sábado, 16 de noviembre de 2013

16 DE NOVIEMBRE.

Hace cuatro años que los dieciséis de noviembre dejaron de pertenecernos, porque te los quedaste tú sola para tu despedida. Pero siempre es precioso mirar al cielo, y saber que un día estuvimos juntos, de la mano, sonriendo tanto y tan a gusto. A veces te sueño, y otras me parece que nunca existió el tiempo. Otras veces tengo la sensación de que volveremos a repetir camino en la vida... Me duele escribirte esto, porque cada año he intentado decirte tantas cosas, pero siempre he tenido un  rubor excesivo por hacerlo, como si decirlo en voz alta fuera faltarte el respeto o faltárselo a la gente a la que te quiere tanto y que siguen a mi lado, aunque sea desde la más discreta de las distancias... No supe nunca si volver a poner tu sonrisa junto a la mía, si darte las gracias por tanto como me diste, si decirte que llevo cuatro años caminando más solito, porque ya no se escapan aquellas llamadas de teléfono furtivas que me devolvían la vida en mis días grises... Aquella mantita tuya, de colorines, bajo la que el invierno nos ponía películas en casa. Aquella cocina que no cesaba... Aquellos consejos tuyos, que me llegan cargados de dulzura y que me hacían la vida tan fácil de llevar...

Llevo cuatro años con ganas de decirte que te quise tanto como te echo de menos. Y un pudor infantil, me ha dejado siempre mudo a la hora de escribir. Espero que nadie de los que te echamos de menos le sienta mal esto, pero me pedía el corazón hacerlo de una vez por todas...

Aquellos días de hace tantos días comenzaban siempre con una canción que cada vez que ha sonado me ha devuelto a tu sonrisa, a tu sensibilidad, a tu bondad eterna, como tú. Ahora vuelve a sonar en casa, la pongo mientras te escribo mi carta, y el alma me llora al tiempo que de vez en cuando esbozo una pequeña sonrisa que me trae de la mano algún recuerdo tuyo... Y son tantos... Alguna vez sonó de nuevo, o en un concierto, o en la radio... E inevitablemente, pensé en ti y sonreí de nuevo, echando de menos la sal de las lágrimas con las que un noviembre pensé que se me secaban los ojos...

No te he olvidado. Te prometí que no lo haría nunca. Y aquí me tienes, como un niño bobo, entre sollozos y rabietas, escribiendo palabras que nunca dirán todo lo que se puede llegar a sentir.

Yo sé que desde el cielo me sigues. No hace falta que te cuente como nos va la vida.... Lo sabrás. Y sé que ayudas a protegerla todo lo que puedes.  A veces pienso, ¡Madre mía, si supiera esto, si estuviera aquí, si lo viviera conmigo...! Y enseguida te pido perdón en voz alta porque sé que lo estás haciendo y no pensarlo es condenarte un poquito... De vez en cuando miro las fotos, rescato las del viaje a Egipto, o releo aquel poema de versos robados que te escribí cuando supe que ya nunca te irías de mi vida...

Hoy vuelve a ser 16 de noviembre... Lo sé desde hace días y al levantar. Y al mediodía comiendo entre amigos. Y a la tarde, ahora que oscurece antes... El otro día fui a conocer a Cristina, nuestra nueva sobrina. Y viendo fotos apareció esta que no conocía. Me encanta tu sonrisa y la mía; y como parece que te esfuerzas en apretarte contra mí, para que las dos luzcan más grandes y bonitas que nunca... Yo te sigo echando de menos. Te sigo queriendo como te quise, o creo que aún más. Te sigo recordando cada día, y cada noviembre. Y más que nunca cuando es 16... Y recordar me hace feliz. Sentir que estuviste y que estarás siempre, hasta que volvamos a encontrarnos... Mientras tanto, tu alma vuela con mis recuerdos y tus palabras... Un beso al cielo, como siempre.

Pd: De verdad, no me gustaría que a nadie le siente mal estas palabras, hace tiempo que se las debía... Un beso.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Como nos va a sentar mal? Busco en tu blog siempre esta cita porque nadie como tu para escribir su recuerdo. Siempre está a nuestro lado. Como solíamos decir...que buenos amigos somos y como nos queremos! Imposible olvidar su sonrisa que nos mira desde el cielo. No te olvido.

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