martes, 7 de abril de 2015

LOS PLATOS ROTOS


Los platos rotos. Tiene nombre de película de Almodóvar, como media vida mía. Pero es una realidad. Un plato que rompí esta mañana y que me produjo al quebrarse una media sonrisa. No me sobra la vajilla. No me alegra perder patrimonio... simplemente, creo que mi cuerpo arde con tantos leños que cuando algo lo paraliza sin remedio, he acabado por darme cuenta de la fragilidad humana (que necesita elesticidades) mucho más que la frágil loza...

He pasado el día reunido o de limpieza. Las dos cosas me ayudan. Quedan 48 días para elecciones y se nota. Se siente. Se presiente. Aunque lo que yo presiento me lo reservo, porque es de las pocas cosas que para mí me guardo. Me gustaría jugarme el azar a las suertes varias, a mi baraka sola, preveer qué podría ser de mi vida, yo que nunca la he tenido a cálculo.

Se cae la noche. Lo hace como un terciopelo desnudo, deslizado, sin ruido ni eco. Mañana será otro día, lo comenzaré tomando café con mi hermana, me la encontré cuando iba camino a casa ella con Edurne, yo tomando café con el futuro, presagio, en la mesa del Santos. Me duelen los brazos, como antes de ayer la espalda, cuando perdí la pulsera cromo y ví el mar de cerca. Cuando sentí la sal de Denia exigirme su espacio. Y reivindicar parte de mi viento.

Fundí a negro mi facebook, pero quiero escribir mis líneas, que rayan lo indecible. Lo impredecible, como ese plato que se rompió. Fragilidad e ignorancia (mucho mejor que aquellos días en que una falsa dureza me mostraba indiferente). Frente a frente, conmigo. Roto en trozos, ese plato en el suelo que pasó ya a la historia. Que es pasado. Mi presente, sin embargo, camina aún hoy cara al futuro... Lo que son las cosas.

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