sean. Sigo creyendo que la vida es bella, en esta religión que pocos comparten. ¡Allá ellos! Y lista. La vida. Tanto que me ha sacudido cuando más falta me hacía para despertarme y hacerme ver cosas que hace tiempo no miraba. Hoy quiero. Hoy decido. Eso hace tiempo que en mi vida no pasaba... Por eso, mientras algunos calculan dolores aciagos, yo piso el acelerador y parto. Buscando nuevos puertos y nuevos barcos con los que navegar. Y empiezo a decidir, pensando qué edad tenía y cual tengo.

En este camino nuevo, me cargo la maleta del cariño con muda nueva. Me siento desbordado por los abrazos silenciosos de tantos amigos y tantas personas que me han llegado a querer sin que lo presienta. Y así, cómodamente casi entre algodones, doy pasos hacia otros lugares. Con la comodidad de sentirme tan arropado. Con la serenidad de quien se sabe protegido. Y contento, en una soledad incitada que se rompe demasiado, pensando tan solo que soy un tipo muy afortunado, que desde hoy emprende caminos nuevos...

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