miércoles, 27 de agosto de 2014
LUCES AL FINAL DEL TUNEL
Salí del metro en Colón y miré alrededor bajo los 40 grados con los que clavaba el poniente en el centro de la ciudad. Miré alrededor de la plaza de los Pinazo y descolgué el teléfono. Comprobé el número y marqué.
R. descolgó al otro lado sonando a cordialidad de ayer mañana. Hacía un tiempo que no nos veíamos y los últimos mensajes me alertaron que había cambios. El tú a Boston y yo a California se deshizo de la noche al día por un jaleo de amor y móviles. Nada más. Pensé, mientras le escuchaba, como iba haciendo y deshaciendo camino acompañado siempre. Y así con su maleta, caminaba hacia adelante siempre girando cada vez que le llegaba una piedra a su camino. Hubo un tiempo en que alargábamos las conversaciones por la noche cuando aquellas piedras le parecían muros insalvables. Todos nos hemos encontrado alguna vez sin ganas de escalar. Así que, en estas cosas, pocos reproches.
Comimos en el Sanno de la Plaza del Ayuntamiento. El camarero me dijo que vió el último "Tot és Festa" y que se rió. Me sigo ruborizando cuando alguien se me acerca a decirme que me ve en la tele. Quedan siete días para volver. Nos sentamos uno frente al otro y pedimos dos aguas. Bueno, yo pedí una segunda. Bebo muchísima.
Me contó que viene. Que se queda. Le dije que me quedo, que querría irme.
Y le dije también que me siento en forma, proactivo, con ganas... Me dijo que lo sabía. Calculo que habría ido descubriendo entre líneas y estados de facebook. Me siento así: lo sé cuando lo cuento y ayer hablé de a mí cuando acudía a saber solo de R.
Y en esas andamos. Sabiendo que progreso adecuadamente, que la vida está en un momento que me dice que me lance Jaime hacia el infinito con un vértigo atroz de no saber hacia adónde nos lanzamos. Pero queriendo lanzarme. Retraso las cuentas pendientes con el ejercicio y no remato las dietas. Pero la cabeza funciona a revoluciones especiales viendo luces al final del túnel.
¿Y si dediqué demasiado tiempo a nada? ¿Y si esa nada era el precio para llegar aquí? Al soplar las cerillas de la tarta creo que me llegó la conciencia de saber que estoy en un nuevo punto de partida. Lo voy poniendo en práctica. Pero, calculo de manera incierta cómo será pasado mañana... Por eso, quizás tampoco lo delimito demasiado.
Le dije que si sale, bien. Cambiará mi vida. Que si no, tampoco pasará nada. Cambiará mi vida. Y así, sabiendo que no hay monotonías por delante, camino no sé si con tino o no, pero con ganas. Despacio, con buena letra. Pero sin parar...
Y mientras tanto, pegado al andén, me despedí con un abrazo y me subí a mi tren, viendo una metáfora en él que cogía otro. Porque aquí, cada uno, tiene que coger su tren. Ahora, cuando se mueve, ha llegado el momento de sentarse y contemplar el paisaje... Los viajes, comienzan siempre con el placer de saber adónde se llega y se disfrutan si uno se relaja y espera a que el paso del tiempo cumpla con su cometido. Así me siento yo. En mi vagón, mientras marcha mi tren. Previendo luces al final del túnel.
sábado, 23 de agosto de 2014
DE CASILLA DE SALIDA AL VOLVER
... Y aunque el olvido
que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida
una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón...
Estamos de puesta en marcha, de casilla de salida, de inicio, de regreso, de vuelta de verano,... de lo que queráis. Pero estamos. Aquí yo, con mi yo, batallando en contra suya. Decidiendo casi a cada paso que doy que debo imprimir la huella de un caballo de Haníbal para que no hayan hierbas que crezcan. Malas hierbas.
Si he vuelto al tango de Gardel es porque necesitaba saber con qué canción comenzar el día y ha sido ésta. No deja de ser una metáfora, las cosas son así.
