lunes, 27 de abril de 2015
PAULA SE BAUTIZA
Me dejó el domingo una resaca familiar que hacía tiempo no tenía. Como en la película, los ojos se caían al suelo dejando un sueño en el horizonte que no llegaba. Y aún así, fue un domingo fantástico, sobre todo porque venía, como vengo yo, de mis agendas politiquiles apretadas que no dejan respiro ni tiempo para disfrutar de familia ni amigos, ni amigos que son familia. El bautizo de Paula me lo grabé a fuego, porque me prometí no fallarles. Y así pasamos el día, tras un partido de fútbol, un café y una feria del comercio, en una misa massamagrelliana y una comida de ruiseñores, placer de Náquera. Fue un bautizo a la italiana, familiar a tope, en torno a una mesa alargada donde la familia se reunió. Paula no lloró en todo el día. Se durmió en su ceremonia, ni se inmutó al caerle el agua y pasó la tarde con unos ojos abiertos al mundo que ni se inmutaban. Es mini Bausá: eso no puede negarlo nadie. Y Bausá padre es un padrazo espectacular. Me encantó verle en esta faceta vital tan única. Y compartirla. Desde luego. Pensé las vueltas que da la vida, y esta pirueta final ha sido fantástica.
No eché de menos los nervios de estos días, porque nadie dejó de preguntarme. Pero agradecí los apoyos, las palabras, los abrazos cómplices. Agradecí tener un día para mirar al cielo, y notar el olor de la tierra húmeda, que parece la de Sarrión en verano, tras una tormenta que vino a bendecir el bautizo. Y llegué, con esa emoción cogida, en el coche de Aure y Ricardo, con los que tanto tiempo nos debemos, a casa. Me tumbé con la intención de ver un poco la tele. No llegué a oír la canción entera de la nueva Ana Torroja en el programa de la Campos. Y si deperté un par de veces, las dos me convencí de abandonar el mundo de los injustos para alcanzar mi sueño sempieterno. Me desperté a las dos de la mañana, con el cuerpo relajado como hacia tiempo no sentía. Y me metí en la cama, sintiéndome incómodo por la almohada, las sábanas y todo a lo que se le pudiera echar la culpa. Hasta que decidí dejar de lado mis telarañas y volver al sueño que me descargó hasta esta mañana...
Al despertar pensé lo mucho que me queda por hacer. Pero sobre todo, lo feliz que fui ayer, un rato, con mi familia de amigos... Eso, sin dudarlo, fue lo mejor. No lo dudo.
miércoles, 8 de abril de 2015
MI PASADO MAÑANA
Dejo por escrito un mensaje. No soy de hacerlos públicos, pero yo sé de quién es. Y con eso me vale. Quiero dejarlo aquí porque anoche giró mi noche, mi estómago, mi felicidad. Y no quiero que cuando se borre el móvil que siempre se borra, se me pierdan las palabras más bonitas que no esperaba leer. No ayer. Leer. Porque cuando la vida se sujeta con otros alfileres, es más difícil que la sujeten con idéntica fuerza. Porque tal y como se van los días, con sus albores y atardeceres, sus auroras y sus lunas llenas, la distancia marca otros caminos que ayer se reencontraron. Una vez más.
Leo. Leí:
"...he releído lo que escribiste, casi se me vuelven a saltar las lágrimas. Que pena que estemos ahora tan lejos que casi no compartamos momentos que a penas nos veamos, que nuestras vidas cogieron caminos distintos. Pero sé que te quiero y te querré siempre..."
Lo dejo ahí porque lo injusto sería desvelar quien fue. Y yo mismo, con el resto del mensaje podría trazar trazos. Que no tocan. En cualquier caso, sus palabras fueron mi almohada. Y he dormido aliviado toda la noche. Hasta despertar.
Por eso quizá hoy, al despertar, desperté más descansado. Quizá me costó menos poner los pies en el suelo. Salir de la ducha y emprender el vuelo, a ras de suelo. Desayuné con mi hermana, tomé café con Tatín, Gloria y Lola y emprendí marcha con los comercios de l'Almassil. Me fui al despacho, tomé agua con Iván, que rompió una copa, y comí una ensalada en la sede. Me fui a casa y coincidí con mi madre, que llegaba cuando me iba a la tele. No renuncié a una llamada más, para intentarlo. Y fue un mensaje de mi madre, inconsciente, al teléfono, el que me hizo recuperar la esperanza.
Ahora estoy en la tele. 20:41 del 8 de abril de 2015; tan lejos de aquel mayo cuando empezó todo y a la vez tan cerca. La vida, que tiene sus cosas.
Hablé con Diego por teléfono. Está falto de faltas. La vida, se lo dije, hace su marcha. Nos la tomemos nosotros como nos la tomemos. Así que, es mejor tomársela en dosis pequeñas y con la cabeza alta. Hasta cuando se llora.
Posdata: Pasado mañana es un tiempo atemporal en mis calendarios de agenda. Mi pasado mañana está allí, detrás de aquella puerta verde (fortuna y esperanza). Haya lo que allá haya, lo que se halla, bienvenido. Será mi pasado mañana favorito...
