Dejen todo. Paren. Frenen. Miren alrededor y cierren los ojos. Céntrense en el final de estas palabras que podrían ser el principio de todo. Y no tengan prisa por volver a empezar. Concéntrense en ustedes y en su paz, su calma, su serenidad absoluta, que andará escondida por algún recoveco del alma.
Ayer me descubrí así, de repente, desconectado, centrado y concentrado en la paz sincera que no arrastra dudas. Ayer me quedé, tendido sobre la cama, buscando calmas entre suspiros. Y de repente, cuando no lo creía posible, me dije: desconecta. Para. Frena. Deja ese estar en guardia continuo. ¿Y saben qué? Me encontré en mitad de la nada. Silencio y tranquilidad totales, nada que me atacara, nada de lo que defenderme... O defenderte, porque demasiado a menudo mis defensas responden a disparos de otros que no quisieron darme. Pero en la vida, al final, somos como somos. Y yo soy así. Así como ayer, cuando desaparecieron temores y miedos, cuando se esfumó la sensación del jaque y la jaqueca. Así como ayer tarde, cuando ni siquiera me concentré en los sonidos que venían de la calle. Me descubrí quieto. Infantilmente feliz. Alegre y reposado. Centrado y concentrado en esa ausencia de ruidos que todo lo pertuban y que, de verdad, no sentía desde hace mucho.
Por eso hoy, que es martes y el ruido volvió a la calle, que pasean por el caminar de la vida las desesperaciones y los complejos, los miedos y los ataques, los nervios y las tristezas, te digo que te dejes todo. Que pares. Que frenes. Que mires alrededor y cierres los ojos. Y encuentres entre la serenidad tus pasos, entre el silencio el eco de las palabras que no te dices, entre los temores de hoy las soluciones de mañana y que dejes unos segundos colgados esta vida y te centres en la que podría ser. En la que es. Volveré a la calma. Ahora que os digo estas palabras pienso si otra vez me arrastró la inercia, los pensamientos, las cavilaciones... Ahora que recito esta retahila de buenos deseos me encuentro con que yo mismo abandoné la senda. Y a ella regreso, con ustedes. Contigo. Conmigo, más que nunca... en estas tardes en que me fui de mí mismo para ser yo. Una vez más. Como siempre.
martes, 15 de mayo de 2018
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