Estuve ayer y antes de ayer en el chalet de Laura. La niña, su primo (Pablo) y Alberto Llorens (cada vez más grande e igual de alto siempre). Llegué tras hora y media de metros, que fue la mejor forma, y la más subterránea, de regresar a los infiernos y huir al cielo. Llegué y me recogieron Lau y Alberto. Cenamos y echamos la noche en unos sofás. Me preguntaron por mis vacaciones y pensé: "¡Qué difícil son resumirlas!". Nos fuimos a dormir envueltos en calor.
Me desperté tarde. Había estado muchos días durmiendo nada y lo pagué contra el colchón. Nos levantamos y fuimos a comprar. Alberto se puso con la paella y yo con la piscina. Llegaron Boro, Elena y Paco. Preparamos unas bravas y unas clóchinas. Una sobremesa y una tarde al Tabú con hielo. Cenamos cuando regresó Elena: patatas rellenas y carne al vino. Y la noche se nos fue antes. A eso de las dos.
Me desperté y me bajé a la piscina. El sol quemaba. Como siempre, pero puede que hoy más. Echamos la mañana tonta y distraídamente hasta que nos volvimos a la realidad. En casa eché las horas hasta que salí al concierto de bandas. Recuperé las horas de whatsapp y me dí un periplo por las vidas de otros, que tenía abandonados por vacaciones...
Escribí en el facebook que encontré mi foto de perfil. Ésta. "Necesitaba una foto de perfil que hable de mí tal y cómo me siento ahora: feliz, tranquilo, sereno, espectante... En paz. Con ganas de que me lleguen mensajes por sorpresa, de que se alarguen noches que no esperabas, de mantener la sonrisa sin esfuerzos, de seguir caminando sintiendo el viento en contra soplar con fuerza... Me siento bien. en calma. Y con ganas... es como si estuviera en mi casilla de salida... — me siento tranquilo.". Y creo que es así...
Con lo que haya, seguiremos. Voy a ver si compro, prensa y comida. Noventa quilos. ¿Bajamos?
que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida
una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón...
Estamos de puesta en marcha, de casilla de salida, de inicio, de regreso, de vuelta de verano,... de lo que queráis. Pero estamos. Aquí yo, con mi yo, batallando en contra suya. Decidiendo casi a cada paso que doy que debo imprimir la huella de un caballo de Haníbal para que no hayan hierbas que crezcan. Malas hierbas.
Si he vuelto al tango de Gardel es porque necesitaba saber con qué canción comenzar el día y ha sido ésta. No deja de ser una metáfora, las cosas son así.
Estuve ayer y antes de ayer en el chalet de Laura. La niña, su primo (Pablo) y Alberto Llorens (cada vez más grande e igual de alto siempre). Llegué tras hora y media de metros, que fue la mejor forma, y la más subterránea, de regresar a los infiernos y huir al cielo. Llegué y me recogieron Lau y Alberto. Cenamos y echamos la noche en unos sofás. Me preguntaron por mis vacaciones y pensé: "¡Qué difícil son resumirlas!". Nos fuimos a dormir envueltos en calor.
Me desperté tarde. Había estado muchos días durmiendo nada y lo pagué contra el colchón. Nos levantamos y fuimos a comprar. Alberto se puso con la paella y yo con la piscina. Llegaron Boro, Elena y Paco. Preparamos unas bravas y unas clóchinas. Una sobremesa y una tarde al Tabú con hielo. Cenamos cuando regresó Elena: patatas rellenas y carne al vino. Y la noche se nos fue antes. A eso de las dos.
Me desperté y me bajé a la piscina. El sol quemaba. Como siempre, pero puede que hoy más. Echamos la mañana tonta y distraídamente hasta que nos volvimos a la realidad. En casa eché las horas hasta que salí al concierto de bandas. Recuperé las horas de whatsapp y me dí un periplo por las vidas de otros, que tenía abandonados por vacaciones...