Leo. Leí:
"...he releído lo que escribiste, casi se me vuelven a saltar las lágrimas. Que pena que estemos ahora tan lejos que casi no compartamos momentos que a penas nos veamos, que nuestras vidas cogieron caminos distintos. Pero sé que te quiero y te querré siempre..."
Lo dejo ahí porque lo injusto sería desvelar quien fue. Y yo mismo, con el resto del mensaje podría trazar trazos. Que no tocan. En cualquier caso, sus palabras fueron mi almohada. Y he dormido aliviado toda la noche. Hasta despertar.
Por eso quizá hoy, al despertar, desperté más descansado. Quizá me costó menos poner los pies en el suelo. Salir de la ducha y emprender el vuelo, a ras de suelo. Desayuné con mi hermana, tomé café con Tatín, Gloria y Lola y emprendí marcha con los comercios de l'Almassil. Me fui al despacho, tomé agua con Iván, que rompió una copa, y comí una ensalada en la sede. Me fui a casa y coincidí con mi madre, que llegaba cuando me iba a la tele. No renuncié a una llamada más, para intentarlo. Y fue un mensaje de mi madre, inconsciente, al teléfono, el que me hizo recuperar la esperanza.
Ahora estoy en la tele. 20:41 del 8 de abril de 2015; tan lejos de aquel mayo cuando empezó todo y a la vez tan cerca. La vida, que tiene sus cosas.
Hablé con Diego por teléfono. Está falto de faltas. La vida, se lo dije, hace su marcha. Nos la tomemos nosotros como nos la tomemos. Así que, es mejor tomársela en dosis pequeñas y con la cabeza alta. Hasta cuando se llora.
Posdata: Pasado mañana es un tiempo atemporal en mis calendarios de agenda. Mi pasado mañana está allí, detrás de aquella puerta verde (fortuna y esperanza). Haya lo que allá haya, lo que se halla, bienvenido. Será mi pasado mañana favorito...
martes, 7 de abril de 2015
LOS PLATOS ROTOS
Los platos rotos. Tiene nombre de película de Almodóvar, como media vida mía. Pero es una realidad. Un plato que rompí esta mañana y que me produjo al quebrarse una media sonrisa. No me sobra la vajilla. No me alegra perder patrimonio... simplemente, creo que mi cuerpo arde con tantos leños que cuando algo lo paraliza sin remedio, he acabado por darme cuenta de la fragilidad humana (que necesita elesticidades) mucho más que la frágil loza...
He pasado el día reunido o de limpieza. Las dos cosas me ayudan. Quedan 48 días para elecciones y se nota. Se siente. Se presiente. Aunque lo que yo presiento me lo reservo, porque es de las pocas cosas que para mí me guardo. Me gustaría jugarme el azar a las suertes varias, a mi baraka sola, preveer qué podría ser de mi vida, yo que nunca la he tenido a cálculo.
Se cae la noche. Lo hace como un terciopelo desnudo, deslizado, sin ruido ni eco. Mañana será otro día, lo comenzaré tomando café con mi hermana, me la encontré cuando iba camino a casa ella con Edurne, yo tomando café con el futuro, presagio, en la mesa del Santos. Me duelen los brazos, como antes de ayer la espalda, cuando perdí la pulsera cromo y ví el mar de cerca. Cuando sentí la sal de Denia exigirme su espacio. Y reivindicar parte de mi viento.
Fundí a negro mi facebook, pero quiero escribir mis líneas, que rayan lo indecible. Lo impredecible, como ese plato que se rompió. Fragilidad e ignorancia (mucho mejor que aquellos días en que una falsa dureza me mostraba indiferente). Frente a frente, conmigo. Roto en trozos, ese plato en el suelo que pasó ya a la historia. Que es pasado. Mi presente, sin embargo, camina aún hoy cara al futuro... Lo que son las cosas.
lunes, 6 de abril de 2015
A LA SOMBRA DE LAS DIETAS TIRÁNICAS QUE NO CUMPLO
Lunes con semblanza de domingo. Lunes de pascua. Recién me siento después de improvisar una cena que me hace sentir aún más culpable. Me lo he prometido: mañana volvemos al duro invierno (en esta primavera retomada). Empieza El Hormiguero en la tele que veré camino de Bajo Sospecha. Mañana martes, campo de batalla. Nos organizamos ahora por whatsapp y echo la mirada atrás convencido que como en botica, hemos tenido de todo: programa en la tele, trabajo, procesión, asador, Sorsi e Morsi, Cyrano por tres, taxis, Denia, partes de accidente, horas de sueño, siestas perdidas,... Me vengo hoy de Denia con un descanso reducido acotado por manteles sin dietas tiránicas.
Mabel y Pepe nos acogieron en su casa: agradecidos. Por el paseo ayer al lado del mar, con Laura y Alberto, Kike y Edu, los anfitriones y sus hijos. Cenamos por aquí, comimos por allí. A la vora de la mar, que es como se respira en tiempos de crisis. He respirado, que era lo que necesitaba. Y he aterrizado con whatsapps de mi Anita Cuesta, de mi hermana que quiere café matutino, de mi Laura secretaria de falla,... de mi vida, real. Al fin. Y sobre todo, al cabo.
