Vuelvo con la misma canción de las últimas veces, Como hablar, versión de India. Preciosa.Y con el mismo frío en las manos... Entre las veces que me mataría y las que me querría comer, pasan mis días con la mirada puesta en un trabajo incesante que duele tanto como hace flotar, que envuelve y engancha... Sabéis como soy de adicto a los planes y a los proyectos. Y a todas estas cosas. El otro día caminando entre la cama y la cómoda de la habitación pensaba en si llegan los días finales de este blog, pero aunque escribo tan poquito como nunca me resisto a hacerlo. No quiero. Es como quitarme parte del aire con el que respiro... Mi vida, mis días...
Van pasando con cien mil cosas, que como os cuento marca la agenda de la política. A excepción de días como hoy, que comenzamos los ensayos de la presentación y me centro en otras cosas. Al despertar, que me quedo tumbado sobre la cama, esperando a diseccionar qué haré durante el día. Y me entretengo descubriendo la diferencia de fríos entre mi mano a la intemperie y mi cuerpo cubierto por el edredón.
Estamos de martes tarde. Víspera de programa en la tele. Así cuento las semanas, con sus días que se agotan unas noches echándome unas risas por whassap y otras regresando de madrugada en taxi, cargado de rocíos y alegrías. Y de desconciertos a veces. Y soledades, cubiertas de estrellitas tintineantes...
El viernes tuve sarao fallero. Marco ya marzo en el calendario, y noto en mitad de los fríos, como se acercan los fuegos. Cambio de chip, después de un postre megacargado de azúcares, en el Tommy Mel's. Y sigo caminando... Que es lo que se lleva. Cena de sector, el viernes noche, con Yajaira y Laura. Luego algo de fiesta con Noe y Javi, Cris, Beto, Guille,... El sector. Y un taxi nocturno, con Laura, a Cyrano, donde nos recibió Mazcu en su primera puerta. Una copa y a casa. En taxi, rondando la noche...
A veces se pasan los días y tengo la sensación de que se unen unos a otros. No paro nada. Y ni dejo a los amigos que me den las buenas noticias que vienen en blanco y negro, como las hojas de los periódicos y las ecografías. Enhorabuena. Me llegó tu mensaje mientras veía una obra de teatro en el Centro Cultural... Ay la vida, como nos crece.
Esta foto es del sábado noche. Me encanta. La he convertido en mi foto de perfil en el face. Laura, Diego y servidor, los tres con una sonrisa que demuestra la felicidad cuando se lleva bien, la amistad cuando solo seduce al corazón, la bondad, el cariño, el compromiso... Nos la hicimos en Exposición, el sábado noche. Era el nombramiento de Víctor, el sobrino de Palacios, y allí nos fuimos después de un concierto del CIM y de cenar en casa de Edu y Kike. Anfitriones de diez, por cierto. Con el frío a cuestas llegamos a Exposición. Aparcamos y echamos la noche, volcados de risas. Con Marisa y sus niñas, y el resto de los que se quedaron a apagar el sábado con nosotros...
El domingo seguí con actos por la mañana, de fallerío nuevamente, me encanta, una comida con los músicos que celebraban Santa Cecilia, me encanta también... Y un ensayo. Lectura de guión de la presentación que estamos ya preparando para este año... De locura. Y aún cenamos en Telepizza después de pasearnos la ciudad entera Moni y Miguel Ángel, Manolín y Adrián, Lorena, Lidya y Tere, además de Borjita y servidor. Una noche completa, para volver a las luces verdes, a las tertulias de colchón y edredón, y a las noches, de estrellas tintineantes...
martes, 26 de noviembre de 2013
domingo, 17 de noviembre de 2013
DOMINGO DE FRÍOS
Acabando el fin de semana me descubro a mí mismo escribiendo en esta final de tarde de domingo y ya cenado. Con chocolate de postre incluído, después de una tortilla y unos whatsapps. Me sorprendo digo, porque si hay algo que ahora ya no me place, es seguir cara el teclado. He pasado cuatro horas esta tarde escribiendo la presentación de Oloriz y creo que me voy directo al sofá, al que le falta un día más antes de volver a trabajar y una mantita de invierno.