Escribí en el facebook que encontré mi foto de perfil. Ésta. "Necesitaba una foto de perfil que hable de mí tal y cómo me siento ahora: feliz, tranquilo, sereno, espectante... En paz. Con ganas de que me lleguen mensajes por sorpresa, de que se alarguen noches que no esperabas, de mantener la sonrisa sin esfuerzos, de seguir caminando sintiendo el viento en contra soplar con fuerza... Me siento bien. en calma. Y con ganas... es como si estuviera en mi casilla de salida... — me siento tranquilo.". Y creo que es así...
Con lo que haya, seguiremos. Voy a ver si compro, prensa y comida. Noventa quilos. ¿Bajamos?
martes, 19 de agosto de 2014
EN EL PUEBLO
En el pueblo nos saludamos, al cruzarnos en la calle, las personas que no nos conocemos. En el pueblo adivinamos por el viento si esa tarde lloverá. En el pueblo, las moscas animan las tardes de siesta con un zumbar más fuerte. En el pueblo se recuerdan con sonrisa los amores de adolescencia que no llegaron a ser. En el pueblo repican las campanas con sabor a ayer. Y las paredes son de piedra y los vientos huelen a silencio y ríos. En el pueblo, mi alma y mi calma, caminan de la mano...
jueves, 14 de agosto de 2014
LOS TEMORES FUNDADOS
Cuando desperté, los vientos que habían soplado las escasas horas de la noche seguían batiéndose a muerte por escapar del sol. Se alzaba imponente tras una cortina de algodones azules y hería de amor a las olas de un mar que se batía por escapar entre espumas blancas y cobres. La noche se había ido atrás, una vez más y yo, frente a la nada, me quedé mirando al horizonte y dejé de escuchar, y de mirar, y de ver, y de saber... Ya sólo sentía.
Anoche celebramos el cumpleaños de Luis cenando una torrá en su casa con Gueguel, Raquel, Pablo, el propio Luis y familia. La noche fue divertidísima, tumbados sobre los blancos sofás de una cheslong chill out. Regamos de caña la madrugada y dejamos que nos mecieran los ruidos del viento imbatible. Nos pusimos al día. Y a la noche. Y seguimos con nuestras risas... Dejé las maletas hechas, hoy parto hacia Sarrión para las fiestas de cada año desde que era niño. De aquello, lo único que hemos cambiado, hemos sido nosotros...
Me encanta esta foto del mar. De esta mañana a las ocho, más menos. Me desperté inundado de calor y humedad y entreví la tormenta al otro lado de la ventana, como metáfora de mis propios septiembres. Debería calzar una libreta en la maleta y pensar qué reorganizar para cuando regrese. Soy consciente de que es la frontera que al cruzar, te deja con la mano cogida al pecho, esperando que nunca se pierda el pasaporte...
Los temores fundados.
Me sorprende ver que aún en verano, cada día, se dispara el número de personas que entráis y leéis estas páginas sueltas, estos versos sin renglón ni Dios, estas hojas perdidas... Me pierdo en saber quiénes sois. Y me encantaría saber quién deja el sol y el cielo y se viene a repasar mis horas... Me sorprende. Aquí pasarán los amigos perdidos, las vidas saciadas, los silenciosos amores y los callados despechos, los recuerdos pasados, los que no me conocen y los que no me conocerán, calculo que puedes estar tú y algunos que entran equivocados porque esto no es lo que buscaban,... Para los que siguen buscando, conmigo, hojas perdidas, gracias. Me gustaría tanto ponerle cara a vuestra compañía en mañanas como las de hoy que os invito a cruzar la puerta... Un saludo (si es que hay alguien)...
[Y sigue sonando Robbie Williams, Swing both ways]
miércoles, 13 de agosto de 2014
QUE VOLARÉ
Que bonita la vida
Que regalo tan grande
Que luego te lo quita
Te hace no ser de nadie
A veces sin sentido
Otras tantas gigante
Que bonita la vida...
