martes, 6 de marzo de 2018
VINO MARZO
Vino marzo, de repente, con una fuerza imbatible que solo tiene la vida cuando deja caer las hojas de su calendario. Llegó el mes de las lluvias y del viento, porque nuestro abril levantino es fallero y ruidoso. Y este año con más ganas, como todos. Llegó marzo, irremediablemente, el mes en el que los días tienen más de veinticuatro horas y las horas de sueño se disparan como una estruendosa mascletà; el tiempo perfecto para volver a soñar despiertos y para preguntarse, una y mil veces, porque condenamos nuestra vida en vida a morir poco a poco. Porque las fallas son vida y alegría, cansancio eterno y soledad a veces, estruendosa compañía y felicidad completa, pero son también un poco de muerte en lo físico y en el tiempo. La fiesta llega de nuevo y se extiende como un hormiguero inmenso por cada rincón. Como en la canción, por unos días olvidaremos que cada uno es cada cual, y haremos de la germanor y la sonrisa una compañera de vida. Porque marzo es así y las fallas más.
Vino marzo, de repente, a sacudirnos vehemente y recordarnos cuántas cosas nos quedan por hacer. A condenarnos en vida para que entre nuestras penas estén la de dedicar totos los esfuerzos posibles a vencer un año más. Y si llegan los premios, genial. Pero la victoria es la de un pulso donde batallan el esfuerzo humano y colectivo contra la suerte y el fario. Unidos, con fuerza, ambas manos para convertir la fiesta más amable en otro sueño cumplido.
Yo a menudo sueño despierto. Y cuando llega marzo, ni abro los ojos, esperando que la ilusión del niño se teja de sedas y se planten bajo mis pies los recuerdos en cartón piedra de aquel pasado que nunca volverá, de aquellas ilusiones absolutas que explotaban entre nuestras manos produciendo un cosquilleo que sabía a gloria.
Vino marzo, con su fuego y con sus ilusiones, con su emoción, con su emotividad profunda, con su alegría acompañada, con su color acalorado... Vino marzo y volvera a huir, pero mientras se pasee por nuestras calles, disfruten del cielo más hermoso que nunca se conoció. Allá, arriba, donde explotan nuestras ilusiones y se mecen nuestros sueños.
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