El fin de semana ha llegado muy frío. El calor se alargó hasta noviembre y ayer se dio la vuelta para convertirse en un invierno gélido de los que deja los tejados de Sarrión cubiertitos de nieve. El sábado fue casi familiar: primero almorzando por la mañana en el Casino. Me desperté directo para llegar, después de haber cerrado Cyrano el viernes con Luis. Almorzamos y me recogieron Raquel y Pablo. Teníamos pendiente una comida de Nolan en tierra, y elegimos el día más frío para pegarnos un banquete de mojamas y sardinas, morro y caracoles. Arroz con rojos, de escándalo. Y una tarde reposada con gin y risas. De Chenoa a la noche, fuimos dejando pasar la tarde alrededor de la mesa de los Marín, que atendió la mejor anfitriona, doña Lena.
Regresé a casa con un whassap de Elena para pendonear un rato. Y nos líamos al final, cenando en La Estrella, Alberto y Laura, Voro, que acudió desde Picanya, Elena y servidor. Regamos el picoteo con Fuente Elvira y rematé con una cuajada. Nos fuimos a Clero, que andaban de Proclamación. Salimos de allí y yo aún me pasé por Cyrano.Estaba Laury, con la que regresé a Mislata. Quedé con Luis que nos reunimos con urgencia esta semana y me vine a casa.
Y esta mañana, me obligué a ir cerrando los ojos para no despertar. Cuando ya estaba descansado, y con hambre, me he levantado. He trasteado. He hecho unos spaghetti y he pasado la tarde tecleando, sin notar las manos frías como ahoras... Ha sido un domingo de fríos, sin duda alguna. A ver cómo acaba...
sábado, 16 de noviembre de 2013
16 DE NOVIEMBRE.
Hace cuatro años que los dieciséis de noviembre dejaron de pertenecernos, porque te los quedaste tú sola para tu despedida. Pero siempre es precioso mirar al cielo, y saber que un día estuvimos juntos, de la mano, sonriendo tanto y tan a gusto. A veces te sueño, y otras me parece que nunca existió el tiempo. Otras veces tengo la sensación de que volveremos a repetir camino en la vida... Me duele escribirte esto, porque cada año he intentado decirte tantas cosas, pero siempre he tenido un rubor excesivo por hacerlo, como si decirlo en voz alta fuera faltarte el respeto o faltárselo a la gente a la que te quiere tanto y que siguen a mi lado, aunque sea desde la más discreta de las distancias... No supe nunca si volver a poner tu sonrisa junto a la mía, si darte las gracias por tanto como me diste, si decirte que llevo cuatro años caminando más solito, porque ya no se escapan aquellas llamadas de teléfono furtivas que me devolvían la vida en mis días grises... Aquella mantita tuya, de colorines, bajo la que el invierno nos ponía películas en casa. Aquella cocina que no cesaba... Aquellos consejos tuyos, que me llegan cargados de dulzura y que me hacían la vida tan fácil de llevar...
Llevo cuatro años con ganas de decirte que te quise tanto como te echo de menos. Y un pudor infantil, me ha dejado siempre mudo a la hora de escribir. Espero que nadie de los que te echamos de menos le sienta mal esto, pero me pedía el corazón hacerlo de una vez por todas...
Aquellos días de hace tantos días comenzaban siempre con una canción que cada vez que ha sonado me ha devuelto a tu sonrisa, a tu sensibilidad, a tu bondad eterna, como tú. Ahora vuelve a sonar en casa, la pongo mientras te escribo mi carta, y el alma me llora al tiempo que de vez en cuando esbozo una pequeña sonrisa que me trae de la mano algún recuerdo tuyo... Y son tantos... Alguna vez sonó de nuevo, o en un concierto, o en la radio... E inevitablemente, pensé en ti y sonreí de nuevo, echando de menos la sal de las lágrimas con las que un noviembre pensé que se me secaban los ojos...
No te he olvidado. Te prometí que no lo haría nunca. Y aquí me tienes, como un niño bobo, entre sollozos y rabietas, escribiendo palabras que nunca dirán todo lo que se puede llegar a sentir.