Volví hacia casa y por primera vez entré en la calle mirando al final de la misma. Y sabiendo que allí estaba mi salida. Por primera vez, sin dolor, tuve la sensación de estar de paso en aquel nido. Quizá porque las últimas horas estuve volando. Pero así lo sentí. Una puerta abierta al final de un pasillo nada oscuro por el que van pasando los días... La belleza de la vida. Hacía un calor pasmoso, el sol aplastaba como sólo sabe hacerlo a las dos de la tarde. Y mis pasos, vestidos de azul turquesa, caminaron sobre el asfalto sucio con la sensación que nunca tuve de pasar. De seguir. De volar. Sin saber ni cuándo ni hacia adónde, pero con la sensación clara de que aquélla, ésta, nos será mi prisión para siempre...
Me sentí feliz cuando supe que volaré. Me sentí único, en mi soledad, en mi camino, en este paseo de media tarde. Me sorprendí. Y con una sonrisa entre las orejas, que casi las rozaba, pensé: ¡Bien, Jaime bien! Luego abrí la puerta y pensé que debía escribir esto, ahora que la vida me mece con paz y sosiego, para regresar algún día a ese principio de la calle y volver a pensar lo mismo... Que volaré. Y ser feliz, como lo soy hoy.
martes, 12 de agosto de 2014
HORIZONTES, BANDERAS Y LEIT MOTIVS
Nunca, nunca, tuve un agosto tan poco productivo en el término blog, literatura de hojas perdidas tan poco productivas. Nunca tuve una noche de tanta calor este año como hoy. Con mi garganta destrozada por un ventilador de aspas de noches esmeraldas y con la música pegada a los oídos mientras el sueño me azuza y me recuerda las últimas veinticuatro horas.
Llovieron los aspersores, recorrimos sardos la isla de cabo a cabo (no a rabo) y cogimos un vuelo. Nos vinimos arriba y dejamos de flotar. Las vacaciones se acabaron tras diez días de silencio casi absoluto y abandono del todo. Que lo merecíamos. Pese a todo, aprovechamos las sombras de la luna llena en esta noche de persémidas caídas, para reubicarnos la vida. Para reemplazar escalones de la existencia donde curiosamente los lagartos siempre se cruzan para sobrevivir.
Primera idea. Horizontes. Me quedé pegado al libro, hoy felicité a Laura Norton vía twitter y me respondió. Pero la metáfora va más lejos. Los horizontes. ¿Cuáles nos hacen faltan y cuáles nos marcamos? ¿Cuáles deberíamos marcarnos? Porque somos todos conscientes que si cada año, agosto es una nochevieja, este año el uno de enero es más fuerte que nunca, ¿no?
Pues eso. Que mis horizontes pasean entre aeropuertos al tutti pleni, pero no se centran en cuestiones que se esperan. Yo creo que es Júpiter que aún me tiene sacudido. Bueno y los reencuentros del camino, que siempre hacen mella.
Segunda idea: la bandera. Hay que cambiar el mastil y soplar más fuerte para que la bandera vuele. Porque vuela cuando se maneja como debemos. Esto es metáfora en parte y en otra rayada absoluta. Pero como lo de los malos tiempos y las buenas caras, ha llegado el momento, decididamente, de encarrilar mi próximo año natural con otras cuestiones igual de naturales. Sino más.
Y en definitiva, leit motiv, idea de vida, ganas de hacer, comprender, estructuro y camino. Que hay cosas que cambiar ya, pero que no debo decirlas aquí. Que hay proyectos que debo solidificar, que sé cómo debo de actuar e intuyo que debo, en otros casos aprender a caminar por otras veredas...
