Llovieron los aspersores, recorrimos sardos la isla de cabo a cabo (no a rabo) y cogimos un vuelo. Nos vinimos arriba y dejamos de flotar. Las vacaciones se acabaron tras diez días de silencio casi absoluto y abandono del todo. Que lo merecíamos. Pese a todo, aprovechamos las sombras de la luna llena en esta noche de persémidas caídas, para reubicarnos la vida. Para reemplazar escalones de la existencia donde curiosamente los lagartos siempre se cruzan para sobrevivir.
Primera idea. Horizontes. Me quedé pegado al libro, hoy felicité a Laura Norton vía twitter y me respondió. Pero la metáfora va más lejos. Los horizontes. ¿Cuáles nos hacen faltan y cuáles nos marcamos? ¿Cuáles deberíamos marcarnos? Porque somos todos conscientes que si cada año, agosto es una nochevieja, este año el uno de enero es más fuerte que nunca, ¿no?
Pues eso. Que mis horizontes pasean entre aeropuertos al tutti pleni, pero no se centran en cuestiones que se esperan. Yo creo que es Júpiter que aún me tiene sacudido. Bueno y los reencuentros del camino, que siempre hacen mella.
Segunda idea: la bandera. Hay que cambiar el mastil y soplar más fuerte para que la bandera vuele. Porque vuela cuando se maneja como debemos. Esto es metáfora en parte y en otra rayada absoluta. Pero como lo de los malos tiempos y las buenas caras, ha llegado el momento, decididamente, de encarrilar mi próximo año natural con otras cuestiones igual de naturales. Sino más.
Apunte de moleskine (literaria). Me centré en un libro de coaching (Anxo Pérez en ochentayocho escalones) y en una divertida comedia bajo el título "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas", más que recomendable. Laura Norton es la autora. Es una novela (que ya le he prestado a Raquel García Tamarit y que le pasaré a mi hermana en cuanto me la devuelvan). Muy divertida. De reírse, de verdad. Huele a película española divertida. Lo dicho. Horas de páginas y así, nuevas ideas que apunto de manera destajada en una libreta de NY que compré - carísima - en el aeropuerto cuando volaba desde Valencia con la intención de organizarme la vida desde ya. Pero me he dado unas horas más de vacaciones...
Y en definitiva, leit motiv, idea de vida, ganas de hacer, comprender, estructuro y camino. Que hay cosas que cambiar ya, pero que no debo decirlas aquí. Que hay proyectos que debo solidificar, que sé cómo debo de actuar e intuyo que debo, en otros casos aprender a caminar por otras veredas...
Y el veraneo, en definitiva, lo que se esperaba: risas, noches, cochinillos, lunas, vinos, soles, calas, quemaduras, sonrisas, escalones, giacchios, coches, cansancios, retoques, desmesuras, discoteca, toallas, atunes, latas, colchonetas, brazadas, bocadillos, fotos, duty frees, carcajadas, maletas, bañadores, deseos, wifis, sueños, esperanzas, ilusiones, cansancios, piscinas, cafés lungos sin hielo, palabras, veredas, horizontes, go pros, aeropuertos, y whatsapps, búsquedas, gasolinas, caminos, sorpresas, emociones, proyectos y pasta. De diez, una vez más.
Pero volvimos. A las hojas quietas. Silenciadas. Y, sobre todo, al mañana que está a punto de llegar y que no nos puede pillar desprevenidos.
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