El jueves santo anduvimos por el Sorsi cenando y luego Cyraneando. El viernes volvieron los amigos de Cullera y nos vimos en Cyrano. Yo estuve de procesión. El sábado, cené en casa, y nos reencontramos con Diego Palacios, Laura y Alberto - en su frenesí postoperatorio - y Amparo y Richard, que venían de cenar y con Kike y Edu. El domingo me dormí: Edu me despertó al teléfono diciendo que le extrañaba que no respondiera a los whatsapps. No lo creí, pero me había dormido.
Y ayer y hoy, entre horas, comidas y helados, vinos y risas. Confidencias, algunas pocas, como los hombres buenos. Yo, uno de ellos. Que se enfrenta a un tiempo nuevo. Desde ya. (desde hace)
viernes, 3 de abril de 2015
AYER MISMO
El invierno me dejó mudos los colores. Marrones y verdes, cayendo en amarillos, como olivas o rodajas de limón muertas de alegría. Lejos de esta primavera astémica, me desdibujo sobre las ondas de un otoño que no fue. Y sigo sin arrugarme ni arrugas, calmando las horas de esta pasión desatada en semana santa que tiene olor a Toscana. Escribo ahora que me iré a la ducha, camino de la misa de viernes santo, de la procesión de muerte. Ayer mismo hablaba del dolor que arrastra esta celebración, que solo es vida en lunes de pascua y en domingo de resurrección. Ayer mismo.
Ayer también quedé a tomar un vino con Pablo y Raquel, que me recogieron a las puertas de casa, cuando la espalda me caía tras haberla esculpido Carol, con su trébol blanco y un menu thai compartido con David. Fuimos a Cyrano, donde no llegaron Gueguel ni Luis, que se acercaron al camerino. Cuando llegaron, ya estaban Edu y Kike con nosotros. En la terraza de nuestras bravas y nuestro verdejo. Se fueron a cenar al Tora como la emprendimos nosotros al Sorsi, acudió Juanjo y cerramos la noche en Cyrano. Con Adri y Alba, que estaban. Borja y Lorena, que llegaron. Manolín después. Cerramos la noche en la esquina donde planta el Pere y con un chicle nos fuimos a derrocar la mañana.
Quise despertar tarde. No pude. Quise dormir toda la mañana. No supe. Así que me la dejé viendo Isabel e intentando arreglar el despacho. Comí gazpacho de ajoblanco con almendras y quedada para la noche. Siesta de hora y pico. Y letras para emprender este viernes tarde, santo, que tiene aroma de sábado pasado...
miércoles, 1 de abril de 2015
REMARÉ
Uno de abril. Creo que repito este inicio de entrada. Lo mismo tiene. Lo mismo tienen muchas cosas. Tengo programa de tele en veinte minutos. Tengo veinte minutos para cambiar muchas cosas. Algunas, desde la lejanía, vía whatsapp. se alinean para dejarme claro que llegó el momento de cambiarlas. Vaya que sí. Siempre he tenido la sensación de que mi vida me deja puntos de inflexión desde los que disparar la historia narrativa hacia un sitio u otro. Anoche, por ejemplo, en la falla previendo la infantil de 2016 lo pensé. Hoy, desde luego. Desde esta mañana. Recorriendo comercios, con comida sorpresa a la amiga Reme en Sedaví y dejando la tarde caer de una manera primaveral que apura. Hay que cambiar las cosas. Aprovechar los puntos de inflexión: los míos y los que me dan otros, con sus egoísmos, sus maneras de hacer, sus necesidades de hacerme (o deshacerme). Vine a la vida para crecer: sigo hacia adelante, no sé si subiendo, cayendo, flotando, hundiendo, remando siempre. Eso sí. No entiendo como no tengo unos brazos más fornidos de tanto como he remado, remo y remaré. Aviso a navegantes: remaré.
Me voy a dejar perder la noche. Mañana a primera hora, tengo puerta de banco con mi hermana. Repaso comercios, preparo vida. Mañana seguiré remando, sin saber qué tripulación de la vida nos acompaña con mayor o menor fortuna. Dicen que últimamente me saben las frases a nostalgia. A mí, sin embargo, la sensación que me queda es que me estoy haciendo mayor. Y en ese camino, me dejo reposar con mi edad y mis cosas... que no dejan de ser mías.
Me voy a dejar perder la noche. Mañana a primera hora, tengo puerta de banco con mi hermana. Repaso comercios, preparo vida. Mañana seguiré remando, sin saber qué tripulación de la vida nos acompaña con mayor o menor fortuna. Dicen que últimamente me saben las frases a nostalgia. A mí, sin embargo, la sensación que me queda es que me estoy haciendo mayor. Y en ese camino, me dejo reposar con mi edad y mis cosas... que no dejan de ser mías.
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