Y el veraneo, en definitiva, lo que se esperaba: risas, noches, cochinillos, lunas, vinos, soles, calas, quemaduras, sonrisas, escalones, giacchios, coches, cansancios, retoques, desmesuras, discoteca, toallas, atunes, latas, colchonetas, brazadas, bocadillos, fotos, duty frees, carcajadas, maletas, bañadores, deseos, wifis, sueños, esperanzas, ilusiones, cansancios, piscinas, cafés lungos sin hielo, palabras, veredas, horizontes, go pros, aeropuertos, y whatsapps, búsquedas, gasolinas, caminos, sorpresas, emociones, proyectos y pasta. De diez, una vez más.
Pero volvimos. A las hojas quietas. Silenciadas. Y, sobre todo, al mañana que está a punto de llegar y que no nos puede pillar desprevenidos.
Llovieron los aspersores, recorrimos sardos la isla de cabo a cabo (no a rabo) y cogimos un vuelo. Nos vinimos arriba y dejamos de flotar. Las vacaciones se acabaron tras diez días de silencio casi absoluto y abandono del todo. Que lo merecíamos. Pese a todo, aprovechamos las sombras de la luna llena en esta noche de persémidas caídas, para reubicarnos la vida. Para reemplazar escalones de la existencia donde curiosamente los lagartos siempre se cruzan para sobrevivir.
Primera idea. Horizontes. Me quedé pegado al libro, hoy felicité a Laura Norton vía twitter y me respondió. Pero la metáfora va más lejos. Los horizontes. ¿Cuáles nos hacen faltan y cuáles nos marcamos? ¿Cuáles deberíamos marcarnos? Porque somos todos conscientes que si cada año, agosto es una nochevieja, este año el uno de enero es más fuerte que nunca, ¿no?
Pues eso. Que mis horizontes pasean entre aeropuertos al tutti pleni, pero no se centran en cuestiones que se esperan. Yo creo que es Júpiter que aún me tiene sacudido. Bueno y los reencuentros del camino, que siempre hacen mella.
Segunda idea: la bandera. Hay que cambiar el mastil y soplar más fuerte para que la bandera vuele. Porque vuela cuando se maneja como debemos. Esto es metáfora en parte y en otra rayada absoluta. Pero como lo de los malos tiempos y las buenas caras, ha llegado el momento, decididamente, de encarrilar mi próximo año natural con otras cuestiones igual de naturales. Sino más.
Apunte de moleskine (literaria). Me centré en un libro de coaching (Anxo Pérez en ochentayocho escalones) y en una divertida comedia bajo el título "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas", más que recomendable. Laura Norton es la autora. Es una novela (que ya le he prestado a Raquel García Tamarit y que le pasaré a mi hermana en cuanto me la devuelvan). Muy divertida. De reírse, de verdad. Huele a película española divertida. Lo dicho. Horas de páginas y así, nuevas ideas que apunto de manera destajada en una libreta de NY que compré - carísima - en el aeropuerto cuando volaba desde Valencia con la intención de organizarme la vida desde ya. Pero me he dado unas horas más de vacaciones...
Y en definitiva, leit motiv, idea de vida, ganas de hacer, comprender, estructuro y camino. Que hay cosas que cambiar ya, pero que no debo decirlas aquí. Que hay proyectos que debo solidificar, que sé cómo debo de actuar e intuyo que debo, en otros casos aprender a caminar por otras veredas...
Y el veraneo, en definitiva, lo que se esperaba: risas, noches, cochinillos, lunas, vinos, soles, calas, quemaduras, sonrisas, escalones, giacchios, coches, cansancios, retoques, desmesuras, discoteca, toallas, atunes, latas, colchonetas, brazadas, bocadillos, fotos, duty frees, carcajadas, maletas, bañadores, deseos, wifis, sueños, esperanzas, ilusiones, cansancios, piscinas, cafés lungos sin hielo, palabras, veredas, horizontes, go pros, aeropuertos, y whatsapps, búsquedas, gasolinas, caminos, sorpresas, emociones, proyectos y pasta. De diez, una vez más.
Pero volvimos. A las hojas quietas. Silenciadas. Y, sobre todo, al mañana que está a punto de llegar y que no nos puede pillar desprevenidos.
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