Yo sé que desde el cielo me sigues. No hace falta que te cuente como nos va la vida.... Lo sabrás. Y sé que ayudas a protegerla todo lo que puedes. A veces pienso, ¡Madre mía, si supiera esto, si estuviera aquí, si lo viviera conmigo...! Y enseguida te pido perdón en voz alta porque sé que lo estás haciendo y no pensarlo es condenarte un poquito... De vez en cuando miro las fotos, rescato las del viaje a Egipto, o releo aquel poema de versos robados que te escribí cuando supe que ya nunca te irías de mi vida...
Hoy vuelve a ser 16 de noviembre... Lo sé desde hace días y al levantar. Y al mediodía comiendo entre amigos. Y a la tarde, ahora que oscurece antes... El otro día fui a conocer a Cristina, nuestra nueva sobrina. Y viendo fotos apareció esta que no conocía. Me encanta tu sonrisa y la mía; y como parece que te esfuerzas en apretarte contra mí, para que las dos luzcan más grandes y bonitas que nunca... Yo te sigo echando de menos. Te sigo queriendo como te quise, o creo que aún más. Te sigo recordando cada día, y cada noviembre. Y más que nunca cuando es 16... Y recordar me hace feliz. Sentir que estuviste y que estarás siempre, hasta que volvamos a encontrarnos... Mientras tanto, tu alma vuela con mis recuerdos y tus palabras... Un beso al cielo, como siempre.
Pd: De verdad, no me gustaría que a nadie le siente mal estas palabras, hace tiempo que se las debía... Un beso.
Llevo cuatro años con ganas de decirte que te quise tanto como te echo de menos. Y un pudor infantil, me ha dejado siempre mudo a la hora de escribir. Espero que nadie de los que te echamos de menos le sienta mal esto, pero me pedía el corazón hacerlo de una vez por todas...
Aquellos días de hace tantos días comenzaban siempre con una canción que cada vez que ha sonado me ha devuelto a tu sonrisa, a tu sensibilidad, a tu bondad eterna, como tú. Ahora vuelve a sonar en casa, la pongo mientras te escribo mi carta, y el alma me llora al tiempo que de vez en cuando esbozo una pequeña sonrisa que me trae de la mano algún recuerdo tuyo... Y son tantos... Alguna vez sonó de nuevo, o en un concierto, o en la radio... E inevitablemente, pensé en ti y sonreí de nuevo, echando de menos la sal de las lágrimas con las que un noviembre pensé que se me secaban los ojos...
No te he olvidado. Te prometí que no lo haría nunca. Y aquí me tienes, como un niño bobo, entre sollozos y rabietas, escribiendo palabras que nunca dirán todo lo que se puede llegar a sentir.
Yo sé que desde el cielo me sigues. No hace falta que te cuente como nos va la vida.... Lo sabrás. Y sé que ayudas a protegerla todo lo que puedes. A veces pienso, ¡Madre mía, si supiera esto, si estuviera aquí, si lo viviera conmigo...! Y enseguida te pido perdón en voz alta porque sé que lo estás haciendo y no pensarlo es condenarte un poquito... De vez en cuando miro las fotos, rescato las del viaje a Egipto, o releo aquel poema de versos robados que te escribí cuando supe que ya nunca te irías de mi vida...
Hoy vuelve a ser 16 de noviembre... Lo sé desde hace días y al levantar. Y al mediodía comiendo entre amigos. Y a la tarde, ahora que oscurece antes... El otro día fui a conocer a Cristina, nuestra nueva sobrina. Y viendo fotos apareció esta que no conocía. Me encanta tu sonrisa y la mía; y como parece que te esfuerzas en apretarte contra mí, para que las dos luzcan más grandes y bonitas que nunca... Yo te sigo echando de menos. Te sigo queriendo como te quise, o creo que aún más. Te sigo recordando cada día, y cada noviembre. Y más que nunca cuando es 16... Y recordar me hace feliz. Sentir que estuviste y que estarás siempre, hasta que volvamos a encontrarnos... Mientras tanto, tu alma vuela con mis recuerdos y tus palabras... Un beso al cielo, como siempre.
Pd: De verdad, no me gustaría que a nadie le siente mal estas palabras, hace tiempo que se las debía... Un beso.
martes, 12 de noviembre de 2013
CINCO AÑOS... ¡QUE NO SON NADA!
