miércoles, 1 de abril de 2015

REMARÉ

Uno de abril. Creo que repito este inicio de entrada. Lo mismo tiene. Lo mismo tienen muchas cosas. Tengo programa de tele en veinte minutos. Tengo veinte minutos para cambiar muchas cosas. Algunas, desde la lejanía, vía whatsapp. se alinean para dejarme claro que llegó el momento de cambiarlas. Vaya que sí. Siempre he tenido la sensación de que mi vida me deja puntos de inflexión desde los que disparar la historia narrativa hacia un sitio u otro. Anoche, por ejemplo, en la falla previendo la infantil de 2016 lo pensé. Hoy, desde luego. Desde esta mañana. Recorriendo comercios, con comida sorpresa a la amiga Reme en Sedaví y dejando la tarde caer de una manera primaveral que apura. Hay que cambiar las cosas. Aprovechar los puntos de inflexión: los míos y los que me dan otros, con sus egoísmos, sus maneras de hacer, sus necesidades de hacerme (o deshacerme). Vine a la vida para crecer: sigo hacia adelante, no sé si subiendo, cayendo, flotando, hundiendo, remando siempre. Eso sí. No entiendo como no tengo unos brazos más fornidos de tanto como he remado, remo y remaré. Aviso a navegantes: remaré.



Me voy a dejar perder la noche. Mañana a primera hora, tengo puerta de banco con mi hermana. Repaso comercios, preparo vida. Mañana seguiré remando, sin saber qué tripulación de la vida nos acompaña con mayor o menor fortuna. Dicen que últimamente me saben las frases a nostalgia. A mí, sin embargo, la sensación que me queda es que me estoy haciendo mayor. Y en ese camino, me dejo reposar con mi edad y mis cosas... que no dejan de ser mías.

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