Ahora que se pasaron la Pascua, la Semana Santa, los fines de semanas y el adiós al fuego, ahora que ya andamos casi todos purificados de alma y, sobre todo, de pies cansados y horas de sueño, llegó el momento de volver a empezar. Las fallas son poco más que el nuevo año fallero igual que tienen los chinos sus años animalados o tenían los aztecas su propio calendario. De igual manera, con el fuego, se va y resurge todo de nuevo. No hace falta caer en el topicazo del ave Fénix y su capacidad de reemprender los vuelos, de acariciar de nuevo el cielo, de emprender todo una vez más. No hace falta, es cierto. Porque es una realidad que solo quienes vivimos con intensidad esta fiesta comprendemos.
El cansancio se quema entre las llamas, que dejan una sensación de orfandad absolutas, de desasosiego increíble. Cuando todo arde, se queda uno con la sensación de no sentir, de no saber qué hacer con todas aquellas horas muertas que antes tenía tan ocupadas... Y eso que para muchos tan solo es una fiesta. Pero como es cierto que muchos hicimos de ellas un modo de vida, las fallas se aman y odian, te unen y enfadan, te dan vida y te la quitan como si fuera un amor adolescente que nunca se apaga...
Ahora toca volver. Después del fuego. A tomar decisiones y llevarlas a la práctica. A listar todos los buenos propósitos que queremos para el año nuevo: como la dieta antes de verano o apuntarnos a un gimnasio, pero en modo fallero. Ahora toca decidir, si seguimos embarcados en esta locura que nos regala sangre y nos desangra a partes iguales y que nos hace, unos días tocar el cielo, y otros, descender a los infiernos...
Ahora toca regresar... Volver a crear, que es creer de nuevo. Sujetar de nuevo esta fe ciega en algo que aún no existe y que irá viniendo. Se abrieron las horas de todo lo nuevo, que es un poco más de lo que ya conocemos mezclado con algo de vida... Con toda la vida. Y caminar otra vez. Los unos con lo suyo, los otros, con aquello... Ir haciendo. Ir construyendo...
Esta fiesta que nació para que todo desaparezca solo sabe construir, porque al final, quienes con ella pretenden otras cosas caen en las mismas llamas donde los falleros quemamos todo lo malo y engendramos todo lo bueno...
Ahora toca regresar...
martes, 3 de abril de 2018
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