Hace poco más de cinco años me tomé un café con Paco Piera y Toñi Garcia, enfrente de la que desde entonces ha sido mi casa, Levante TV. Hablamos de un proyecto, de poner en marcha el regreso de "Tot és Festa", me contrató con un apretón de manos, y al día siguiente me fui la India, aquella aventura que marcó mi vida... Hoy hace cinco años, 12 de diciembre de 2008, que levantamos el telón del programa y, desde entonces, cada semana, función. Otra de mis grandes aventuras...
He buscado en el baúl de los recuerdos, y he encontrado lo que escribí entonces: "Estaba tumbado en la habitación de Agra. La calor me sometía a un cansancio continuo sobre el colchón. Acababa de hablar por messenger con mi tótem de la fortuna desde Argentina que me preguntó por el proyecto. "Necesito contarte algo", le comenté a Lázaro, sentado en uno de los sillones del hotel... Es muy probable que vuelva a la tele... Ahora mismo estoy a tope. A tope de todo. A tope. Con fuerza, con ganas, con miedos infantiles, con nervios de estreno, con ilusiones encontradas, con la mirada puesta en mañana,... Estoy profundamente contento de estar en esta casa, de este nuevo proyecto, de la confianza que han dispuesto en mí, de la gente que ha apoyado el proyecto... Pero sobre todo, estoy agradecidísimo de mi gente. Llevo todo el día, desde que Kone me ha enviado su sms recibiendo muestras de cariño, de amor, de apoyo, de amistad... Gente que me decís confiáis profundamente en mi trabajo pero, que además, confiáis aún más en mí. ¡Mucho más de lo que yo confío! Espero no defraudar a nadie, pero no sólo en mi trabajo, sino en esas ilusiones con que nos hemos ido tejiendo nuestras vidas conjuntas. Estoy nervioso ante el estreno (quedan poco más de dos horas y media para levantar el telón) y tengo muchas ganas de cerrar el primer capítulo y saber qué sabor nos deja el estreno... Voy a estar rodeado de amigos, de gente muy importante en mi vida, muchos de ellos conocidos gracias a otros proyectos emprendidos antes... Pero que ahora son mis amigos. Y luego, vosotros. Estaréis al otro lado de la tele. O no. Pero sé que estaréis ahí. Y para mí eso es más que suficiente... Lázaro se quedó mirándome, y me dijo: "Enhorabuena, te lo mereces... Va a haber mucha gente contenta cuando regreses.". Y me dejó roto, como otras muchas más veces de las que él cree. Queda poco para levantar el telón. ¡Viva mi miedo escénico! Luz, cámaras... El espectáculo debe continuar...".
Pues cinco años después sigo con las fuerzas, con las ganas, con mis miedos infantiles, con las ilusiones y los nervios... ¡Y mirando a mañana! Cinco años después seguimos con las ganas de no defraudar y disfrutando de un programa que se hace con mucho cariño. Y con un equipazo de gente que hacen que todo sea más especial. Gracias Paco por tu confianza y tu empuje. A Miriam, por tantas horas al pie del cañón. A Javi por tu amistad siempre y por una complicidad que no necesita ni de pinganillos. A Joana, por controlar con una alegría única los tiempos de la escaleta y por ser como es... A Juanma por un grafismo lleno de risas y buen humor. A Toñi y Sofi, por anunciar buenas noticias. A Veronica March, por hacer de su dulzura una compañía impagable. A Borja, Cristobal y Quique por grabar hasta las cosas que no pasan y darle vida al programa. A Joan, el trabajador incansable. A Isabel, por seguir siendo mi capitana cristiana. A Gustavo, un profesional muy grande al que le tengo que agradecer los mejores "da pasos" al Tot és Festa... A María, Ca Rol yMaría por seguir dándome dos besos de bienvenida cada vez que llego a la tele y a Nuria, que además, añade lo "bien que hueles" al llegar... Seguramente se me olvidará alguien, sin intención ninguna, pero cada uno de los trabajadores de esta casa tienen mi amistad y mi gratitud. A los colaboradores y colaboradoras del programa: ¡Sois lo más grande! Y a la audiencia, que sigue creyendo en esta locura cinco años después: Gracias. Muchas gracias por darme la vida...
