Pasa por España una ciclogénesis explosiva que nos deja el cielo plomizo y el frío en los huesos. Recuerdos de aquellos inviernos de infancia de un Sarrión nevado, donde fumábamos a escondidas y nos encerrábamos en la Residencia o en el González, con sus tantas tardes de futbolín y paseos de pipas. Con este frío a cuestas, nos vamos acercando a las fallas de una manera vertiginosa, asusta de verdad. Y con una agenda, movida por la tele, la falla, las fallas, la política, la vida y el Cyrano que dejan lugar a poco más. Si acaso, a dormir.
Anoche volvía a casa de casa de Laura y Sergio, de hacer llibret, con Ángeles que andaba por allí. Volvía, digo, andando por el frío, pensando en las fallas, tan cercanas y con tanta faena por hacer, y en mis quehaceres políticos, sobre los que tanto toca callar. Ay, del silencio! ¿Nadie me responde?
Me confundí por ir mirando el móvil y crucé por la calle que no tocaba y cuando me quise dar cuenta pensé en rectificar y echar marcha atrás. Pensé que no: indagué a mi alrededor y decidí una nueva ruta. Y seguí mirando al móvil y haciendo mi camino. Paré de nuevo y miré al frente. Y me encontré a Raquel pasando ante mí, sin darse cuenta ella tampoco de su camino ni del mío. Le llamé, gritó y nos metimos en el "O'clock" a tomar un vino, que fueron dos, hasta que llegó Pablo. Hablamos de lo humano, porque ya no queda nada divino de lo que decir, y rematamos en la Plaza de Patraix, con su sabor a pueblo, picando unas bravas, unas rabas y algo más. Estuvo bien muy bien la noche. Se lo dije a Pablo regresando a casa: que soy un tío afortunado. Y vaya si lo soy. Las casualidades, si existen, nos toparon entre el frío, dejándole a la ciclogénesis un sabor especial a magia de noche.
Regresé a casa y me apuré a dormir. Escribí algo por whassap y dejé que el cansancio del fin de semana me rematara sobre la almohada. Hoy martes me desperté con el mismo frío o un poco menos. Me vine a trabajar.
Cerramos el miércoles pasado el "Tot és Festa" y nos fuimos a cenar, con Pepa Oliver, a la que conocí esa noche. El jueves tuve resaca de cansancio y despacho. No recuerdo más. Tendría que hacer un esfuerzo casi supino por llegar a las ocho de la tarde, que tuve acto con Jorge Bellver en Mislata del que salí en taxi al Tito Montadito. Habían llevado el ninot a la exposición del mismo y luego cenamos un algo. Yo aún rematé la noche en Cyrano, leyendo algunos argumentarios, y pensando algunas cosas, que ya he borrado...
No merece la pena destinar recursos a cosas sin solución o a personas con el mismo destino... Al final, las aguas, o vuelven a su cauce o se desbordan. En cualquier caso, son incontrolables. Manejo mucho mejor este 2014 la montaña rusa de la vida: lo prometí ante las olas de Bali. Que suenan lejanas, pero aún suenan...
El viernes despacho y tarde de concierto. La noche en el "Tomates Verdes" cenando de reencuentro con la panda del Procono. Y la alegría, una vez más, de ver que hay gente con la que la vida no pasa. Era como si en vez de casi una década, hubieran pasado diez minutos. Y mereció la pena volver a encontrarnos... Me fui en taxi, con Juanma, ya que a las diez de la mañana tenía acto en Torrent. Allí estuvimos, con el president y los consellers. Y regresé a casa para organizarme la tarde, picar algo en Dr. Waksman y llegar a Dr. Olóriz y su presentación, que nos supo a risa. Pasamos por su casal y aún rematamos Manu y yo en el Cyrano, antes de regresar con Juanjo a casa, él que pensaba que le habían robado el coche.
El domingo estuve en Aldaya, en el nombramiento de la Reina de las Casas de Andalucía, una guapa Mikene que tiraba de espaldas. Y llegué a casa para comerme a las 16 una deconstrucción de pizza. Si llego a estar en Masterchef, me expulsan sin más y con razón. La tarde me eché en el sofá a ver "Isabel", la serie de la reina que me engancha ahora y a escribir algo de la historia de nuestra falla en el llibret. Y por la noche, ví los Goya más imposibles de la historia y twiteé a destajo antes de irme a dormir...
Ayer lunes, además del trabajo, a las cuatro y media tuve una reunión en la tele para cuadrar las fallas que tenemos a la vuelta de la esquina... Y luego, al saber que no me había tocado la quiniela, seguí caminando hacia casa de Sergi, con el llibret y tantas cosas en la cabeza...
Hacía cierto frío, y pese a lo ajetreado de la agenda, se empezaba a sentir la ciclogénesis explosiva de la que todo el mundo habla, con tanta familiaridad como de la prima de riesgo, el Ibex y tantas cosas que llegaron a nuestra vida, sin más... Dejaremos que caiga (como siempre).
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