domingo, 26 de septiembre de 2010

TAN LOCOS RODARON UNO SOBRE EL OTRO, UN BESO DE ESOS QUE VALEN POR TODO



Para poder leer esta entrada os recomiendo os pongáis música de Zenet en casa: así lo entenderéis todo mejor. Entenderéis que no haya escrito desde el martes porque no he parado. Porque al subidón teatral del lunes noche le siguieron una semana de noches tardías, madrugones para arreglar goteras, reuniones por doquier, teléfonos y amigos... De no parar. Hoy, tardecita de domingo, con mi cómoda nueva, cómoda en la habitación, mi pie sobre la mesa, mi caída de tarde, mis planes que no sé si llegarán, hoy...

Hay sensaciones que debo dejar aquí transcritas, para leerlas cuando pase el tiempo o me venga abajo:

1. Estoy francamente sorprendido porque estoy muy optimista y me siento fuerte, casi infranqueable. Y esto no sé si es bueno o no lo es. Que alguien nos devuelva los pies al suelo. Huele a sofrito con huevo en la escalera, entra por la ventana el aroma de alguien que cena con horario europeo...

2. Me llegan dardos envenenados, pocos y de bajo calibre y no me dejo arrastrar: más bien me compadezco de quienes siguen agarrados a su pena, su tristeza, su monotonía de vida y aburridos gestos. Me alegro por mí, que cada vez me interesan menos lo que opinen algunos que opinan sólo para no estar conmigo... Benditos los que se quedan y me regalan una risa. De ellos es el reino de mi felicidad...

4. Pensé que no me descolgaría de los charcos que ensució el barro: el barro se seca, aunque yo creía que no lo vería nunca. Y se cuartea. Y se cae... Felicidad.

5. Debo escribir más a menudo...

Suena el piano... ¿Habéis probado a escuchar a Zenet mientras leéis esto?

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