Estoy muy contento de estos cinco años... Espero que lleguen muchas más. Estoy muy contento por poder celebrarlos en esta casa y con todos vosotros, que sois una legión de amigos espectacular... A toda la gente que durante estos cinco años le ha dado alma al programa, de corazón, muchas gracias. Seguiremos trabajando para no perder vuestra complicidad. Se os quiere!
lunes, 4 de noviembre de 2013
CREMATORIO
En la recta final del día. Ando de un lado a otro, entrando y saliendo de la prensa, paso por facebook y chateo algo con Tatín, un rato, con no sé quién, otro. Mi hermana me ha comentado si puedo acercar a Edurne al cole el viernes y cierro temas de la lotería de Navidad con Ignacio, con Teresa, con no sé quién más... El lunes se ha alargado tanto como el frío que ha crecido hoy, como ramas desnudas de árboles negros... Me voy al despacho después de tres días descansado y me pongo a lo que toca, que es el trabajo de cada día. Y de hoy, lunes, con sabor de lunes después de vacaciones.
A mitad mañana bajo a tomar un café con leche, con Pepa, Alejandro y Víctor: a las doce nos unimos a un minuto de silencio por una vecina asesinada. Y partimos en el coche de Toni al cementerio, porque ayer falleció María Ángeles, la bibliotecaria de Mislata. La de toda la vida.
Me dan una tristeza absoluta los cementerios. El crematorio. Me traen imágenes del pasado, yo creo que a todos nos pasan. Tengo la sensación de haber pasado en demasiadas ocasiones por este lugar, o por otros semejantes. Ceniza, polvo que somos. Y lágrimas. Me entristezco al ver triste a un sinfín de personas conocidas, compañeros, que se van entre dolor y penas... Recuerdo a María Ángels tan a menudo saliendo de la biblioteca, por el ayuntamiento, y siempre con un saludo... Me recuerdo a mí mismo, adolescente, entrando entre libros a descubrir el futuro y los mundos imaginarios, aquellos que no saben de crematorios ni cenizas.
Me recordé a mí mismo entre pasillos de libros, de aquella biblioteca de infancias y sueños... Y hoy, alguien que nos llevó a tantos locos como yo, por los caminos de aquellas letras grabadas en hojas, se fue a su largo peregrinaje dejando dolor y pena,... Y algún recuerdo bello.
Regresé al trabajo. Comí con Gloria en Aroma y volví al despacho y al otro despacho. Y así, entre despachos, fui pasando la vida y la tarde. Reunión y a casa. El frío nuevo cortaba los labios. Cociné unos fideos, deshice un plan de teatro con Guille y Noe. Y me quedé frente al ordenador a ratos. Por teléfono a otros... Y pensando que este lunes, fue demasiado largo. Buenas noches.
A mitad mañana bajo a tomar un café con leche, con Pepa, Alejandro y Víctor: a las doce nos unimos a un minuto de silencio por una vecina asesinada. Y partimos en el coche de Toni al cementerio, porque ayer falleció María Ángeles, la bibliotecaria de Mislata. La de toda la vida.
Me dan una tristeza absoluta los cementerios. El crematorio. Me traen imágenes del pasado, yo creo que a todos nos pasan. Tengo la sensación de haber pasado en demasiadas ocasiones por este lugar, o por otros semejantes. Ceniza, polvo que somos. Y lágrimas. Me entristezco al ver triste a un sinfín de personas conocidas, compañeros, que se van entre dolor y penas... Recuerdo a María Ángels tan a menudo saliendo de la biblioteca, por el ayuntamiento, y siempre con un saludo... Me recuerdo a mí mismo, adolescente, entrando entre libros a descubrir el futuro y los mundos imaginarios, aquellos que no saben de crematorios ni cenizas.
Me recordé a mí mismo entre pasillos de libros, de aquella biblioteca de infancias y sueños... Y hoy, alguien que nos llevó a tantos locos como yo, por los caminos de aquellas letras grabadas en hojas, se fue a su largo peregrinaje dejando dolor y pena,... Y algún recuerdo bello.
Regresé al trabajo. Comí con Gloria en Aroma y volví al despacho y al otro despacho. Y así, entre despachos, fui pasando la vida y la tarde. Reunión y a casa. El frío nuevo cortaba los labios. Cociné unos fideos, deshice un plan de teatro con Guille y Noe. Y me quedé frente al ordenador a ratos. Por teléfono a otros... Y pensando que este lunes, fue demasiado largo. Buenas noches.
sábado, 2 de noviembre de 2013
CONOCER A CRISTINA.
