miércoles, 21 de enero de 2015

CALMA RELATIVA


A veces cuando todo está en calma, en relativa calma, tengo la incerteza de que me ataque la tormenta. Porque sé que siempre llega o me he acostumbrado hasta el día de hoy a que así sea. Y cuando llega, la combato con la fiereza del león, con la fuerza del guerrero, con el corazón, como intento hacerlo todo. Por eso, porque sé lo que es ir por la vida, sin máscaras, cuando el viento sopla a favor lo noto en la cara, como caricias de brisa estival. Y es imposible no pensar que un día el cierzo intentará cortarme la faz, cerrarme la mirada... Así camino, cada día. Sintiéndome profundamente agradecido por cada pequeña cosa, por cada pequeño detalle. Por cada cosa. Pensando que a veces me equivoco, pero que nunca tengo mala fe. Sintiendo que la vida es generosa conmigo, porque yo intento serlo con los demás. Porque me prometo cada año que llegó el momento de pensar más en mí. Y al final, irremediablemente, sigo en el camino como siempre. Como siempre he hecho. Por eso ahora, que mi vida tiene relativa calma y anuncia tormentas, pienso que lo importante es no renunciar nunca a lo que quise ser, que es lo que soy básicamente: yo. Poco más. Nada más. Y ya es bastante...

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