Dos de noviembre. Me levanté, más tarde que ayer, aunque el ángel me despertó a las ocho y media de nuevo. Me acurruqué entre la sábana y la colcha india que le compré a Moncho en Zara Home y dejé que pasara parte de la mañana. Anoche, entre pitos y flautas, que es una expresión horrible, me fui tarde a dormir, las tres de la mañana. No salí. Acabé de ver la serie Gran Hotel y entendí por qué adoro a Concha Velasco. Luego escribí, le dí caña a la presentación de Oloriz y me fui a la cama cuando daban las tres. Lo que dije.
Esta mañana me fui a almorzar con Tiby y con Laury al Moreno, bueno lo que era el moreno. Tapeamos y echamos la mañana hasta mediodía. Me pasé a comprar unas patatas por la tienda de la esquina, que está a punto de cerrar, y algo de fruta. No comí. Me clavé delante del ordenador, diseñé esta foto y pensé en tumbarme en el sofá, a descansar algo del resto de la semana. Sábado con sabor a invierno y calor de primavera.
Ayer estuve en casa de Jose y María, para conocer a la pequeña Cristina, que nació el 21 de octubre. Es guapísima, completísima, redondísima. Una niña totalmente hecha: pequeñita y resuelta, dormilona y chillona al despertar. No molestó nada. Álvaro, más mayor, se empeñó en llamarla Cristales y le seguí el rollo a este rubiales cada vez más castaño y más mayor. Un junquito desmadrado con energía inagotable con el que me lo paso genial, cada vez que me convierte en niño. Hicimos el salvaje un rato, comimos unos macarrones y dos kilos de foie. Espectacular, como siempre, mi hermano a la cocina. Y María, superrecuperada, ejerciendo ya de madre por segunda vez, con una tranquilidad que me daba hipo. Echamos la tarde viendo la tele, esquivando la siesta, viendo fotos de la boda y del bautizo y haciéndonos, vía móvil, otras para tener el recuerdo de esta visita primera. Con Álvaro me reí una jartá haciendo el gamberrete. Y luego, mano a mano, Jose y Álvaro me trajeron a Mislata en el coche nuevo familiar. Me alegra ver que les va bien a la familia y espero que aún mejore más la cosa pronto. Que seguro...
Pues eso. Que me pongo ya en estado sofá, sin mayor pretensión que pase el tiempo... Hacía mucho que no lo lograba: a ver si me pongo las pilas. O me las apago, vaya.
Pd: Olvidé comprar cocacola. Luego bajaré al Consum... Con pereza incluída.
viernes, 1 de noviembre de 2013
BALADA TRISTE DE TODOS LOS SANTOS. PROPÓSITO DE ENMIENDA.
Con propósito de enmienda regreso. Octubre ha sido el peor mes desde que os escribo. No lo dice Aurora, lo digo yo también, que hasta en ocasiones me he convencido de que tenía cosas que contaros para que las entradas no fueran menos que hace un año por estos meses...
Pongo a Raphael en el ordenador, la balada de la trompeta, y con mi corazón que también desespera, que va llorando, recordando, mi pasado... Como dice el de Linares. Y con la banda sonora que me acompaña desde hace tantos años, paso el frío de mis piernas cubiertas con un albornoz por esta mañana de Todos los santos, que nos devolvió el otoño con cifras casi de invierno, pero solo desde hace dos días. Antes de ayer, el calor, sorprendentemente seguía siendo el del verano... Cosas del cielo.
Lo dicho, que me hago el ánimo hoy y casi me obligo, a venir a escribir. Este viernes con sabor de sábado, que me ha venido de perlas para regar de nuevo mi árbol de hojas perdidas y hacerle una pequeña muesca, en lo más hendido del tronco: noviembre de 2013.
Melina, de Camilo Sesto. Ultimo lo que os voy contando, porque he quedado a comer en casa de Jose y María, con Álvaro y así conocer a la nueva Cristina que ha llegado a nuestras vidas. Sé ya que en nada nos llegará un Ángel, como caído del cielo. Y es inevitable hoy mirar hacia allí, en este todosantos que alguien cambió por Halloween (de una manera salvaje lo comprobé ayer). Me acuerdo de muchos de los que se nos fueron a menudo. De algunos de hace ya muchos más años de los que querría mi cariño, como Fermín, de algunas que me parecen mentira, como la Lina y sus hermanas; de otra que siento siempre a mi verita... Y que sé que me cuida desde el cielo. Los que se fueron... Ayer, precisamente, después de mi estreno como portavoz en el pleno, nos fuimos a tomar una copita de vino al Menjant y se convirtió en una cena de la que regresamos Toni, Marta y yo a casa, precisamente hablando de eso, de la muerte. Y aunque nunca lo dije tan claro, si vuelvo a esta libreta de baladas tristes y alegres, tengo que hacerlo dando titulares: no tengo miedo a la muerte. Y me dí cuenta ayer, que me preocupa más la enfermedad que el final, por el que inevitablemente pasaremos todos.
Así que me muevo hoy entre las muertes y las resurrecciones, en este Todos los Santos por el que iré moviendo la vida, sin saber qué hacer luego, ni hacia adónde me iré... Ayer, no me fuí de Halloween, me fui a dormir. Y así esta mañana a las ocho y media he decidido que los festivos son para otros... Yo sigo con lo mío. Con esto. Con otras cosas. Y con ganas de... (no sé de qué. Me empeñaré en descubrirlo).
Pd: He empezado a escribir la presentación. Nada más de lo que tuviera. Como estoy musical, recojo los versos de Serrat: hoy, las musas, han pasado de mí...
Pongo a Raphael en el ordenador, la balada de la trompeta, y con mi corazón que también desespera, que va llorando, recordando, mi pasado... Como dice el de Linares. Y con la banda sonora que me acompaña desde hace tantos años, paso el frío de mis piernas cubiertas con un albornoz por esta mañana de Todos los santos, que nos devolvió el otoño con cifras casi de invierno, pero solo desde hace dos días. Antes de ayer, el calor, sorprendentemente seguía siendo el del verano... Cosas del cielo.
Lo dicho, que me hago el ánimo hoy y casi me obligo, a venir a escribir. Este viernes con sabor de sábado, que me ha venido de perlas para regar de nuevo mi árbol de hojas perdidas y hacerle una pequeña muesca, en lo más hendido del tronco: noviembre de 2013.
Melina, de Camilo Sesto. Ultimo lo que os voy contando, porque he quedado a comer en casa de Jose y María, con Álvaro y así conocer a la nueva Cristina que ha llegado a nuestras vidas. Sé ya que en nada nos llegará un Ángel, como caído del cielo. Y es inevitable hoy mirar hacia allí, en este todosantos que alguien cambió por Halloween (de una manera salvaje lo comprobé ayer). Me acuerdo de muchos de los que se nos fueron a menudo. De algunos de hace ya muchos más años de los que querría mi cariño, como Fermín, de algunas que me parecen mentira, como la Lina y sus hermanas; de otra que siento siempre a mi verita... Y que sé que me cuida desde el cielo. Los que se fueron... Ayer, precisamente, después de mi estreno como portavoz en el pleno, nos fuimos a tomar una copita de vino al Menjant y se convirtió en una cena de la que regresamos Toni, Marta y yo a casa, precisamente hablando de eso, de la muerte. Y aunque nunca lo dije tan claro, si vuelvo a esta libreta de baladas tristes y alegres, tengo que hacerlo dando titulares: no tengo miedo a la muerte. Y me dí cuenta ayer, que me preocupa más la enfermedad que el final, por el que inevitablemente pasaremos todos.
Así que me muevo hoy entre las muertes y las resurrecciones, en este Todos los Santos por el que iré moviendo la vida, sin saber qué hacer luego, ni hacia adónde me iré... Ayer, no me fuí de Halloween, me fui a dormir. Y así esta mañana a las ocho y media he decidido que los festivos son para otros... Yo sigo con lo mío. Con esto. Con otras cosas. Y con ganas de... (no sé de qué. Me empeñaré en descubrirlo).
Pd: He empezado a escribir la presentación. Nada más de lo que tuviera. Como estoy musical, recojo los versos de Serrat: hoy, las musas, han pasado de mí...
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